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La renta variable es el activo más rentable a largo plazo, pero… ¿Cuál es la vía óptima para invertir? ¿Hacerlo directamente comprando acciones o a través de un fondo de inversión? Te contamos en este artículo todo lo que debes saber para tomar la mejor decisión.

¿Qué es necesario para invertir bien en bolsa?

La renta variable es el activo más rentable a largo plazo. Como señala el profesor Jeremy Siegel en su Guía para invertir a largo plazo (Profit Editorial, 2014), la rentabilidad real de la bolsa a largo plazo ronda el 7% anual. Pero para alcanzar (o superar) ese rendimiento son necesarios tres requisitos:

  1. Seleccionar las empresas correctas. Las rentabilidades altas son generadas por empresas bien dirigidas, rentables y que crecen. El análisis de los negocios en los que se invierte es esencial para evitar las malas inversiones y colocar el capital únicamente en compañías que generan valor para sus propietarios.
  2. Comprar a precios atractivos. Invertir no consiste, únicamente, en comprar buenas empresas. Si el precio pagado por ellas es excesivo, la sobrevaloración de la acción canibalizará la rentabilidad generada por el negocio. Si el precio es atractivo, la rentabilidad que produzca el negocio será incrementada por la favorable valoración de la acción. El precio pagado es, por tanto, un factor determinante de la rentabilidad de un inversor.
  3. Tener el temperamento adecuado. Para invertir con éxito es necesario aguantar los bandazos que da el mercado en el corto plazo y aprovechar las caídas de los precios para incrementar posiciones en buenos términos. Sin embargo, aunque comprar abajo y vender arriba es un concepto simple, se necesita el temperamento adecuado para que se pueda llevar a cabo.

Si un inversor carece de las habilidades necesarias para asumir los primeros dos puntos, puede delegar la gestión de su capital en profesionales especializados en análisis y valoración. Sin embargo, la templanza es necesaria siempre, sea cual sea la forma de invertir. En otras palabras, el control de las emociones es una obligación ineludible que deben asumir todos los inversores por el mero hecho de invertir.

¿Cuánto capital se necesita?

Uno de los principios básicos de la inversión es la importancia de la diversificación. Diversificar implica repartir el capital entre un número suficiente de empresas para evitar que una pérdida individual sea tan abultada que lastre al conjunto de la cartera y derive en una merma irrecuperable. Además, tener una cartera diversificada permite que el capital se beneficie de las ganancias generalizadas de las bolsas en un entorno de subidas y que no se quede aislado por estar concentrado en un pequeño nicho del mercado que no sube. Por último, con el equilibrio que aporta la diversificación se consigue un perfil de rentabilidad suavizado, con el que alcanzar los objetivos perseguidos sufriendo la menor cantidad de bandazos posible.

El grado de diversificación adecuado en el caso de la inversión directa, únicamente se puede alcanzar con capitales grandes. Sólo estos permiten invertir una cantidad relevante en cada una de las 30 o 40 empresas que se deben tener en una cartera, sin que las comisiones de intermediación supongan un lastre relevante. Sin embargo, el empleo de fondos de inversión asegura el nivel de diversificación necesario para capitales modestos. Esto es posible porque una participación de un fondo representa un derecho sobre toda la cartera que lo conforma. Si dicha cartera está bien diversificada, el capital del inversor, por pequeño que sea, estará igualmente diversificado incluso si sólo ha suscrito una participación.

¿Cuánto tiempo se le debe dedicar?

El análisis de una empresa sirve para conocer cómo funciona la compañía, cómo gana dinero, cómo es el sector en el que opera y cómo se relaciona con sus competidores. Al análisis inicial, que puede durar varias semanas, se le suma el mantenimiento que ha de realizarse a lo largo de todo el periodo de inversión. Además de los resultados trimestrales y anuales, es necesario estar al día de lo que hagan los competidores, los clientes, los reguladores y de cualquier noticia capaz de alterar las dinámicas del negocio.

Por su parte, gestionar una cartera implica tomar decenas de pequeñas decisiones. Además de las compras y las ventas, es necesario establecer qué se hace con los dividendos que se van cobrando, cuándo se rebalancean los pesos de cada inversión, cómo se gestiona la liquidez obtenida por una nueva aportación o el ritmo con el que se deben liquidar inversiones ante la necesidad de rescatar el capital, etcétera.

Tanto el análisis de compañías y sectores como la gestión de una cartera son actividades muy intensivas en número de horas. Si se opta por la inversión directa es imprescindible plantear el presupuesto de tiempo del que se dispone.

¿Qué consideraciones fiscales tiene?

La inversión directa en acciones tiene en la fiscalidad su gran desventaja respecto a la inversión indirecta a través de fondos.

Cuando un inversor vende acciones con beneficios, debe tributar por la ganancia en el ejercicio fiscal correspondiente. La merma de capital que se produce con cada pago de impuestos entorpece la acumulación de beneficios y la actuación del interés compuesto. En otras palabras, la fiscalidad es un obstáculo de la inversión directa que dificulta que el inversor alcance sus objetivos de rentabilidad mediante la inversión directa.

Por otro lado, la fiscalidad de la inversión en fondos es ventajosa porque el inversor sólo debe tributar por los beneficios cuando hace un rescate de los fondos. Los beneficios de las operaciones realizadas dentro del fondo tributan únicamente al 1% y, de esta manera, se incentiva la inversión a largo plazo. Además, el traspaso entre fondos no tributa. Así que el inversor puede ajustar el contenido de su cartera según sus expectativas, cambiando la configuración de los fondos que posee y sin incurrir en una carga fiscal.

Conclusión

Invertir de manera directa en acciones es un trabajo que exige experiencia, conocimiento y una dedicación constante. Bien hecha, permite obtener altas rentabilidades a largo plazo. Pero, en caso contrario, puede generar pérdidas significativas e irrecuperables. Por este motivo, a menos que un inversor particular pueda gestionar sus inversiones como un profesional, la inversión a través de fondos es la opción más eficiente y que mejor se ajusta al mayor número de personas.

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