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OPINIÓN
Columna
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Madrid, una cumbre imprescindible para el éxito de Glasgow

La COP 25 logra por primera vez el reconocimiento formal de la importancia de los actores no gubernamentales en el ámbito de la acción climática

La ministra de Medio Ambiente de Chile y presidenta de la COP25, Carolina Schmidt (c) durante la comparecencia final celebrada este domingo.
La ministra de Medio Ambiente de Chile y presidenta de la COP25, Carolina Schmidt (c) durante la comparecencia final celebrada este domingo.Álvaro García (EL PAÍS)

La Cumbre de Madrid ha sido una parada, la vigesimoquinta, de una trayectoria iniciada en Kioto y que no ha estado exenta de dificultades. Una cumbre que debería seguir progresando y profundizando en los logros de Katowice 2018 con la vista puesta en Glasgow 2020, donde deberá visibilizarse la renovación de los planes climáticos de los gobiernos, tal y como establece el Acuerdo de París.

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En el marco de la COP se han conseguido avances innegables, como el aumento de los compromisos anunciados por Europa y también por parte de muchas empresas y ciudades, así como el establecimiento de acuerdos y alianzas que han respondido al lema "es tiempo de actuar". Todo ello en un contexto de concienciación social y movilización popular sin precedentes en favor de una mayor ambición climática.

Conviene, por tanto, no pasar por alto los aciertos que permiten valorar en su justa medida lo conseguido en Madrid. En primer lugar, la propia celebración de la cumbre ha permitido mantener la necesaria continuidad del proceso de negociaciones internacionales. En segundo lugar, el acuerdo alcanzado tras la mediación de la ministra Teresa Ribera reclama que los países aumenten sus compromisos climáticos en 2020, situando el conocimiento científico como el eje principal que debe orientar los planes de reducción de emisiones y su actualización permanente. Esta referencia a la ciencia, que no pudo lograrse en la cumbre anterior, es clave para que los objetivos correspondan a la situación de emergencia climática en la que nos encontramos.

Más allá de las negociaciones entre países, Europa ha vuelto a demostrar su liderazgo con la presentación del Pacto Verde Europeo (European Green Deal); la aprobación del objetivo de emisiones netas a nulas a 2050 y la reconversión del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en un "Banco Climático", lo que permitirá movilizar un billón de euros de inversión durante la próxima década. España está alineada con estos objetivos cuyo potencial transformador se traducirá en crecimiento económico, creación de empleo de calidad y oportunidades en todos los sectores de la economía.

El número de empresas comprometidas con la neutralidad de emisiones a 2050 asciende a 177, entre ellas Iberdrola, y más de 80 países se han adherido a ese mismo objetivo. El sector financiero va a ser también protagonista de este movimiento con el lanzamiento de importantes alianzas y campañas financieras para alinear flujos de inversión con objetivos climáticos.

Las ciudades, por su parte, como grandes centros de consumo de energía van a desempeñar un papel central en la consecución de los objetivos de reducción de emisiones. De acuerdo con las estimaciones de Naciones Unidas, a mediados de siglo cerca del 70% de la población mundial vivirá en áreas urbanas. Los efectos de la contaminación causada por la utilización de combustibles fósiles sobre la salud de las personas obligan a extremar las medidas sobre la calidad del aire, entre ellas la electrificación del transporte y la calefacción y la refrigeración de los edificios. Cerca de 400 grandes ciudades se han comprometido a la neutralidad climática en 2050 durante la cumbre de Madrid. 

En definitiva, la COP 25 no solo ha constituido un éxito de organización y capacidad de involucración de los más diversos sectores, desde la energía a las finanzas y desde el transporte a la agricultura. Ha logrado por primera vez el reconocimiento formal de la importancia de los actores no gubernamentales en el ámbito de la acción climática.

La comunidad internacional tiene el reto de conseguir en doce meses que la cumbre de Glasgow 2020 se convierta en un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Estamos a tiempo de que los países presenten unos compromisos de reducción de emisiones capaces de salvar la brecha actual con respecto al objetivo de 1,5 grados. Los países y regiones más comprometidos, las empresas, la comunidad científica, las organizaciones de la sociedad civil y la opinión pública seguirán empujando con fuerza para alcanzar los objetivos.

Ignacio Sánchez Galán es presidente de Iberdrola

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