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Reinventar los sistemas mundiales de alimentación
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Reinventar los sistemas mundiales de alimentación

Ya se trate de una enfermedad crónica, ya se trate del calentamiento global o de la pandemia de la COVID-19, podemos abordar estos problemas cambiando la forma en la que producimos y consumimos alimentos.

Hay un hecho que es difícil de asimilar: estamos produciendo más alimentos que nunca para alimentar a una población en aumento, mientras que sin embargo una de cada tres personas en el mundo sufre malnutrición.

La paradoja, conocida como la doble carga de la malnutrición, enfatiza la gravedad de la crisis alimentaria a la que el mundo se está enfrentando.

Actualmente, unos 2000 millones de personas tienen sobrepeso u obesidad, mientras que 830 millones se van a dormir con hambre cada noche. Pero el problema no solo es la salud humana, sino también la salud del planeta.

Intensificar la producción de alimentos mediante las técnicas actuales amenaza aún más la deforestación y aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero. Lo que hace todo esto más irritante es que es perfectamente posible ofrecer comida sana, asequible y medioambientalmente sostenible para todos.

Lo que se necesita es una forma de pensar un poco más imaginativa. Para expertos como el Dr. Sandro Demaio, director ejecutivo de VicHealth, una autoridad legal independiente en el estado australiano de Victoria, los alimentos, o más bien la forma en la que los producimos y consumimos, es la raíz de muchos de los problemas socioeconómicos, medioambientales y sanitarios que han asolado el planeta desde 2010.

Tanto si se trata de una enfermedad crónica como del calentamiento global o incluso la pandemia de la COVID-19, nuestra relación con los alimentos suele ser un factor coadyuvante, afirma Demaio.

«Los alimentos son un hilo rojo intersectorial primordial para muchos de nuestros mayores desafíos globales», asegura el Dr. Demaio. «Es fundamental entender que necesitamos cambiar la forma en la que producimos, consumimos y desperdiciamos comida actuando sobre nuestros sistemas alimentarios».

 

Plato y mesa de comedor

El coste de los aperitivos baratos

Replantearse el sistema de alimentación mundial no es tarea fácil. Implica cambios en la producción, el procesamiento, el envasado, el transporte, el marketing, el consumo y la eliminación. En otras palabras, las prácticas actuales que priorizan el consumo sobre la salud de las personas y del planeta deben ser reinventadas.

Un primer paso supondría dejar de inundar el mercado con prácticos aperitivos calóricos pero escasamente nutritivos, poner fin a ofertas del tipo «compre uno y llévese otro gratis» en los supermercados y a las porciones desmesuradas en los restaurantes.

«Si somos capaces de producir calorías baratas pero poco saludables con un sabor delicioso, de incentivar luego la demanda mediante intensas campañas de publicidad y venderlas a un precio artificialmente barato (ya que no pagamos por ningún tipo de consecuencia sanitaria o social en el momento de consumo), el resultado es el fracaso del mercado y el consumo excesivo. Esto es lo que está alimentando una pandemia global de obesidad e incluso el cambio climático», asegura el Dr. Demaio.

Algunas soluciones a la crisis alimentaria se incluyen en el innovador informe de 2019 de la Comisión EAT-Lancet.

Sus autores propusieron una amplia gama de medidas entre las que se incluyen la reducción del consumo de carne roja, alimentos procesados y azúcares añadidos, una reducción a la mitad de los desechos alimentarios y la introducción de procesos más sostenibles para la producción de alimentos que reduzcan el empleo de agua y fertilizantes.

Podrían surgir más propuestas de la cumbre de la ONU sobre sistemas alimentarios el próximo año, una conferencia trascendental a nivel internacional  que podría resultar decisiva para revitalizar los esfuerzos de reforma, según la opinión del Dr. Demaio, entre otros.

Los expertos en salud confían en que la cumbre ayude a alcanzar compromisos globales y un aluvión de políticas específicas para abordar el hambre y la obesidad, una especie de «Acuerdo de París sobre la alimentación».

«Básicamente, la obesidad es solo la punta del iceberg. Los verdaderos problemas surgen del concepto de externalidad. La idea de que puedes producir, promocionar y vender algo a un precio que no internaliza totalmente los costes para la sociedad o para nuestro planeta es sumamente problemática. También reprime la innovación y el progreso, ya que desvía a las fuerzas del mercado de su tarea de ofrecer e incluir soluciones nuevas y más justas.

