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Abante Pangea Insights IX - Napardi falling knives
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Abante Pangea Insights IX - Napardi falling knives

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Alberto Espelosín

Alberto Espelosín, gestor de Abante Pangea

El otro día, con cariño eso sí, un amigo me dijo que a mí como inversor me gustaba intentar agarrar los “falling knives”. Esta expresión se refiere a cuando los inversores compran una acción que está cayendo de manera sistemática y creen que han comprado a buenos precios a pesar de que la acción sigue cayendo, clavando, por tanto, el cuchillo en la mano del inversor. Cazar un cuchillo en plena caída es un juego peligroso ya que te lo puedes clavar y, a pesar de creer haber comprado a buenos precios, las pérdidas pueden continuar. Lo realmente peligroso de ejercer esta técnica es caer en el convencimiento de que podemos adivinar el precio futuro. Existen multitud de ejemplos pero me gustaría compartir el gráfico de la cotización de Nokia para explicar la expresión con la que abríamos el Insight y cuya praxis calificábamos como peligrosa. Sin embargo, si uno tiene paciencia, existe valor y margen de seguridad, es una forma muy razonable de invertir en el largo plazo.

Tras haber hecho máximo en 28,86 euros en 2007, la acción de Nokia se desplomó y la primera hornada de “cuchilleros” entró con el clásico -20% inicial (23 euros), la segunda horda entró en 15 euros por ser el mínimo anterior y la tercera cuadrilla entró por debajo de 10 euros con la certeza de que cotizar a un dígito es impensable. Cuando la acción hace suelo en la zona de 6,7 euros, todos han generado importantes pérdidas jugando a atrapar el cuchillo. Pero la segunda parte del juego es peor aún ya que los que compraron a 6,74 euros vieron cómo se desplomaba hasta 1,36 euros, pasando en esta partida lo mismo de la anterior. Sólo los más ignorantes, pero más listos, que entraron a ese último precio pensando que lo máximo que le quedaba para llegar a “cero” era poco más de 1 euro fueron capaces de generar de verdad una buena rentabilidad. Vean que es un juego abocado al error en la mayor parte de las ocasiones. Sólo el conocimiento del valor intrínseco de la compañía te permite soportar el “dolor” de ver cómo el mercado se va hacia la zona de pánico. 
 

En cualquier caso, este tipo de sistemática es lo más parecido a la famosa expresión del “péndulo” de Howard Marks, en la que el mercado tiende a exagerar los movimientos tanto alcistas como bajistas. La clave es “no jugar a atrapar cuchillos” sino saber qué estamos comprando y el valor intrínseco que tiene la compañía. Actuar así ofrece el “margen de seguridad” suficiente para evitar la preocupación por la velocidad de caída del cuchillo, eso sí, como todos los grandes gestores, y así lo dice Buffet, la clave es comprar barato. Además, entender el pánico y la euforia nos permite saber dónde está el valor en un “falling knife”. Con esto se distingue a los especuladores de los inversores, ya que los primeros sólo se preocupan por anticipar la evolución del precio mientras que los segundos compran una compañía a precios baratos con la confianza de haber desarrollado un análisis correcto.

Vivimos en un mundo en el que todos intentan justificar un modelo de inversión. Lo más común es que todo el mundo se califique como “value investor” y la verdad es que no salgo de mi asombro ya que serlo en plenitud no es fácil. Las enseñanzas de Graham valen sólo para momentos determinados en cuanto a la selección de valores aunque conviene seguirlas en su concepción de “valor” como diferencia entre valor y precio. A este respecto, creo que Howard Marks y, a posteriori, James Montier han conseguido cuadrar y trasladar al siglo XXI las enseñanzas “value” de los grandes gestores de la historia.
 

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@abanteasesores

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