Columbia Threadneedle Investments
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Redefinición del Ciclo - Perspectivas del Mercado para 2019

Redefinición del Ciclo - Perspectivas del Mercado para 2019

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LONDRES, 29 NOVIEMBRE 2018: Mark Burgess, Vice-director Global de Inversiones y Director de Inversiones para EMEA, Columbia Threadneedle Investments comparte sus perspectivas de mercado para 2019.

Resumen


•    Ya hemos asistido al mercado alcista más prolongado de la historia y a una trayectoria alcista muy dilatada en el tiempo. Por esa razón, vemos este ciclo encaminándose claramente a su final, aunque no creemos que al final sea inminente – por el contrario, el ciclo se está redefiniendo y extendiendo a través de una combinación de factores estructurales que desembocan en bajo interés, baja inflación y un crecimiento moderado constante.  Las señales de alarma que supervisamos como indicativas de un drástico vuelco en la tendencia no coinciden en señalar la proximidad de dicho momento cuando nos adentremos en 2019.
•    Nuestro escenario central prevé que el crecimiento en Estados Unidos se vaya moderando en 2019 a medida que el impacto de los estímulos fiscales se desvanece. La inflación debería mantenerse bajo control y las valoraciones deberían seguir revelándose razonables, lo que se traduciría en un entorno benévolo en líneas generales para los inversores.
•    Vaticinamos que los mercados mundiales de renta variable se anotarán discretos (pero positivos) avances, los beneficios empresariales seguirán creciendo, las compañías adoptarán medidas favorables para los accionistas y las valoraciones seguirán siendo propicias.
•    En los mercados de renta variable, seguimos otorgando prioridad a las firmas con reducidas necesidades de capital y altas rentabilidades que muestren capacidad para incrementar su cuota de mercado y exhibir unos precios sostenibles. Conforme las cadenas de valor siguen evolucionando, los modelos tradicionales de negocio quedan desfasados y la tecnología alcanza su pleno desarrollo, aquellas compañías capaces de innovar deberían seguir prosperando.
•    Aunque 2018 no resultó ser un año muy bueno para la renta fija, 2019 deparará a buen seguro unos resultados mucho más atractivos a los inversores que sepan gestionar unos ciclos de política monetaria y de crédito altamente divergentes. El alto nivel de apalancamiento presente entre las compañías estadounidenses en comparación con las europeas supone un motivo de inquietud, si bien somos de la opinión de que existen grandes oportunidades en sectores y regiones específicos. La energía, las telecomunicaciones y la alimentación y bebidas representan sectores que en el pasado han aumentado su apalancamiento, pero ahora muestran numerosas compañías reduciendo sus niveles de endeudamiento.
•    La deuda soberana de los mercados emergentes ofrece una oportunidad interesante en 2019 tras el drástico repunte de los rendimientos, si bien los inversores tendrán que ser cuidadosos, pues habrá enormes diferencias en ese bloque.
•    En líneas generales, seguimos prefiriendo la renta variable a la renta fija, aunque de manera menos rotunda que en 2018.
•    Con todo, prestar atención a los riesgos cobra una vital importancia para invertir con éxito y, en 2019, vigilaremos muy de cerca si la economía estadounidense empieza a presentar indicios de sobreestimulación, lo que desembocaría en un repunte de la inflación. Las guerras comerciales, los acontecimientos geopolíticos imprevistos y cualquier fragmentación adicional de la UE podrían incidir también en las rentabilidades de la inversión. Por último, tanto los gobiernos como las empresas y las personas presentan un alto endeudamiento, y debemos controlar de cerca cualquier señal de alarma que pueda derivarse de esto.


Perspectivas macroeconómicas 


Esperamos un modesto crecimiento económico en todo el planeta. Esto permitirá que las empresas sigan generando unos beneficios saludables y apoyará el crecimiento, lo que beneficiará, a buen seguro, a los propietarios de acciones más que a los tenedores de obligaciones y bonos. En la actualidad, las valoraciones se hallan en cotas razonables, de ahí que veamos probable en 2019 una continuación del benévolo entorno de 2018, a igualdad de otros factores.
Aunque el crecimiento en EE. UU. se moderará en 2019 a medida que el impacto de los estímulos fiscales se desvanece y la Fed sube los tipos en consonancia con las expectativas del mercado (manteniendo la inflación a raya), pronosticamos que el relativamente buen crecimiento económico registrado en Europa persistirá el próximo año.
La subida de los tipos de interés podría suponer un lastre tanto para la renta variable como para el crédito, al generar rentabilidades negativas por duración en el crédito y dañar a la renta variable por la búsqueda de rendimientos en activos de menor riesgo. Dicho esto, en los albores del nuevo año, seguimos prefiriendo la renta variable (así como las commodities y los inmuebles comerciales) al crédito, aunque seguimos manteniendo una postura bastante neutral en términos de apetito por el riesgo. Conservamos una actitud positiva respecto a la renta variable de Europa, Asia y, en particular, de Japón dentro de esta favorable asignación a dicha clase de activos en líneas generales.
Consideramos que los mercados de deuda de los países centrales son algo más interesantes que hace bastante tiempo. Las valoraciones del crédito parecen situarse en la media, y si bien los rendimientos de la deuda de los países centrales han experimentado un ligero incremento, los rendimientos absolutos de los bonos revisten, hoy por hoy, un mayor atractivo.

