¿Podrá el BCE tomarse un respiro este verano?
En junio, el Banco Central Europeo (BCE) amplió lo que ya era un programa de compras de activos considerable. Habiendo dado la espalda a nuevos recortes de los tipos de interés, ¿cuenta todavía con suficiente munición monetaria como para apuntalar a una de las mayores víctimas económicas de la pandemia?
El BCE ha sido flexible con su programa de expansión cuantitativa (QE) de emergencia a medida que los daños económicos de la pandemia continúan evolucionando, afirma Rowena Geraghty, analista soberana de Mellon. El programa, conocido oficialmente como programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP, por sus siglas inglesas), se concentra en comprar deuda de los sectores público y privado, y ya ha absorbido un 76% de este último mercado, con un volumen total de 46.000 millones de euros.1
“Como otros bancos centrales globales en plena crisis de coronavirus, el BCE continúa desafiando los límites de lo que se considera como política monetaria convencional”, afirma. “La entidad ha venido proporcionando estímulo monetario desde que estallara la pandemia con su programa PEPP, que recientemente se ha ampliado y ha superado las expectativas tanto en términos de magnitud como de duración.”
Un poco de historia
Introducido inicialmente en marzo, el PEPP definió en un principio cómo el BCE compraría un volumen de deuda de 750.000 millones de euros hasta fin de 2020, abarcando todos los instrumentos elegibles en el marco de sus programas existentes de compras de activos (concentrados en deuda de los sectores público y privado), bonos de titulización de activos (ABS) y cédulas hipotecarias.2
Con objeto de elevar la flexibilidad del BCE a la hora de comprar activos, el programa renunció a los requisitos de elegibilidad para la deuda pública griega y amplió la lista de activos permitidos para incluir pagarés de empresas no financieras en el componente de deuda corporativa.3
Las nuevas medidas, consideradas como “transitorias” por la entidad, iban a durar hasta superada la fase de crisis del virus, pero como mínimo hasta fin de 2020. No obstante, dado que el virus continúa causando estragos, el banco central ha ensanchado su postura, opina Geraghty.
A comienzos de junio, el BCE comprometió 600.000 millones de euros adicionales, elevando el programa a 1,35 billones de euros y ampliando su duración en seis meses, hasta junio de 2021.4
Pese a esta expansión, no obstante, Geraghty afirma que nuevos aumentos del plan podrían no producirse, teniendo en cuenta que el BCE dispone de otras herramientas que podrían permitirle evitar recurrir a una de sus medidas más notorias.
“El BCE mantiene un lenguaje expansivo por lo que respecta a futuras subidas potenciales de la QE, pero continúa proporcionando liquidez adicional y muy barata a los bancos”, afirma la analista.
“Dicho esto, no ha optado por recortar sus tipos de interés, al considerar tal medida relativamente inefectiva.”
Aunque podría ser demasiado pronto como para concluir que el BCE se está quedando sin munición para alcanzar su objetivo de inflación del 2%, Geraghty considera que la entidad podría tener que ser más inventiva. “Por este motivo, está solicitando asistencia a otras autoridades, como la Comisión Europea”, explica.
Así, uno de los principales temas a tratar es cómo intervendrá exactamente esta última.
Respaldo fiscal
Todo comenzó con una propuesta de Alemania y Francia. Los dos países expusieron planes de un “fondo de recuperación” de 500.000 millones de euros, ofreciendo subvenciones a fondo perdido a las regiones europeas más castigadas por la pandemia. El capital sería distribuido a través de un presupuesto común europeo compuesto de contribuciones de todos los 27 países miembros5, que en última instancia emitiría deuda común europea para respaldar la recuperación económica de la eurozona.
En opinión de Geraghty, algo así reduciría la presión sobre el BCE, sobre todo a la luz de la contracción prevista de la economía de la eurozona, de un 10% este año.
Inspirada por el plan francoalemán, la Comisión Europea propuso un paquete de ayuda para el coronavirus mayor aún, con un volumen total de 750.000 millones de euros. De esta cifra, alrededor de 560.000 millones están destinados directamente a los gobiernos entre 2021 y 2024. No obstante, el plan todavía tiene que ser aprobado por distintos líderes de la UE, lo cual no está previsto hasta una cumbre especial a finales de julio.
Dicho esto, Geraghty considera poco probable que se apruebe la propuesta de la Comisión Europea. Ya existen señales de desacuerdo entre los países miembros sobre cuánto debería incluirse y cómo debería asignarse, y dado que tanto está todavía por definir, es difícil prever qué aspecto tendrá el paquete final.
Pese a ello, la analista sospecha que será similar a la propuesta original: “Aunque distintos actores están proponiendo muchas versiones distintas del fondo de recuperación, creemos que el estímulo acabará siendo muy similar al propuesto recientemente por Merkel y Macron: un fondo de 500.000 millones de euros que incluirá subvenciones para los países más afectados por la pandemia.”
“Dado que la canciller Merkel tomará las riendas del Consejo de la UE en julio, es probable que aproveche el turno de Alemania en la presidencia para lograr un acuerdo sobre el plan francoalemán del fondo de recuperación, que será un elemento clave de su legado antes de que finalice su mandato el año que viene”, concluye Geraghty.