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Un futuro urbano
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Un futuro urbano

La urbanización ha cambiado el paisaje global hasta el punto de volverlo irreconocible. ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestras ciudades en crecimiento resistan la prueba del tiempo?

Infografía de la urbanización

En el año 1800, solo el 5% de la población mundial vivía en ciudades. En 2008, más de la mitad de la humanidad se había convertido en habitantes urbanos. Según la estimación de las Naciones Unidas, esta proporción crecerá hasta situarse entre el 65 y el 70% en las dos próximas décadas.

Esta enorme transformación demográfica plantea tantos desafíos como oportunidades, lo que significa que nunca ha habido una mayor necesidad de una buena planificación urbana.

Alguien que conoce esto mejor que nadie es el Dr. Joan Clos, ex director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat), quien ha seguido de cerca el progreso de la urbanización desde 1978.

«Las ciudades son motores productivos de crecimiento», asegura el Dr. Clos. «Logran economías de escala, desarrollan mercados, crean puestos de trabajo e incentivan la proliferación de nuevas actividades económicas.

«En muchas partes del mundo, el crecimiento de las ciudades supone enormes desafíos por su impacto en el medio ambiente y en las condiciones políticas, económicas y sociales». Sin embargo, tales desafíos pueden abordarse mediante inversiones y políticas urbanas para mejorar la calidad de vida en las ciudades.

El Dr. Clos, médico de profesión, cuenta con una distinguida carrera en el servicio público y la diplomacia, incluidos dos mandatos como alcalde de Barcelona.

En ONU-Habitat –su nombre completo es Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos– el Dr. Clos ha presidido lo que describe como un observatorio urbano internacional, investigando cómo las ciudades pueden gestionarse de manera positiva y asesorando a los gobiernos sobre cómo mejorar las condiciones de vida en ellas.

«La urbanización es una realidad compleja: proporciona riqueza y prosperidad, pero al mismo tiempo tiene un coste», añade el Dr. Clos. «A veces, la urbanización parece emerger espontáneamente, a menudo en forma de barrios marginales, pero necesita mejorarse mediante procesos formales como la planificación y el diseño urbanos, normativas y regulaciones.

«No se trata solo de edificios y calles: se necesita un cambio cultural».

El crecimiento de las ciudades se apreció primero en Europa y América del Norte. No obstante, en las últimas décadas Asia ha recuperado terreno rápidamente y ahora cuenta con más de la mitad de las 40 megaciudades mundiales (aquellas con más de 10 millones de habitantes), mientras que África está siguiendo su ejemplo y ya tiene tres megaciudades: El Cairo, Lagos y Kinsasa.

«Hay ciudades en África que eran pequeños municipios hace 20 años y que ahora son el lugar de residencia de millones de personas», afirma el Dr. Clos. «Los migrantes tienden a dirigirse a las ciudades más grandes, que pueden llegar a ser tan inmensas que la calidad de vida se ve limitada por su crecimiento».

Sin embargo, existen ejemplos de urbanización bien planificada. «Singapur era extremadamente pobre hace 70 años y ahora es uno de los países más ricos del mundo», apunta el Dr. Clos. «Lo que cambió fue la introducción de políticas para abordar las realidades de la vida urbana en una ciudad-estado pequeña pero muy densamente poblada.

«China también ha demostrado que el ritmo del desarrollo económico urbano puede acelerarse con políticas urbanas adecuadas».

Pero también hay amenazas serias que deben abordarse: el 80% de las ciudades más grandes son vulnerables a fuertes impactos causados por terremotos y el 60% a marejadas ciclónicas y tsunamis, mientras que todas se enfrentan al impacto del cambio climático, incluida la subida del nivel del mar.

Se avecinan crisis sociales y políticas con dimensiones catastróficas similares. Las guerras solían librarse fuera de las ciudades, pero los conflictos modernos están convirtiendo los paisajes urbanos en campos de batalla.

No obstante, el Dr. Clos es un optimista de corazón. Si bien algunos de los desafíos son desalentadores, él opina que muchas ciudades han encontrado formas de enfrentarse a ellos.

Con el cambio climático, por ejemplo, es vital que las ciudades aceleren el uso de energías renovables. También pueden descarbonizar el consumo fomentando el caminar o ir en bicicleta y las formas de transporte eléctrico, así como construyendo edificios inteligentes.

Las políticas redistributivas que ayudan a calmar las tensiones sociales son sustancialmente más sencillas en zonas urbanas con mejores servicios alimentarios y básicos como el saneamiento.

Los barrios marginales son un problema permanente, aunque no insalvable. «Muchas ciudades han implementado políticas para construir viviendas asequibles como alternativas», comenta el Dr. Clos. «Sin embargo, no es cuestión solo de mejores edificios. También se necesitan buenos puestos de trabajo para que las personas cuenten con suficientes ingresos para vivir en esos edificios. «No es tan complicado como construir un cohete, pero sí requiere un compromiso político muy exigente».

En ciertas partes del mundo donde el suministro de agua potable está limitado, incrementar el suministro requiere inversión en plantas depuradoras, energía para alimentarlas y, fundamentalmente, mecanismos políticos para proporcionar acceso al agua a todo el mundo. De hecho, la cuestión del agua refleja muy bien los desafíos de la urbanización en general, ya que cualquier solución debe basarse en una buena planificación y un buen gobierno.

«Puede llevarse a cabo incluso en los lugares más secos», asegura el Dr. Clos. «Querer es poder»

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