Renta variable


Conforme nos acercamos a 2019, los mercados de renta variable han experimentado un repunte de volatilidad como no se veía en varios años. La revisión al alza de las expectativas de inflación desencadenó una espiral de ventas generalizada en todo el mundo, al descontar los inversores un probable endurecimiento monetario. Ello afectó a las valoraciones de las acciones de crecimiento de larga duración, una situación que ha prevalecido en los mercados tras la crisis financiera mundial y que ha desembocado en lo que algunos han denominado «la década perdida del valor».
La cuestión radica en si esto marcará el final del ciclo vigente, lo que se traduciría en un cambio en el liderazgo del mercado. Como se ha comentado al principio, no creemos que este final sea inminente. El crecimiento de los beneficios empresariales sigue vigente en todo el mundo, y las valoraciones parecen atractivas en comparación con sus medias históricas y unos datos económicos favorables. Por consiguiente, el reciente retroceso del mercado constituye una oportunidad.
Con el restablecimiento de las valoraciones de los títulos de crecimiento secular atractivos, este entorno representa un terreno fértil ideal para aquellos inversores con un enfoque ascendente (bottom-up) capaces de identificar acciones que cotizan por debajo de su valor intrínseco. Cualquier intensificación en la dispersión de las rentabilidades derivada de un repunte sostenido de la volatilidad debería traducirse en mayores oportunidades para los gestores activos.
Seguimos priorizando las empresas con reducidas necesidades de capital y altas rentabilidades que muestren capacidad para incrementar su cuota de mercado y exhibir unos precios sostenibles. Aunque el sector de la tecnología ha acaparado gran parte de la atención en los últimos años, este fenómeno está presente en todos los sectores, y la dispersión de los beneficios entre las compañías de mayor y de menor calidad se está tornando cada vez más acusada. Conforme las cadenas de valor siguen evolucionando, los modelos tradicionales de negocio quedan desfasados y la tecnología alcanza su pleno desarrollo, aquellas compañías capaces de innovar deberían seguir prosperando.
Los beneficios empresariales están creciendo, las compañías están adoptando medidas favorables para los accionistas, las valoraciones son razonables y los rendimientos de los bonos no deberían experimentar una subida muy intensa. En resumen, en 2019 cabe esperar cierta continuidad.
Ahora bien, seguimos siendo conscientes de los riesgos potenciales para los mercados de renta variable, ya provengan de la vigente retórica en torno al comercio, los temores inflacionistas o la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Así pues, los inversores deben estar preparados para una mayor volatilidad en 2019.

Renta fija


Existe la creencia generalizada de que invertir hoy en renta fija implica un mayor nivel de riesgo que en años anteriores, porque nos encontramos en las «las últimas fases del ciclo». Esta idea no resulta constructiva en términos de inversión, y también se revela imprecisa cuando observamos de cerca la evolución de industrias, sectores y regiones. La política monetaria apunta divergencias en todo el mundo, los tipos de interés en Estados Unidos revisten un mayor atractivo por el significativo alza de los rendimientos, y la función de reacción de la Fed tiene visos de cambiar. A la vez, seguimos teniendo una postura defensiva sobre los tipos de interés en otros mercados desarrollados, donde el ciclo de subidas de tipos no ha hecho sino empezar. En lo que respecta al crédito corporativo, nos preocupa el elevado nivel de apalancamiento que manifiestan las compañías estadounidenses, pero detectamos oportunidades en todo el sector y divergencias a escala regional en la deuda corporativa.
El ciclo de crédito en el consumo es un foco de luz, y vemos oportunidades interesantes para generar ingresos en el mercado de productos estructurados. El crédito soberano —en particular el de los mercados emergentes— ofrece una interesante oportunidad en 2019 tras el drástico repunte de los rendimientos, si bien anticipamos enormes diferencias entre los países. Por esa razón, aunque 2018 resultó un año negativo para la renta fija, 2019 deparará a buen seguro unos resultados mucho más atractivos a los inversores que sepan gestionar unos ciclos de política monetaria y de crédito divergentes.
Creemos que surgirán oportunidades para generar atractivas rentabilidades ajustadas al riesgo en 2019, y para identificarlas será necesario comprender la dinámica divergente de los mercados en relación con los ciclos de política monetaria y de crédito.


