China consolida su liderazgo en tecnología de baterías y apunta a la próxima generación
China ha pasado de ser un actor emergente a convertirse en el líder indiscutible en tecnología de baterías, un sector clave para la transición energética y la movilidad eléctrica. Más allá del crecimiento en ventas de vehículos eléctricos (EV), el verdadero motor de esta hegemonía está “bajo el capó”: el dominio en la producción y desarrollo de baterías.
En 2024, China fabricó seis veces más baterías que Estados Unidos, gracias a una estrategia de inversión sostenida durante más de una década. Este liderazgo se apoya en economías de escala que reducen costes y aceleran la innovación. Actualmente, dos químicas dominan el mercado: las baterías de níquel-manganeso-cobalto (NMC), preferidas históricamente por fabricantes occidentales por su alta densidad energética, y las de fosfato de hierro y litio (LFP), impulsadas por China. Las LFP son un 30% más baratas, más seguras y duraderas, lo que las ha convertido en estándar en el mercado chino y cada vez más atractivas para fabricantes globales, incluido Tesla.
La adopción global de LFP refuerza la dependencia de la cadena de suministro china, que controla desde minerales críticos hasta la fabricación de celdas. Este dominio plantea riesgos geopolíticos y estratégicos, lo que ha intensificado la búsqueda de tecnologías de próxima generación. Entre ellas destacan las baterías de sodio-ion, más baratas gracias a la abundancia del sodio, aunque con limitaciones técnicas que las relegan a vehículos de bajo coste y almacenamiento en red.
La gran apuesta, sin embargo, son las baterías de estado sólido. Sustituyen el electrolito líquido por materiales sólidos, ofreciendo ventajas transformadoras: hasta tres veces más densidad energética, mayor autonomía (más de 1.000 km por carga), tiempos de recarga ultrarrápidos y mayor seguridad térmica. Además, operan en rangos de temperatura extremos, lo que las hace ideales para aplicaciones como aviación eléctrica y transporte pesado. No obstante, su comercialización enfrenta retos: costes elevados, necesidad de nuevas infraestructuras y dependencia de materiales críticos como litio metálico y níquel.
China lidera también esta carrera: concentra más de un tercio de las patentes globales en estado sólido y recibe fuerte apoyo gubernamental para investigación y desarrollo. A largo plazo, la combinación de LFP, sodio-ion y estado sólido promete ampliar el alcance de los EV y abrir oportunidades en almacenamiento energético y electrónica.
Para los inversores, el mensaje es claro: las compañías chinas con capacidad probada de innovación y expansión están bien posicionadas para generar crecimiento sostenido y oportunidades atractivas en un mercado que será decisivo para la economía global.