Colchón de emergencia: el dinero que tienes que tener ahorrado antes de invertir

Colchón de emergencia: el dinero que tienes que tener ahorrado antes de invertir

Llega el momento. Después de analizar diferentes opciones, compañías, riesgos, pros y contras…has decidido dar el paso hacia la inversión. Pero, como sabes, antes de iniciarte en este mundillo existe una especie de ritual que todo inversor novato que se precie debe realizar: conocerse a sí mismo o, lo que es lo mismo, analizar su perfil inversor. A través de este podremos saber qué tipo de productos son los más adecuados en relación a nuestra tolerancia al riesgo, horizonte temporal y objetivo. 

El error llega cuando una vez que hemos hecho los deberes y definido nuestro perfil nos precipitamos a invertir sin antes tener en cuenta otro factor importante: ¿contamos con un colchón o fondo de emergencia? ¿Hemos reservado suficiente dinero para cubrir posibles pérdidas?

Aunque en estos casos, si no sabemos cómo contestar a estas preguntas, la mejor opción suele ser recurrir a un asesor financiero que nos elabore un plan centrado en nuestros objetivos de cara al futuro, en Finect os damos algunos consejos para preparar este fondo de emergencias antes de empezar a invertir.

Qué es un fondo de emergencia

Al igual que resulta obligatorio llevar a cabo este paso antes de empezar a invertir, también lo será contar con un nivel de ahorro asegurado que no esté expuesto a riesgos, que es el conocido como fondo de emergencias. El colchón o fondo de emergencia es la cantidad de dinero que deberías tener ahorrada antes de invertir tu dinero. Esto te permite afrontar con cierta tranquilidad los imprevistos o posibles “pérdidas” que puedan ocurrir.

Este fondo de emergencia será necesario por varios motivos: el primero es que si decidimos invertir todos nuestros ahorros en productos que no son totalmente líquidos y nos surge un imprevisto con el que necesitamos el dinero de manera urgente, no podremos contar con ese importe hasta que nos deshagamos de la inversión.

El segundo es que invirtamos en activos de alto riesgo y acabemos perdiendo todo el dinero. Y, si surge una emergencia con la que volvemos a necesitar ese dinero, será imposible contar con él. Por este motivo, se aconseja invertir solo aquella parte del dinero que no se vaya a necesitar en varios años (un lustro como mínimo). 

Pero, ojo. Tener un colchón de emergencia no quiere decir tener muchísimo dinero bajo la almohada. Nada que ver. Si hacemos eso, estaremos perdiendo la oportunidad de sacarle rentabilidad, incluso perdiendo su valor debido a la inflación.

¿Necesito un fondo de emergencia?

Invertir parte de nuestro patrimonio supone una responsabilidad importante, ya que estamos poniendo en juego nuestro bienestar futuro. Por este motivo, a la hora de invertir es necesario tener claro, además de nuestro objetivo, el plazo al que queremos llevar a cabo esa inversión y los límites que estamos dispuestos a tolerar cuando llega la hora de asumir riesgos.

Este último punto será esencial, pues nos ayudará a definir el tipo de activos que definirán nuestra estrategia de inversión. Si queréis saber cuál es vuestro perfil inversor, podéis consultarlo utilizando esta herramienta: calculadora de perfil inversor.

¿Cuánto necesito tener ahorrado en un colchón de emergencia?

Antes de definir la cantidad que se necesitará tener en el fondo de emergencias, primero habrá que diferenciar entre los ahorros, que se guardan con un objetivo concreto (por ejemplo, comprar un coche, una casa, etc) y el fondo de emergencias, que se creará únicamente para hacer frente a ese fin, el de los imprevistos. 

Ahora, bien, calcular el importe que se necesita dependerá del nivel de vida, objetivos y necesidades de cada persona. Por lo general, se recomienda mantener una cantidad que nos permita hacer frente a entre seis y 12 meses de nuestros gastos fijos mensuales (es decir, alimentación, hipoteca, gastos de vivienda, transporte…). 

Así, si por ejemplo esos costes se sitúan en los 800 euros, esto significa que tendríamos que tener, como mínimo, entre 4.800 y casi 10.000 euros. Obviamente, este cálculo también dependerá de la tranquilidad que a cada inversor le dé tener este colchón de emergencia, ya que habrá quienes duerman por las noches con una menor cantidad y quienes no se arriesguen hasta tener un colchón más grande. 

La cosa cambia si partimos ya con unos ahorros y queremos saber cuánto destinar al colchón y cuánto a la inversión. En este caso, supongamos que tenemos un total de 20.000 euros que queremos destinar a la inversión.

Utilizando el mismo ejemplo, el de una familia cuyos gastos ascienden a los 800 euros mensuales, se podría hacer la siguiente estimación: si dividimos esos 20.000 euros entre los 800 euros de gasto mensual, esta familia tendría 25 meses para poder hacer frente a sus gastos ante cualquier imprevisto. Si se decide mantener un colchón de emergencias para 12 meses, se necesitarán 9.600 euros para el fondo y se podrán utilizar 10.400 euros a la inversión. 

¿Dónde depositar el dinero del fondo de emergencia?

Puesto que el dinero del fondo de emergencia tiene que estar disponible ante cualquier imprevisto, lo mejor para ello será utilizar una cuenta remunerada. Actualmente, existen diferentes productos que lanzan las entidades bancarias con las que ofrecen algún tipo de interés por mantener nuestros ahorros en ellas si se cumplen unas determinadas condiciones.

Eso sí, habrá que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, se exige contar con un saldo mínimo por un periodo de tiempo determinado para obtener la remuneración. Esto no implica que el dinero no pueda ser utilizado en cualquier momento, aunque, obviamente, no se obtendrá la remuneración. 

Otras opciones serán depositar el dinero en una cuenta ahorro o, incluso, en un depósito a plazo (en este artículo podéis consultar cuáles son los mejores depósitos en la actualidad) que no nos penalice por sacar el ahorro antes de tiempo o podéis ver nuestro escaparate de depósitos.


Este contenido se ha elaborado bajo un criterio editorial y no constituye una recomendación ni propuesta de inversión. La inversión contiene riesgos. Las rentabilidades pasadas no son garantía de rentabilidades futuras.


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