¿Por qué no compraría ese décimo si lo tuve delante?

¿Por qué no compraría ese décimo si lo tuve delante?

Con el sorteo del Gordo, mañana el mundo se divide en tres tipos de personas, sin contar las que no juegan a la Lotería (a la Lotería sí se juega, a la bolsa no). Por un lado están los que felices ante las cámaras saltan y saltan, brindan con champán, se abrazan al administrador de lotería que en realidad les caía mal (es un decir, no tengo nada contra los loteros) y esquivan como pueden a los de la sucursal bancaria más cercana. loteria En segundo lugar tenemos al que va repasando uno a uno (antes en los periódicos y ahora en Twitter) los décimos que ha comprado, gustosamente o forzado por los compromisos laborales, para ver que le ha caído una mísera pedrea que no le compensa ni el 10 por ciento del dinero apostado, como mucho. Pero mis favoritos son los que integran el tercer grupo: los ??silos?. Se caracterizan por expresar a lo largo del día una expresión parecida a ésta: ??Si lo hubiese comprado ahora sería rica?. También tiene sus variantes en los ??porunnumero?. Ellos dicen: ??Mira, no me ha tocado por un número? o ??Fíjate, si en vez del 62540 hubiese comprado el 62440 ahora me habría forrado. ¡Por un número!?. Me explayo en explicar con cierta ironía esta situación para que ahora, que voy a pasar a trasladarla al mundo de las inversiones, mantengamos ese código de lectura ridiculizante. Porque, efectivamente, conviene que nos demos cuenta de que se trata de algo irracional, ridículo, que nos hace perder tiempo y condiciona nuestra forma de tomar las próximas decisiones de inversión. Para no meterme con nadie, hablaré de mi familia.  Recuerdo una tarde que me llamó mi hermano para contarme el resultado de unas operaciones que había hecho en bolsa. Me dijo que le había ido bien, que había ganado unos euros (aplicándolo a la Lotería se había llevado la pedrea), pero que justo el día después de vender, la acción en cuestión se había disparado. Se había perdido el Gordo. Si quedara en una simple lamentación, poco importaría. Tan sólo perdería un rato de su valioso tiempo, que dicen que es oro y ya saben cómo está el oro de alcista últimamente. El problema es cuando aquello te marca. Probablemente, mi hermano ya no se acercará más a ese valor de la misma manera: no será el valor que parece barato y donde crees que puedes obtener una buena rentabilidad, sino el valor donde te perdiste el Gordo. Recuperar la objetividad será tarea imposible. Pero tampoco sería tan grave, si se quedara en un mero sesgo emocional con una acción. El problema con mayúsculas es cuando aquello cambia tu forma de mirar el mercado, cuando pasa a ser un casino, en el que vas buscando hacer saltar la banca. Al principio te quedas con los valores más volátiles, los sedas, ercros y jazzteles de la vida y al final puedes acabar en los derivados más diversos, que con tu escasa formación es como echar dinero a la máquina tragaperras esperando que salgan las tres campanas. Cuando esto lo ves relacionado con el juego y las apuestas, se te pone el cliché de inmediato: eres un ludópata. Pero no ocurre lo mismo con las inversiones: no te das cuenta de que tu razón, el juicio en la toma de decisiones, lo has ido anulando poco a poco con las emociones de sentirse millonario. Te has proyectado en un hombre que ha tapado sus agujeros, se ha comprado un yate y se ha ido de vacaciones alrededor del mundo. Has olvidado tus objetivos reales. Juega a la Lotería, si quieres, pero no juegues a la bolsa, sólo invierte en ella. Nota: este artículo se ha publicado hoy en el blog "No brain no gain" de El Confidencial
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