Los 7 pecados capitales en las decisiones de inversión: #1 Emocionarse más que el mercado
A la hora de tomar decisiones de inversión, lo más importante es contar con la información adecuada sobre el producto financiero que deseamos contratar. Además de ello, es conveniente tener en cuenta los mecanismos psicológicos que intervienen en esa decisión, es decir, qué procesos mentales se siguen en la toma de las decisiones de inversión y qué errores o sesgos de nuestro modo de pensamiento pueden influir en ellas.
Son numerosos los estudios que abordan este asunto y que tratan de evidenciar los factores psicológicos que intervienen en la toma de decisiones de inversión
La vida diaria es una toma continua de decisiones. Algunas son triviales, como qué desayunar o cómo ir a trabajar; otras son trascendentales, como qué carrera estudiar o dónde vivir. Según los trabajos realizados por diversos psicólogos, como Daniel Kahneman o Amos Tversky, para afrontar estas decisiones y sobrevivir a tanta actividad, el cerebro humano recurre, de manera inconsciente, a ciertos trucos o atajos mentales (también llamados heurísticos) que ayudan a simplificar la gran cantidad de procesos mentales que llevamos a cabo constantemente y a hacer más llevadera nuestra vida diaria.
Gracias a estos trucos, el cerebro ahorra energía pues no necesita racionalizar cada elección que realiza. Muchas de las decisiones que se adoptan en la vida diaria están basadas en este tipo de procesos mentales y se caracterizan por ser rápidas, automáticas e intuitivas.
Uno de los sesgos que más le puede afectar como inversor, es el sesgo del exceso de confianza. Es la tendencia a sobreestimar los conocimientos y juicios subjetivos y considerarlos certeros. A la hora de tomar decisiones y realizar pronósticos, se sobrevaloran los conocimientos y la experiencia personal sin tener en cuenta la diferencia entre lo que se sabe realmente y lo que se cree saber.
El exceso de confianza puede llevar al inversor a considerar que la probabilidad de que su inversión fracase es menor de lo que realmente es. El inversor sobreconfiado infravalora los riesgos de su inversión y sobreestima las ganancias esperadas de la misma.
El sesgo de la ilusión de control hace referencia a la tendencia a sobreestimar que se dispone del control o de la posibilidad de influir en algo sobre lo que objetivamente no se tiene ningún control. Este sesgo puede llevar a que se asuma un nivel de riesgo superior al adecuado al confiar en que se controlan los vaivenes del mercado gracias a los análisis realizados y la información de la que se dispone.
Uno de los sesgos más frecuentes es el denominado sesgo de confirmación. Consiste en interpretar la información recibida o buscar informaciones nuevas de manera que confirmen convicciones o ideas previas. De esta forma, los inversores buscan información de modo selectivo para respaldar sus opiniones en lugar de (...)