O mio babbino caro

O mio babbino caro

Me gusta
Comentar
Compartir

13 de julio de 2015

Tanto estar pendiente del mercado le lleva a uno a encontrar analogías de lo más pintorescas. Ayer noche, en el Teatro Real, se representaba la ópera Gianni Schicchi  de Puccini. Es una obra relativamente menor, de un solo acto y que dura menos de una hora. Casi nadie conoce su argumento, pero su aria principal O mio babbino caro (oh, querido papaíto), es un clásico de repertorio de recital. En versión de la Callas o la Caballé llega a conmover.  En ella, Lauretta, hija de Gianni Schicchi, le implora a su padre una solución para que su gran sueño, casarse con el noble, pero no muy desahogado económicamente, Rinuccio, se haga realidad, amenazando con suicidarse, ahogándose en el río Arno, si no lo consigue. La pieza es bellísima, la desesperación sincera, el motivo noble, y las lágrimas están casi aseguradas. En realidad, lo que Lauretta le está pidiendo a su padre, un pícaro pueblerino, es que consiga dinero como sea. Su enamorado Rinuccio y toda su familia de rentistas sin renta, le apoyan en el empeño, y participan de buen grado en el gran fraude que organiza Gianni Schicchi, consistente en suplantar la personalidad de un rico recién fallecido para otorgar testamento a favor de sus ociosos parientes, en lugar de cumplir con la voluntad del finado de ceder sus riquezas a un convento de frailes. 

En resumen, Lauretta le pide a su padre que cometa un gran fraude, que les permita vivir a todos del producto del trabajo ajeno. Gianni Schicchi, pícaro estafador, consigue concitar el acuerdo de todos los aspirantes a la herencia, a los que, finalmente, también engaña, otorgando testamento a favor de sí mismo.

O mio babbino caro,  es un aria dramática si uno la escucha aisladamente. Si ve la ópera entera, ve que no es más que un falso llanto en una comedia de pícaros estafadores.

El no del pueblo griego en el referéndum del domingo pasado es para Tsipras algo parecido a la imploración de Lauretta a Gianni Schicchi. 

Mucha gente se conmueve con el llanto de Lauretta. Pero Merkel ya ha visto varias veces la ópera entera. 

Josep

 

 

0 ComentariosSé el primero en comentar
User