«Las políticas fiscales, incluidos impuestos sobre la comida y el azúcar, contribuyen de alguna forma a internalizar estos costes indirectos. Se trata de reequilibrar el mercado mediante una fijación de precios más real».

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud, donde el Dr. Demaio también trabajó como asesor médico de enfermedades no contagiosas y nutrición, recomienda la introducción de impuestos al azúcar para afrontar la obesidad y otros problemas relacionados con la salud. Este organismo con sede en Ginebra estima que un impuesto sobre las bebidas azucaradas de 1 céntimo por cada 30  cl en los EE. UU. ahorraría más de 17 000 millones de USD en costes sanitarios en 10 años.

La evidencia muestra que el planteamiento funciona. En Reino Unido, donde en 2018 se introdujeron impuestos sobre el azúcar en aquellas bebidas con un contenido de azúcar superior a 5 g por cada 100 ml, el contenido de azúcar en las bebidas cayó debidamente un 29 %, reduciendo así la cantidad de calorías en 37.500 millones de calorías al año.

 

Alimentos y medio ambiente: la solución intermedia

Esta reforma también podría aportar considerables beneficios medioambientales.

La producción de alimentos es una actividad con un gran consumo energético, que recurre en gran medida a los recursos limitados del planeta, particularmente a la tierra y al agua. También es responsable de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.

En un estudio reciente, investigadores del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto Climático, el Centro de Resiliencia de Estocolmo (SRC, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones demostraron que casi la mitad de los alimentos que comemos hoy están producidos en condiciones que causan una grave degradación del medio ambiente, como la pérdida de biodiversidad, el cambio en el uso del suelo, el consumo de agua dulce y los flujos de nitrógeno.3

Pero existen formas de abordar la solución intermedia entre seguridad alimentaria y protección medioambiental.

Los investigadores descubrieron que la transformación hacia modelos de producción y consumo más sostenibles podría beneficiar hasta a 10 200 millones de personas sin causar daños medioambientales significativos.

cómo alimentar a 10.000 millones de personas de forma sostenible

Concretamente, los investigadores afirman que mejorar la eficiencia en el uso del agua en explotaciones de regadío y de secano puede triplicar o cuadruplicar los rendimientos de las cosechas en zonas de bajo rendimiento, señalando posibles beneficios globales en el suministro neto de alimentos de al menos el 20 %.

También apuntan que reducir los desechos alimentarios y abandonar la producción de carne que consume gran cantidad de recursos aumentaría el suministro neto de alimentos, ya que compensa cualquier posible descenso en el rendimiento derivado de medidas agrícolas más sostenibles.

El impacto para el medio ambiente también sería positivo. La investigación estima que la implementación de tales medidas llevará a un secuestro neto de 75 giga toneladas de carbono en comparación con los modelos agrícolas actuales.

Esto se traduce en una reducción de la concentración de CO2 en la atmósfera de 35 partes por millón, atenuando la contribución del cambio en el uso del suelo al cambio climático.

 

[1] Organización Mundial de la Salud (‎2017)‎. Impuestos sobre las bebidas azucaradas: ¿Para qué? Organización Mundial de la Salud. https://apps.who.int/iris/handle/10665/260253. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 IGO

[2] https://www.gov.uk/government/news/new-report-shows-further-sugar-reduction-progress-by-food-industry-1

[3] El estudio se basa en el modelo de Límites Planetarios, un marco concebido por el SRC y otros científicos eminentes que demarca los límites dentro de los que deberían tener lugar las actividades humanas. Así que cuantos más alimentos produzcamos empleando las prácticas actuales, mayor será la brecha que causan en estos umbrales medioambientales, algo que a su vez desestabilizará el sistema natural a largo plazo. Para más información, véase Gerten, D., Heck, V., Jägermeyr, J. et al. Feeding ten billion people is possible within four terrestrial planetary boundaries. Nat Sustain 3, 200–208 (2020). https://doi.org/10.1038/s41893-019-0465-1; véase también Rockström, J., W. Steffen, et al. (2009) Planetary boundaries:exploring the safe operating space for humanity. Ecology and Society 14(2): 32. http://www.ecologyandsociety.org/vol14/iss2/art32/

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