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El sector químico español, viento en popa
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El sector químico español, viento en popa

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La facturación del sector químico en España subió un 4% en 2018, con una facturación hasta la fecha de más de 65 mil millones de euros, indica la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique). Representa el 13% del PIB industrial y el 5,8% del total.

Sector químico

La producción industrial española continúa creciendo, según los últimos indicadores, sin embargo, no todas las señales son halagüeñas. Las exportaciones han perdido peso en el PIB, lo que lastra las manufacturas españolas. La consultora Equipo Económico, señala una tendencia que revela “una suave desaceleración”. Sin embargo, el sector químico español alcanzó cifras récord en el último año.

El sector químico español lleva 5 años en ascenso, con un crecimiento acumulado del 19%. Desde Feique, se atribuye este impulso a la propia producción y a los precios, ya que la demanda internacional de este tipo de productos ha aumentado en los últimos años. Por otra parte, explican que durante los años de la crisis (2007-2016) las empresas químicas se vieron obligadas a vender al exterior, aumentando las exportaciones hasta el 40% en 2016. En este sentido, con datos de 2018, se exporta el 60% de la producción química española, especialmente a otros países europeos. Esta cifra coloca al sector químico detrás del automovilístico en cuanto a exportaciones, pero la ralentización de la industria, así como los requisitos de una movilidad no contaminante podrían variar este escenario, situando a la industria química a la cabeza de las exportaciones industriales.

Con un 20,9% de la cifra global de negocio, las Especialidades Farmacéuticas es el sector más destacado de la industria química. Le siguen Materias Primas, Plástico y Caucho, con un 18,9%; Química Orgánica, con un 15,5%; Otros productos Químicos, con un 7,9%; Perfumería y Cosmética, con un 7,6%; Pinturas y Tintas, con un 7,0%; Materias Primas Farmacéuticas, con un 5,8%; Detergencia, con un 5,5%; Gases Industriales, con un 2,5%; Química Inorgánica, con un 2,5%; y Fibras Sintéticas, con un 0,7%, apunta Feique.

Creación de empleo

La actividad de la industria química española ya representa a día de hoy, de manera directa, indirecta e inducida, el 5,8% del PIB, indica Feique. Asimismo, cuenta con cerca de 200 mil puestos de trabajo directos; si incluimos indirectos e inducidos, la cifra asciende a casi 700 mil empleos, es decir, el 3,5% de la población activa ocupada en España. Además, según Feique, el 94% de los empleos directos son indefinidos, con un salario superior a la media.

En total, se contabilizan unas 3.000 empresas en el sector, la mitad de ellas, multinacionales. Por ejemplo, Bayer o DuPont, que llevan años instaladas en Asturias. Estas grandes empresas coexisten con pymes con buenos datos. Insight View, servicio de Iberinform, indica que el 48% de las químicas no llega a la decena de trabajadores y cuentan con una cifra de negocio de 21 millones de euros de media. Además de Asturias, Andalucía o Cataluña son algunos de los polos donde se concentran estas empresas.

Sus productos varían desde pesticidas o resinas para tratar superficies, hasta perfumes de lujo o medicamentos como la aspirina.

El futuro

Las perspectivas del sector apuntan alto. Según el informe Cepsa Energy Outlook 2030, el sector químico doblará su tamaño en los próximos 15 años, impulsado por la revolución digital, el textil, los detergentes, los plásticos para los hogares y bienes de consumo cotidiano. Los países emergentes han visto florecer su clase media, que demanda tanto productos básicos como bienes de consumo duraderos tales como los dispositivos electrónicos. España tiene un importante papel en este futuro gracias a su estratégica localización, bien comunicada para exportar, tanto a Europa como a África y América Latina. Otra baza a su favor es su capacidad de abastecimiento en materias primas, tanto nacional como a través de importaciones.

Sin embargo, existen claras amenazas, como la subida del precio del crudo, las guerras comerciales o los precios de la energía (de los más caros de Europa, que encarecen la producción y restan competitividad al sector).

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