SI QUIERES, PUEDES

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Hablábamos hace unos días en otro hilo, referente al panorama que tiene ante sí la juventud española, sobre la necesidad del profesional de diferenciarse para no ser uno más del montón. Yo creo que en la actualidad la forma más efectiva que tiene un joven profesional de diferenciarse  es teniendo un buen nivel de inglés. Y esto no significa haber sacado sobresaliente en inglés de 2º de Bachillerato, saberse de memoria la letra de los clásicos del rock y conocer algunas citas ingeniosas de alguna película, serie u obra de Shakespeare (eso me creía yo y así me fue). Eso es ser el tuerto en el país de los ciegos. De lo que se trata es de tener un dominio del idioma que permita participar de forma activa en reuniones al más alto nivel, negociar contratos y mantener conversaciones telefónicas sobre diversos asuntos con soltura y aplomo. Y eso, señoras y señores, en España lo saben hacer cuatro y el de la guitarra ¿Qué me hace afirmar esto último? Pues algunos hechos muy significativos, como que en la comunidad autónoma donde resido se abra una bolsa de empleo para profesores de secundaria en centros bilingües, que supone una oportunidad dorada para hacerse con un puesto de funcionario en plena crisis y cumplan el requisito de nivel de inglés 100 personas (y estamos hablando de un simple First Certificate, ojo). O haber participado en varios torneos de golf donde he podido comprobar cuál es el nivel del profesional español medio en cuanto se ha incluido un guiri en la partida.

Pues bien, igual que otras veces he puesto a caer de un burro a la industria editorial española por no publicar muchos libros que verdaderamente pueden ayudar a la gente y sí mucha morralla, hoy voy a hablar de un libro que puede ser de gran ayuda a aquel que se quiera ayudar a sí mismo y esforzarse en mejorar su inglés. Se trata de “Si quieres puedes” cuyo autor es Richard Vaughan, uno de mis héroes. Vaughan es un tejano emigrado a España a principios de los 70 y que lleva desde entonces enseñando inglés a nuestros queridos compatriotas, habiendo formado un grupo multimedia en cuyo accionariado entró el fondo de capital riesgo de Ahorro Corporación el pasado verano.

El libro pretende ser el legado final que Vaughan deja de su experiencia lectiva, la condensación del saber acumulado en cerca de cuarenta años de carrera profesional. En un ejercicio de honestidad, impropio de tanto vendedor de crecepelo como hay en su industria, el autor nos comunica que no hay un camino fácil o solución milagrosa para aprender inglés, que todo pasa por el aprendizaje activo y por 3.000 horas de trabajo para alcanzar el adecuado dominio del idioma y que aquella persona que no tenga una buena base a los 23 años no lo va a dominar jamás, salvo casos excepcionales.

Sin embargo, el libro contiene una serie de consejos para mejorar distintas áreas (comprensión auditiva, soltura conversacional, dominio de las estructuras gramaticales básicas) que pueden ser muy útiles para alguien que parta de un nivel intermedio y esté en su primera juventud. Yo lo he probado y me ha ayudado mucho, especialmente en soltura conversacional. En muchas comunidades puede escucharse Vaughan Radio en el espectro radiofónico, yo me he tenido que comprar unas cuantas horas de podcasts de Cloverdale’s Corner porque en la mía sólo se puede escuchar en la TDT y en internet y lo llevo puesto en el coche, un dinero muy bien invertido. Mucho ánimo a todo aquel que quiera atreverse.

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