Cuando para comprar un coche te sale mejor pedir un préstamo que tirar de tus inversiones
Se me estropeó hace poco el coche.
- "Para empezar a hablar, son 2.000 euros, Vicente, y que no esté afectada la caja de cambios...", me dijo el del taller.
Total, que como el vehículo ya tiene 11 años y cada vez más achaques, decidí no arreglarlo y buscarme otro.
Lo primero que barajé son soluciones para no comprar, porque no me parece ningún placer especial tener vehículo. Para mí es sólo un método de transporte. No me gustan especialmente ni vibro al sentir el rugido del motor. Sólo busco confort y seguridad.
Así que miré opciones que te permiten alquilar vehículos por días o por horas, como los bluemoves, los respiro y demás. Me hice las cuentas y ví que no me compensaba el ahorro (que al final no era tanto) con la incomodidad de tener que andar reservando y teniendo que desplazarme cada vez a un párking distinto a por el coche.
Sí encontré una opción que parecía chula en Bipi, de un alquiler mensual fijo por usar el coche 10 días, con el añadido de que te llevan el coche y te lo recogen donde tu les digas, y te lo puedes quedar en tu casa ese tiempo. Pero no tenían opciones de monovolúmenes como los que necesita un padre de familia numerosa, sólo SUVs.
Total, que finalmente me ví abocado a la compra o al renting. Y, gracias a que me acabaron haciendo una muy buena oferta en un concesionario, me decidí finalmente por lo primero.
Después de este rollo, llegó la decisión clave. ¿Cómo ejecuto la compra?
En mi caso, disponía en efectivo de algo de dinero para dar la entrada más el dinero que me daban en el taller por mi coche anterior, pero necesitaba hacer líquidos otros 12.000 euros para hacer frente al pago.
Básicamente, tenía dos opciones:
- Pedir un crédito
- Tirar de mis inversiones en fondos.
Estudié la primera opción. La financiera del concesionario me ofreció un préstamo flexible, con opción de recompra a los cuatro años, pero hice las cuentas y ví que en realidad acababa pagando un pastizal, entre seguros adicionales y una TAE más bien alta. Desde luego, mucho más elevada que el 6% TAE que ví en ING Direct. Al final, pregunté también en el banco donde tengo domiciliada la nomina y más o menos me igualaban la oferta. En el total de vida del préstamo acababa pagando unos 1.500 euros en intereses, financiando a 4 años.
La otra opción era reembolsar mis participaciones en algunos fondos. Por fortuna, esas inversiones no me han ido nada mal y tengo plusvalías latentes interesantes. Esto está muy bien, claro. El problema es que, al reembolsar la participación, ya tienes que pagar impuestos y Hacienda no perdonda. Según mis cálculos, para acabar vendiendo participaciones para obtener los 12.000 euros requeridos, tendría que acabar pagándole a Hacienda un mínimo de 1.500 euros.
Esta cifra es la misma que la de los intereses del crédito, como veis. Pero, además, liquidar esta posición implicaría que dejo de tener ese dinero para invertir y, por lo tanto, para obtener rentabilidad. Es decir, sólo me compensaría reembolsar si estas inversiones sufren pérdidas en los próximos 4 años.
Claro, asumo un riesgo, el de endeudarme, pero en realidad sigo disponiendo del dinero en fondos como recurso, por si realmente me fuera mal la vida y tuviera que disponer del mismo para saldar el crédito. Quizá, para curarme en salud, pasar parte de este dinero a una estrategia menos volátil (casi seguro lo haré), por si tengo que disponer del mismo.
Qué curioso que la realidad, el momento de los tipos de interés y el sistema, te acabe llevando a pedir crédito en vez de a tirar de tus ahorros para tomar una decisión como la compra de un vehículo. ¿No os parece?
Lógicamente, esto en mi caso concreto. Si no tienes plusvalías o ya tienes otras deudas muy altas, la mejor solución sería muy distinta. Lo importante, en cualquier caso, es hacer bien los números.
Por cierto, os dejo por aquí una píldora muy chula que hemos sacado recientemente, muy relacionada con este tema de los coches.
