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¿Ha hecho el BCE lo correcto?
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¿Ha hecho el BCE lo correcto?

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Por Paras Anand, Director de Renta Variable Europea:

"El debate sobre los méritos de la decisión que ha tomado el BCE -que en mi opinión tiene bastantes defectos- sigue en segundo plano. La noticia positiva para nosotros, como inversores europeos, es que a pesar de la aparente significancia de un evento macroeconómico de este calibre vemos que los precios de las acciones en toda la región se apoyan en el análisis ascendente -es decir, en los fundamentales específicos de las empresas- y no en uno descendente. Por este motivo merece la pena resumir de qué forma el anuncio del BCE puede tener un efecto positivo a largo plazo en la región inferior al esperado:
 
En primer lugar pienso que este plan ha sido tan debatido y anticipado que tiene ya poco potencial, tanto en los mercados como en la economía real, pues posiblemente las intenciones “latentes” del BCE de estimular el crecimiento mediante la compra de deuda tuvieron más impacto en sí mismas que el que logrará la materialización efectiva de dicha compra. Dichas intenciones bastaron para eliminar los temores sobre la calidad de los bonos soberanos más débiles que afloraron hace tres años, otorgando a su vez tiempo al sector financiero para que fortaleciese su capital y redujese el riesgo de su modelo de negocio.
 
En segundo lugar, los ajustes internos dentro de la región tras el boom de la pasada década iban a tener claramente un profundo elemento deflacionista, pues todos los costes y precios bajaron para adecuarse al menor nivel de demanda. Pero hemos etiquetado con demasiada rapidez el actual colapso de la inflación como estructural -en lugar de cíclico-.

La historia nos ha mostrado que el sector corporativo europeo ha emergido de cada crisis en mejor forma de lo que entró, con mayor foco en la creación de valor a largo plazo para los accionistas; y ha jugado, por turnos, un rol más importante en el impulso económico con cada ciclo sucesivo. Esto es, más que ningún otro factor, lo que realmente diferencia a la actual situación europea de la situación histórica de Japón. Se puede también argumentar que deberíamos impulsar un ciclo de “destrucción creativa” normal, en el cual los activos sean transferidos de unas manos débiles a unas fuertes, y una mayor relajación cuantitativa no ayuda a este proceso.
 
En tercer lugar, uno de los puntos más discutidos es en qué medida el posicionamiento del BCE, como “comprador siempre presente” de deuda pública, alivia la presión para llevar a cabo una reforma estructural sobre las economías que necesitan desesperadamente llevarla a cabo. Muchos países de toda la región, pero particularmente Italia y Francia, necesitan tomar medidas duras a día de hoy para activar el potencial a largo plazo de su bien formada y educada fuerza laboral, a efectos de impulsar la competitividad pero también -y esto es importante- la creación de nuevos negocios. De nuevo parece que la relajación cuantitativa por sí misma poco puede ayudar en este aspecto.
 
Por último, existe un debate válido sobre si la integración a lo largo de la región está siendo instigada o por el contrario obstaculizada por la estructura del paquete del BCE. Pese al énfasis reciente en las fisuras en Europa desde un punto de vista tanto económico como político, una perspectiva más desapasionada sugiere que, en el pasado reciente, los vínculos en la región se estaban reconstruyendo en silencio.

Alemania ahora pone un mayor énfasis en las reformas que en la austeridad, en una supervisión sincronizada de los bancos regionales clave, en la reanudación de la actividad transfronteriza de las empresas y -muy importante- en el reconocimiento de que el aumento de los populismos es una cuestión compartida y no local, lo cual debe por tanto impulsar una mayor colaboración entre los gobiernos de toda la región.

El aspecto alentador que hemos visto ha sido una forma de pragmatismo; un impulso del espíritu de colaboración y entendimiento informales en lugar del constante recurrir al “libro de las reglas”. Me temo que este programa del BCE -con su foco en el “último recurso” y obligaciones legales bajo diversos escenarios negativos- nos empuja en la dirección opuesta".

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