La política marca el escenario económico
A falta de unas semanas para que acabe el año 2018 no deja de sorprenderme cómo ha cambiado la narrativa del mercado. El “crecimiento sincronizado” a nivel mundial se ha sustituido por “desaceleración sincronizada”, especialmente acusada en Europa en los últimos meses. Si el año pasado prácticamente todos los mercados de renta variable y en renta fija acabaron con rendimientos positivos, este año salvo la renta variable americana, el resto de los activos cotizados muestras pérdidas sustanciales ajustadas por el riesgo incurrido. ¿Qué ha sucedido? No hay una sola explicación, pero creo que es razonable pensar que no ha contribuido de forma positiva el empeño por parte de los políticos de dejar su impronta. El enésimo gobierno en Italia (desde 1949, ni más ni menos que 65 diferentes) ha echado un pulso a Europa con los presupuestos presentados para el año 2019, elevando la cifra de déficit público junto con unas cifras de crecimiento económico que ningún economista de la Comisión Europea se atreve a legitimar. Italia, que es un país con una deuda pública sobre PIB superior al 130%, no parece que sea razonable que no cumpla las recomendaciones para que su deuda entre de nuevo en la senda de la sostenibilidad. Su tipo de interés ha repuntado hasta superar los 300 puntos básicos (diferencial frente al bono alemán a 10 años). Las elecciones en Europa del próximo mes de mayo marcarán los pesos de las diferentes fuerzas políticas y las decisiones a tomar con los países de la UE. Europa tiene otro reto de calado al que hacer frente, se llama BREXIT. Los partidos políticos del Reino Unido indiscutiblemente, salvo que se decida celebrar una nueva consulta, tienen que hacer frente al resultado del referéndum del año 2016, y el resultado probablemente será negativo tanto para nuestros intereses como para los suyos, con independencia de la “venta” del acuerdo que haga cada una de las dos partes frente a sus votantes.
Otro terremoto político en los últimos meses ha sido provocado en este caso por EE. UU. Alcance o no un acuerdo comercial de mínimos antes de acabar el año con China, el daño infligido a las empresas que operan en ambos mercados ha sido mayúsculo. La incertidumbre nunca ha sido un buen acompañante de las decisiones financieras ni tampoco de aquellos sectores con una gran dependencia de la financiación. Una muestra de ello ha sido el colapso en bolsa de las compañías del sector de automóvil en Europa, afectadas adicionalmente por la entrada en el mes de septiembre de la nueva regulación WLTP de emisiones contaminantes. Tanto los fabricantes como las empresas de componentes han visto sus estimaciones de ventas y márgenes revisadas a la baja sustancialmente. China representa más del
60% de las ventas a nivel global de automóviles. Por lo tanto, en el año 2019 será clave las medidas acordadas o paliativas que tome China para revertir una caída de las ventas ya conocidas en el último trimestre de este año.
Los últimos agentes que han comenzado a añadir volatilidad en el segundo semestre del año, haciendo lo correcto en mi opinión, han sido los Bancos Centrales. La Reserva Federal ha sido la primera en desconectar a la economía americana del mantra de tipos cero y el BCE es muy probable que siga los pasos de abandonar la compra de activos muy pronto. Se acabó la inundación de liquidez en el mercado. Por primera vez en los últimos 10 años, la extracción de liquidez ha sido mayúscula en los últimos 5 meses (más de 500bn de dólares en media mensual). Menos liquidez lo traduciremos en un menor múltiplo pagado por unos beneficios que languidecen, aunque siguen registrando crecimiento positivo.
Entiéndanme bien, no se trata de anticipar cuándo tendremos una recesión ni cuando la bolsa caerá un 20%; sería un desprecio a la inteligencia. Pero lo que sí creo es que, con un ciclo económico maduro y beneficios en máximos históricos, que Europa se ha perdido frente a EE. UU.; con una menor liquidez en el sistema y con una deuda agregada que está en máximos históricos; la incertidumbre va a ser una nueva constante y los potenciales retornos van a ser menores que en los últimos años, lo que no es óbice para que el incremento de volatilidad nos traiga periodos recurrentes de euforia.
Javier Rillo Sebastián
Gestor de inversiones
lbercaja Gestión