Tiempos de grandes vuelcos electorales: Japón lo demuestra

Tiempos de grandes vuelcos electorales: Japón lo demuestra

Dicen los titulares de prensa internacional que Japón ha vivido uno de los mayores vuelcos electorales de su historia, el primer cambio de partido en el gobierno después de 54 años en los que el Partido Liberal Demócrata ha estado al frente. El batacazo para este último ha sido de órdago: ha pasado de 303 a 119 escaños. Nada más y nada menos. [caption id="attachment_2134" align="alignleft" width="300" caption="Yukio Hatoyama, nuevo primer ministro nipón"] Yukio Hatoyama, nuevo primer ministro nipón [/caption] Tiene un gran significado este movimiento de los japoneses. Que una sociedad tan conservadora desde el punto de vista político pegue sacudidas de este tipo a los gobernantes por la crisis económica resulta un aviso a navegantes de lo que se puede venir por delante, un adelanto de grandes vuelcos electorales en las elecciones de los países desarrollados. El primer gran giro ya lo vimos el año pasado también en Estados Unidos. Sin embargo, su significancia quedó un tanto rebajada por la fuerza de la marca Obama. El resultado entonces se vio más como el resultado de una nueva forma de hacer política y acercarse a la sociedad que como un duro golpe de castigo al Gobierno en el poder. Y en realidad, en Japón también ha sucedido lo mismo, aunque la figura de Hatoyama como profeta del cambio  no haya copado tantas portadas occidentales como la del presidente americano. Me dirán que esto no pasó el año pasado en Europa con las elecciones que se celebraron en Italia y España. El caso italiano siempre es difícil de analizar para alguien externo por la complejidad de sus sistemas, allí caben todo tipo de excepciones. En el caso de España, todavía no había estallado lo peor de la crisis. Es más, desde el partido en el Gobierno se jactaban entonces de resistir "la desaceleración" (que decían) mejor que el resto de Europa. Claro, obviaban que estábamos todavía más alto que nuestros países vecinos porque ellos se estaban cayendo desde un primer piso y nosotros desde un rascacielos. Así, ellos ya parecen haber llegado al suelo e intentan recuperarse mientras por aquí seguimos sin encontrarlo y cuando lo hagamos el dolor será tan fuerte que nos costará una barbaridad levantarnos. Los vuelcos electorales seguirán llegando, y la única duda es con cuánta fuerza. Angela Merkel, por ejemplo, ya le ha visto las orejas al lobo con la pérdida de poder de su partido en varios estados clave, y eso que aparentemente la economía alemana repuntó en el segundo trimestre. Según las encuestas previas a esta votación, Merkel todavía tenía bastante margen sobre su rival, 15 puntos percentuales, pero no se puede descartar que para mantenerse en el Gobierno dependa de pactos con otros partidos que están ganando cuota. Quizá le salve que la competencia política, como también pasa en Italia o España el año pasado, no tiene ninguna figura carismática emergente; ningún candidato ilusionante que parezca agitar la bandera del cambio radical, como ha sucedido en Estados Unidos y Japón, que permita soñar con salir de la pesadilla a los ciudadanos. Pero sin duda habrá que estar muy atento a estos comicios, que son el próximo 27 de septiembre.
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