Lisboa antigua y señorial...

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16 de julio de 2014

"No volverás, Lisboa antigua y señorial, a ser morada feudal..., las fiestas y los lucidos saraos ya nunca volverán" El estribillo en versión española del famoso fado de mediados del siglo pasado nos recuerda que hay viejos usos, viejas prácticas feudales, que tienen que ser desterradas.

Portugal es un país admirable, del que tenemos muchas cosas que aprender, por ejemplo, idiomas extranjeros, mentalidad internacional y apertura al comercio. La clase empresarial y la clase dirigente del país tiene un nivel de formación, por lo general, envidiable. En las jornadas previas a la intervención de su economía seguí atentamente por televisión un debate en su parlamento. La claridad expositiva y el tono educado de los políticos que intervinieron, tanto los del gobierno como los de la oposición, me llevó a pensar que si los políticos portugueses eran capaces de actuar la mitad de bien de lo que hablaban,  Portugal cumpliría sus compromisos. Y lo ha hecho. 

Pero incluso en un país como Portugal hay ciertas viejas prácticas que todavía no han entrado en desuso. La crisis del grupo Espirito Santo, que ha contagiado al conjunto de la bolsa portuguesa (en especial a Portugal Telecom) y que ha afectado también, aunque en menor medida, a buena parte de la banca mediana del sur de Europa, es un claro ejemplo. Amparar bajo una misma marca un grupo con diversidad de participaciones industriales y un banco, que es a la vez prestamista de buen parte de empresas de dicho grupo, genera confusión. Que una compañía de telecomunicaciones se dedique a actuar como banco de algunos de sus accionistas, tampoco es una buena práctica. Y el castigo del mercado a estas malas prácticas puede llegar a ser superior a la pérdida efectivamente producida como consecuencia de un eventual impago. 

Al final, estamos hablando de un problema cuya solución no requerirá, en el peor de los casos, mucho más que algún millardo de euros. Es un problema serio, aunque no gravísimo, para Portugal, que queda en simple anécdota para el conjunto de la economía de la zona euro. 

Del caso Espirito Santo, podemos extraer la siguiente lección: gestionar al estilo "todo esto es nuestro y la caja irá dónde sea necesario" puede ser comprensible (aunque no conveniente) para un grupo de empresas pequeñas familiares no cotizadas, pero cuando se van haciendo mayores y hay dinero ajeno en el capital, no vale.

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