Ciclo de política monetaria


En EE. UU., el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) lleva tres años inmerso en un ciclo de subidas de tipos, y prácticamente un lustro en un ciclo de endurecimiento que inició con la reducción gradual (tapering) de las compras de activos en 2013. Con los rendimientos reales (una vez deducida la inflación) en las cotas más altas de los países desarrollados, la Fed se halla ahora próxima a lo que la institución describe como un «tipo neutral». Así pues, a medida que nos adentramos en 2019, vaticinamos que la Fed cambiará el planteamiento de «orientación futura sobre tipos de interés» que ha empleado en los últimos años (caracterizado por subidas de tipos trimestrales y predecibles) por otro de «dependencia de los datos», en el que la evolución más reciente de las cifras alterará la trayectoria de la política. Salvo en el caso de desbocarse la inflación, esperamos que la Fed haga una pausa en su ciclo de subidas trimestrales de tipos en 2019 y abogue por un enfoque de «esperar y ver».
Cabe prever que el Banco Central Europeo empiece a subir los tipos de interés el año que viene, mientras que el Banco de Inglaterra podría reconsiderar su política de tipos de interés bajos en el caso de que conseguirse un brexit razonable. En los mercados emergentes, ya hay varios bancos centrales que están incrementando los tipos, y otros probablemente harán lo propio el próximo año.
•    Por consiguiente, los tipos de interés en Estados Unidos revisten un mayor atractivo por el significativo alza de los rendimientos, y la función de reacción de la Fed tiene visos de cambiar. Entretanto, seguimos teniendo una postura defensiva sobre los tipos de interés en otros mercados desarrollados, donde el ciclo de subidas de tipos no ha hecho más que empezar.

Ciclo del crédito corporativo


El ciclo del crédito corporativo se suele citar como un motivo de preocupación, algo lógico si se tiene en cuenta que los niveles de apalancamiento en términos agregados se hallan en cotas más altas que hace cinco años. Sin embargo, aunque muchas compañías han aumentado su apalancamiento en los últimos años con el propósito de financiar adquisiciones estratégicas, ahora están reduciendo la deuda. Los sectores de la energía, los metales y la minería atravesaron un ciclo completo de crédito hace un trienio, caracterizado por el descenso de los precios, una ralentización industrial y un aumento de los impagos, si bien los valores corporativos en este ámbito están experimentando actualmente un repunte de los beneficios junto con un descenso del apalancamiento.
•    Los parámetros de crédito en el Viejo Continente parecen denotar algo más de fortaleza que en Estados Unidos, mientras que otros países como China muestran unos niveles de deuda más inquietantes. Habida cuenta de que los diferenciales de crédito resultan ahora caros respecto a sus medias históricas, consideramos que los valores que cosecharán una mejor rentabilidad en 2019 serán aquellas compañías y sectores que se comprometan con la robustez de sus balances para sortear la potencial volatilidad futura. La energía, las telecomunicaciones y la alimentación y bebidas representan sectores que han aumentado en el pasado su apalancamiento, pero ahora muestran numerosas compañías reduciendo sus niveles de endeudamiento.

Crédito soberano


Uno de los hechos reseñables de 2018 ha sido el grado en el que el crecimiento ha superado las expectativas en Estados Unidos, lo que contrasta con la desaceleración registrada en otros mercados desarrollados y en los emergentes. Vaticinamos que 2019 será un año en el que esta relación se normalizará, trayendo consigo estabilidad en Europa y un repunte de los mercados emergentes. Los países que muestren un compromiso con instituciones creíbles y adopten políticas fiscales prudentes recibirán su recompensa. Las decepciones en materia de crecimiento y política que hemos presenciado en los últimos años han disparado al alza los rendimientos en muchos países como Brasil, México, Turquía, Argentina e incluso Italia. Muchas de estas naciones podrían perfilarse como sólidas inversiones en el caso de que sus responsables políticos mantengan la deuda por la senda de la sostenibilidad.


Riesgos


Hay una serie de riesgos que vigilamos muy de cerca y que podrían incidir en estas perspectivas. La sobreestimulación de la economía estadounidense con el objetivo de respaldar un sólido crecimiento podría tornarse un factor inflacionista, lo que provocaría que la Fed endureciese la política monetaria de una manera más agresiva de lo que se espera en la actualidad y sembrase el nerviosismo en los mercados. También persisten las preocupaciones geopolíticas, entras ellas, el recrudecimiento de la guerra comercial o las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Arabia Saudí. En Europa, el principal riesgo radica en una cierta fragmentación de la Unión Europea, ya sea por el presupuesto italiano, el auge de los partidos políticos de derecha o los efectos de cualquier acuerdo que se alcance en torno al brexit.
Si bien la incertidumbre sobre el desenlace del brexit plantea riesgos, puede que un Gobierno laborista liderado por Corbyn tenga mayores repercusiones en el mercado interno del Reino Unido.
Por último, seguimos preocupados por los niveles de endeudamiento en el mundo, en particular en la deuda soberana y corporativa, con una deuda neta respecto al PIB que parece cada vez más insostenible, como en el caso de China.

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