Fidelity: Europa oriental, Oriente Medio, África y Latinoamérica - Todavía tomando el sol
A continuación compartimos una perspectiva detallada sobre el panorama empresarial de Europa, Europa Oriental, Oriente Medio, África y Latinoamérica resultado de las opiniones arrojadas por 165 analistas de Fidelity que participaron en la edición de este año de nuestra encuesta.
El indicador de sentimiento de Fidelity se sitúa en 0,9, frente a 1,5 el año pasado.
A pesar del descenso del indicador de sentimiento, la región de EMEA/LatAm sigue arrojando una lectura elevada; de hecho, es la más positiva de todas las regiones. La explicación es sencilla. Hace un año, la región de EMEA/LatAm se enfrentaba a un calendario repleto de juicios por corrupción y elecciones, pero lo ha dejado atrás en su mayor parte y sigue beneficiándose de la fortaleza de los precios de las materias primas, que dan impulso a las economías de muchas partes de la región. Lo que más destaca es su ciclo industrial: nada menos que un 92% de los analistas que cubren la región afirma que se mantiene en algún tipo de fase de expansión, muy por encima del resto de regiones.
Estas perspectivas positivas se refuerzan, además, por el hecho de que un tercio de los analistas -la proporción más elevada de todas las regiones- asegura que los equipos directivos tienen más confianza. Otro 42% espera que la inversión empresarial aumente, lo que representa un considerable incremento sobre el 31% del año pasado. Ninguna otra región muestra una mejoría en este sentido. “Algunas empresas petroleras y acereras rusas han salido favorecidas inesperadamente con la fortaleza del dólar, y el aumento de los precios del petróleo y las materias primas han elevado sus rentabilidades por flujo de caja libre en dobles dígitos, lo que les ha permitido invertir en el negocio y repartir dividendos”, señaló un analista que cubre la región.
Sin embargo, la región de EMEA/LatAm no está libre de amenazas geopolíticas. Tres cuartas partes de los analistas apuntan al efecto negativo que ejercen sobre la región las medidas proteccionistas. Esa cifra es más alta que en cualquier otra región, tal vez debido principalmente a la dependencia de las exportaciones a EE.UU. que caracteriza a México y Centroamérica. Este hecho también se refleja en el efecto de la inversión en la región. La mitad de los analistas piensa que la inversión se resentirá, frente al 38% del año pasado.
Europa: Más pesimismo que catastrofismo
El indicador de sentimiento de Fidelity se sitúa en 0,6, frente a 1,6 el año pasado.
El creciente optimismo que se observaba el año pasado por estas fechas ha dado paso al pesimismo. Aparte de China, ninguna otra región ha experimentado un salto tan grande en el número de directivos con menos confianza, afectados por la desaceleración de la economía, el Brexit y el populismo. “La dimensión macro europea, los tipos de interés y el efecto del Brexit sobre la confianza de los consumidores son los mayores factores de riesgo y afectan a los fundamentales del sector financiero europeo. Nuestra hipótesis más adversa es un aumento de la inflación y un descenso del crecimiento”, declaró un analista que cubre el sector financiero europeo.
Un tercio de los analistas menciona el descenso de las rentabilidades, frente al 13% del año pasado, pero a diferencia de Japón, las causas que lo explican son diversas, entre ellas el crecimiento más lento de la demanda final, el aumento de los costes, las dificultades de tipo normativo y las presiones competitivas. Sin embargo, las empresas están respondiendo. Ha aumentado el número de analistas que ven cómo sus empresas reducen el endeudamiento y la mitad tiene empresas que están posicionando de forma conservadora sus balances, frente a un tercio en 2018.
A pesar de que los directivos están adoptando una postura de mayor cautela, no deberíamos olvidarnos de las autoridades. Más de tres cuartas partes de nuestros analistas creen que los estímulos presupuestarios tendrán un efecto neutral, frente a tan solo el 17% el año pasado. Dado que una cuarta parte de nuestros analistas apunta a una desaceleración del ciclo industrial en Europa, la política presupuestaria podría no ofrecer el impulso que sí dio en el pasado.