Previsión de la reunión del BCE
Comentario de Kevin Thozet, miembro del comité de inversión, Carmignac
La reunión de abril del BCE será sin duda una de las más rápidas de la historia. Christine Lagarde fue muy clara en marzo: podemos esperar una bajada de tipos en junio y dos o tres más a lo largo del año. Apenas han transcurrido cinco semanas desde la última reunión del Consejo de Gobierno y, por lo tanto, hay pocas estadísticas adicionales sobre las que reflexionar, por lo que es difícil que un banco central dependiente de los datos se desvíe de su rumbo.
Las últimas publicaciones sobre inflación sorprendieron al consenso, con un dato 10 puntos por debajo de lo esperado, pero se ajustaron plenamente a las previsiones del Banco Central Europeo (BCE). Así pues, por ahora, el escenario del BCE se está desarrollando según lo previsto. Con los progresos realizados en el frente de la desinflación, que respaldan las previsiones del personal, el debate de esta semana debería reforzar los argumentos a favor de un recorte en junio, siempre que los datos se mantengan alineados.
A finales de mayo se publicarán varios datos importantes. Entre ellos se incluyen los beneficios empresariales, los tan esperados salarios negociados y los datos detallados del PIB del primer trimestre (en particular, productividad, beneficios y costes laborales unitarios). Dada la creciente evidencia de que se está produciendo un repunte del sector manufacturero, hay pocas probabilidades de que se materialice el riesgo a la baja, por lo que el mensaje del BCE debería ser "sigan adelante, aquí no hay nada que ver".
Nuestro escenario para el BCE este año es un recorte en junio, con un posible "salto" en julio. La dependencia de los datos significa que el riesgo inflacionista al alza debería ser integrado por el consejo, dado que la inflación de los servicios básicos se mantiene en el 4%, los precios de las materias primas están al alza y los riesgos geopolíticos siguen siendo elevados. Más allá del verano podrían ocurrir muchas cosas, pero los tres o cuatro recortes telegrafiados por la institución de Fráncfort implican recortes consecutivos a partir de septiembre.
Este entorno ofrece un telón de fondo favorable para los mercados de crédito europeos. La resistencia de la economía significa que las tasas de morosidad deberían mantenerse bajo control, mientras que la desinflación (o la moderación de la inflación cíclica) significa que la política monetaria puede ser más acomodaticia. Favorecemos los vencimientos cortos e intermedios. Unos tipos de interés más bajos serían sinónimo de reflación y, por tanto, de mayores rendimientos de los bonos a largo plazo, ya que la curva de rendimientos se empina, reflejando unas mejores perspectivas de crecimiento en el futuro.
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