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La geopolítica, un riesgo cada vez más patente para la economía global
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La geopolítica, un riesgo cada vez más patente para la economía global

 

El contexto de inquietud social y belicosidad ha alcanzado en este trimestre su cota máxima desde hace varias décadas, lo que hace que la gobernanza global y la geopolítica sean uno de los riesgos más evidentes para la economía global de cara al cuarto trimestre del año, según recoge MAPFRE Economics en su informe ‘Panorama económico y sectorial 2023: perspectivas hacia el cuarto trimestre’.

La crisis en Oriente Medio generada a principios de octubre consiguió una movilización institucional favorable a Israel, que se contrapone con una lectura partisana, popular en Europa y no tanto así en Estados Unidos. Las diferencias y el partisanismo ideológico provocados por el conflicto se han agravado con el comienzo de la Fase II de la campaña israelí por tierra.

Así, existe un riesgo real de que el conflicto se extienda a la región y provoque una crisis en Oriente Medio, similar a la vivida en los años setenta del siglo pasado con la Guerra del Yom Kippur.

No obstante, por ahora los mercados no se han hecho eco de esta situación. La ratio oro/cobre, medida de aversión al riesgo, está en su media histórica en este momento. El apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel ha suscitado dudas sobre la sostenibilidad del apoyo numerario simultáneo a Ucrania. El reordenamiento de las prioridades de un Congreso demócrata, o bien el refuerzo de la visión estadounidense, restarían entero al aporte para la causa de Ucrania, con lo que la crisis ahí tendría un final más certero y cercano en el tiempo.

Con respecto al conflicto entre Ucrania y Rusia, dos elementos están en juego, pese a que tácticamente la guerra se ha estancado. El primero es que el potencial nuevo gobierno polaco de Donald Tusk y el segundo es el avance de las conversaciones para definir cómo sería una situación tras el conflicto bélico. Aunque en dicha reunión no participó Rusia, el incremento de participantes y la reducción del número de países que hasta ahora no se posicionaban ofrece algunas esperanzas a Ucrania.

Además, las tensiones bélicas en Oriente Medio, junto con los recortes de producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), han hecho que el precio del petróleo volviera a repuntar hacia los 90 dólares por barril. El precio del gas natural, por su parte, también ha repuntado en un 20% hasta 50 EUR/MWh el último mes, aunque está aún lejos del pico de 2022 que llegó a 292 EUR/MWh. Unos precios sostenidamente más altos tendrían repercusión en la dinámica de la inflación por la vía de un nuevo shock de oferta.

La resolución de los conflictos geopolíticos, junto a unas políticas menos penalizadores hacia los combustibles fósiles, serían en estos momentos factores determinantes para la moderación del crecimiento de los precios de los energéticos y, por ende, del combate a la inflación en el corto plazo.

 

La inflación, riesgo financiero y deuda global

A lo largo de los últimos meses, los datos de la inflación han seguido moderándose a la baja, principalmente los precios al productor y la subyacente, aunque con la general interrumpiendo su trayectoria a la baja en algunos países por efecto del componente de los precios de la energía. De cara a los próximos trimestres, se espera que la inflación se siga moderando como resultado de la política monetaria restrictiva, pero contrapesado por el posible repunte en los precios de la energía y por los efectos de las renegociaciones salariales en curso.

En cuanto al riesgo financiero, la deuda agregada mundial al final del segundo trimestre de 2023 alcanzó los 307,1 billones de dólares, lo que supone casi un 336% del PIB mundial, con un aumento de 0,9 billones en el trimestre y de 9,9 billones en un año. Este aumento se produce, principalmente, en la deuda de los gobiernos y del sector financiero, mientras que la de los hogares y las empresas no financieras ha seguido una senda de ligera reducción en los últimos dos años.

