¿Hay riesgo de burbuja en la bolsa?
“Rotundamente no”. Esa es la concisa y clara respuesta de Antonio Manzano, gestor de Renta Variable de Santalucía AM.
Y es que, desde el annus horribilis de 2022, en el que los mercado bursátiles acumularon caídas superiores a los dos dígitos, las bolsas han experimentando un rally que no parece encontrar techo, por lo que entre los inversores no profesionales se extiende el temor a una burbuja financiera en las bolsas, en general, y en grandes empresas tecnológicas (“7 magníficas”), en particular.
¿Cómo se crean las burbujas?
“Las burbujas se producen cuando el mercado deja de reflejar la realidad de una manera muy ostensible”, afirma Antonio Manzano. Explica que si se repasan episodios pasados de este tipo “el mercado estaba financiando a unas compañías que carecían de solidez de balance. En el caso de la burbuja de crédito o incluso, de ingresos, como ocurrió en la de las puntocom. En otras ocasiones, se ha entrado en manías colectivas, como el caso de la burbuja de los tulipanes en el siglo XVII”.
Recordemos brevemente cómo fueron estas conocidas burbujas que colapsaron países, índices e, incluso, al sistema financiero global:
Burbuja de los tulipanes (Holanda, siglo XVII)
Por aquel entonces, los Países Bajos experimentaban un período de gran riqueza gracias al comercio y las colonias, y los tulipanes se volvieron increíblemente populares entre las clases altas, en parte porque eran flores exóticas y difíciles de cultivar. Su alta demanda y la llegada de nuevas variedades hizo que su precio comenzara a subir, convirtiéndose en símbolo de estatus y lujo.
Durante el pico de la burbuja, los bulbos se vendían en mercados de futuros. Las personas compraban y vendían contratos que les aseguraban la entrega futura de tulipanes, incluso aunque los bulbos todavía no existían esencialmente. En el punto álgido, se vendían al precio de viviendas. Personas de todas las clases sociales, incluidas las de ingresos bajos, se involucraron en la especulación.
En 1637, el mercado de tulipanes colapsó de repente. Las personas comenzaron a perder la fe en que los precios seguirían subiendo y comenzaron a vender rápidamente, lo que hizo que los precios cayeran en picado. Muchas personas perdieron fortunas y la economía holandesa sufrió las consecuencias.
Burbuja de las puntocom (Estados Unidos, años 90)
A fines de los años 90, la revolución de la tecnología de internet llevó a una rápida creación de empresas tecnológicas con un supuesto potencial ilimitado para transformar los negocios y la vida cotidiana. Esta percepción llevó a una explosión de inversiones en expectativas, pues la mayoría de los negocios no tenían ingresos sólidos ni planes realistas, como el tiempo demostró.
Los precios de las acciones de empresas tecnológicas y de internet comenzaron a subir a medida que los inversores apostaban a que serían las compañías dominantes del futuro. Muchas de estas empresas salían a bolsa y conseguían capital rápidamente.
Las expectativas de crecimiento eran tan altas que los precios de las acciones subían de manera irracional. Desde 1998 hasta principios de 2000, la euforia de los inversores espoleó las acciones tecnológicas a niveles desproporcionados. Inversores minoristas y profesionales compraban masivamente, con la esperanza de que el valor de las empresas puntocom continuaría en alza indefinidamente.
Cuando explotó, el índice Nasdaq, que representaba a muchas de estas compañías tecnológicas, perdió casi el 80% de su valor. Buena parte de aquellas puntocom desaparecieron del mercado.
Burbuja inmobiliaria (Estados Unidos 2008)
En los años anteriores a 2008, el mercado inmobiliario en Estados Unidos y en otros países desarrollados, entre ellos España, experimentó un auge sin precedentes. Los tipos de interés bajos y las políticas de crédito flexible permitieron que muchas personas acceder a préstamos hipotecarios. El aumento en la demanda de viviendas hizo que los precios de los inmuebles subieran constantemente, y los bancos comenzaron a ofrecer en EE.UU. hipotecas subprime (de alto riesgo), pues se concedían a personas con historial de crédito deficiente. Estas hipotecas, posteriormente, se empaquetaban en productos financieros sofisticados que luego se vendían a inversores profesionales de todo el mundo.
La subida de los tipos encareció aquellos préstamos y comenzaron los impagos y los precios de la vivienda iniciaban la caída. Como un efecto dominó, este desplome se trasladó a todo el sistema financiero mundial que invertía en aquellos productos financieros cuyo subyacente eran las subprime. En 2008, el sistema financiero global colapsó, desaparecieron bancos históricos, como Lehman Brothers, lo que desencadenó la Gran Recesión, con un impacto económico global que se prolongó durante varios años.
¿Seguirán subiendo las bolsas?
“El momento actual no se parece en nada a estos. Las compañías con mejor comportamiento y que por ende más pesan en los índices son los mayores generadores de caja de la historia. Todas ellas disfrutan de unas ventajas competitivas extraordinarias y la llegada de la inteligencia artificial generativa parece indicar que esas ventajas solo se van a ampliar para la mayoría de ellas”, asevera Antonio Manzano.
En su opinión, pese a la elevada revalorización bursátil de algunas compañías considera que “los líderes de hoy van a seguir creciendo a tasas elevadas y sus oportunidades de reinversión permitirán mantener o incrementar su retorno sobre el capital. Por lo tanto, deberían seguir siendo capaces de componer a los ritmos que hemos visto en el pasado. La conclusión inevitable es que las bolsas mantienen un margen alcista. Por supuesto que se verán más de beneficios puntuales y repuntes de volatilidad si el riesgo geopolítico sigue tan presente”, advierte.
Sin embargo, hay que recordar que lo normal es que las bolsas coticen en máximos históricos y que es “extremadamente difícil acertar los momentos de entrada y salida. Las bolsas cotizan a niveles muy razonables y por lo tanto el inversor de largo plazo seguirá obteniendo rentabilidades en línea con las históricas”, concluye.