El Banco Central Europeo da un paso más allá en el programa de estímulos
Las acciones emprendidas por el Banco Central Europeo (BCE) la semana pasada cumplieron las expectativas más ambiciosas del mercado. El banco aumentó su programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP) en 600.000 millones de euros y el marco temporal de estas compras se amplió hasta mediados del próximo año. Asimismo, se comprometió a mantener el volumen de las inversiones del PEPP al menos hasta finales de 2022. Todas las demás herramientas políticas clave se mantuvieron sin cambios, incluyendo los tipos de interés de referencia. El significativo aumento del volumen y el plazo de las compras de emergencia pone de manifiesto la determinación del BCE de favorecer la recuperación. Hasta hoy la respuesta del BCE a la conmoción causada por la COVID-19 parecía relativamente modesta en comparación con sus homólogos mundiales, pero los últimos pasos cierran en gran medida esta brecha.
La crisis económica será grave
Las nuevas previsiones macroeconómicas revelan que el BCE prevé una caída del PIB del -8,7% en 2020 —cerca del límite mínimo del rango de sus expectativas—. Esto pone de relieve la simple verdad de que la eurozona se enfrenta al mayor declive económico de su historia. Hasta la fecha muchas economías han podido retirar con prudencia las medidas de confinamiento sin un aumento significativo de los nuevos casos, pero todavía es muy temprano para decir con confianza que el camino por recorrer será fácil. Por el momento todas las mejoras de los datos económicos han sido moderadas y el BCE sigue observando riesgos bajistas para su actual estimación para el PIB de 2020. El banco central prevé una caída del PIB real del 12,5% para este año en caso de que un rebrote de los casos de infectados provoque un nuevo endurecimiento de las medidas de contención.
Los responsables de elaborar las previsiones del BCE consideran que la inflación caerá hasta el 0,3% en 2020 y que se mantendrá contenida en 2021, para posteriormente repuntar solo hasta el 1,3% en 2020, una cifra todavía muy por debajo del objetivo. El escenario más pesimista sería de una inflación de solo el 0,9% en 2020. Esto pone de relieve el alcance de las repercusiones que tendrán las medidas de contención del virus sobre los precios y el desafío al que se enfrenta el BCE para lograr sus objetivos de inflación.
La política monetaria ya no es una apuesta única
El BCE ya ha indicado con anterioridad que la política monetaria no puede ser una apuesta única y a menudo ha pedido ayuda a los gobiernos de la eurozona. La propuesta aprobada la semana anterior por la Comisión Europea, que describía un plan de recuperación por valor de 750.000 millones de euros, responde en gran medida a estas peticiones. Muchos sospechaban que con el progreso en el frente fiscal se había reducido la presión para que el banco central actuase, y las peticiones de los tribunales alemanes de que el BCE justifique sus compras de activos podrían haber actuado como un viento de cara adicional para cualquier ampliación del estímulo. Por consiguiente, el anuncio del jueves pasado pone claramente de manifiesto el compromiso del BCE en esta causa.
El plan de recuperación de la Comisión Europea proporcionaría una financiación importante a países y sectores que afrontan disrupciones significativas de su actividad económica a consecuencia de la COVID-19. A pesar de que quedan obstáculos por delante, sobre todo para alcanzar un acuerdo por unanimidad acerca de la forma del fondo de recuperación, la respuesta de la política europea ha avanzado un paso de gigante en las últimas semanas. Es posible que la eurozona salga de la recesión de la COVID-19 más rápidamente que EE. UU. o el Reino Unido y al mismo tiempo ha dado pasos importantes hacia la integración estructural.
Implicaciones para la inversión
La nueva acción emprendida demuestra que el BCE está al lado de los gobiernos europeos en su lucha por conseguir que Europa se ponga en pie. Dado que se prevé que la inflación continúe muy por debajo del objetivo en 2022, la política del BCE seguirá siendo extremadamente acomodaticia durante algún tiempo, incluso ante la perspectiva de nuevos estímulos fiscales.
Si las tasas de infectados se mantienen bajo control y se aprueba la propuesta para el fondo de recuperación, la actuación política combinada del BCE y la Comisión Europea brinda a Europa la oportunidad de dar los primeros pasos hacia la recuperación. Las nuevas compras del BCE le permitirán absorber la emisión de bonos de deuda pública y deberían ayudar a contener los diferenciales de los bonos de deuda pública de los países periféricos. La reacción del mercado a la respuesta política ha sido heterogénea. La TIR del bono de deuda pública italiana a 10 años se desplomó tras el anuncio, mientras que la del bund alemán rebotó. Los mercados de renta variable se han mostrado agitados, pero hay que reconocer que el anuncio del jueves pasado se ha producido tras varias jornadas muy positivas para los índices de referencia europeos.