Con el estallido del conflicto en Oriente Medio, el mercado empezó a descontar posibles escenarios de costes energéticos más altos y, por ello, de una inflación más persistente y de unos tipos de interés (cortos y largos) más altos durante un periodo mayor. Esto afectará los costes del servicio de deuda tanto de gobiernos como del sector privado, los cuales irán impactando gradualmente al ritmo de las renovaciones. De ahí la urgencia por reencauzar las expectativas de inflación y, por ello, las promesas de una política monetaria restrictiva por más tiempo.

 

Política económica y mercado inmobiliario

En el ámbito de la política económica, hay dos vectores principales a tomar en consideración. Por un lado, está el combate a la inflación por parte de los bancos centrales y, por el otro, las políticas de estímulos por parte de los gobiernos en un esfuerzo por conseguir el tan deseado aterrizaje suave.

En los últimos meses, la inflación ha revelado una tendencia general a moderarse, revelando que la transmisión de la política monetaria finalmente está funcionando conforme a lo previsto, reduciendo la disponibilidad de crédito y endureciendo las condiciones de financiación.

Por otro lado, están los gobiernos con sus políticas de estímulo, como el Inflation Reduction Act en Estados Unidos y el Fondo de Recuperación y Resiliencia y el RePowerEU en la Eurozona. Estos programas de ayuda e inversión han estado amortiguando en parte la contracción de crédito y sosteniendo la actividad. En estos momentos, aparentemente, se está dando un equilibrio entre estas dos fuerzas que, en ausencia de algún accidente financiero, apunta a que conseguirá evitar las recesiones tanto en Estados Unidos como en la zona euro, aunque no así en el caso de Alemania.

En el mercado inmobiliario se ha producido una reducción de la capacidad de endeudamiento de los solicitantes y, por tanto, también de la concesión de crédito. Esto se está observando igualmente en el sector de la construcción en diversos países en donde la actividad se está reduciendo visiblemente, como es el caso de Alemania.

La transmisión de la política monetaria que comienza a ganar tracción empieza por sentirse en la construcción de obra nueva: Alemania (-30%), Francia (-24%), Estados Unidos (-30% en construcción residencial y -7% en el agregado). Así, en los próximos meses podrían comenzar a verse ajustes los precios inmobiliarios, aunque este mercado es muy inelástico a la baja y más bien el efecto se traduce en una reducción del número de transacciones.

En Estados Unidos, en particular, hay tensión en el sector inmobiliario comercial (oficinas y comercio), con tasas de ocupación en las oficinas a la baja agravadas por la tendencia al trabajo en remoto.

 

Tensión financiero-inmobiliaria en China

En China, el crecimiento económico se está consiguiendo mantener gracias al desempeño de algunos sectores industriales, como la producción de automóviles, sector que ha superado en producción a Alemania y Japón. El banco central también ha estado relajando la política monetaria a través de diferentes palancas, con el objetivo de mantener flujo de crédito a la economía. A finales de octubre, el gobierno central ha anunciado de forma inesperada un soporte fiscal por un importe de 1 billón de yuanes (1 trillón anglosajón); apoyo que implica aumentar el déficit desde el 3,0% al 3,8% del PIB.

Este soporte fiscal está orientado, entre otras cosas, a apoyar algunos gobiernos regionales que estén en situación financiera tensionada. Hay también tensión en el mercado inmobiliario, con las conocidas dificultades de los grandes promotores, entre los cuales destaca Country Garden que ha entrado en impago en octubre.

 

Cambio climático

Las vulnerabilidades asociadas al cambio climático (aumento en la frecuencia y severidad de ciclones, huracanes, inundaciones, entre otros fenómenos) se reflejan principalmente en eventos climatológicos extremos que afectan a los precios de los alimentos y a los costes materiales de construcción. La sociedad tendrá que acelerar la inversión en la transición energética, pero en el proceso existe el riesgo de descontinuar el acceso a energía a precios moderados, con el consecuente impacto en la competitividad, la productividad y el nivel de actividad económica.

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