Los depósitos extranjeros despuntan y lideran con rentabilidades superiores al 2%
Los depósitos a plazo fijo entran en una nueva etapa. La anterior se coció a fuego lento, con unas rentabilidades que fueron cayendo trimestre a trimestre durante la crisis financiera que se desató en 2008. Ahí comenzó un periodo de tipos a cero que segó cualquier rentabilidad para muchos ahorradores españoles que tenían en su haber este producto de ahorro.
El deterioro económico y la subida repentina de tipos por parte de los bancos centrales este año han sido un punto de inflexión para los depósitos. Algunos rentan por encima del 2%, con promociones puntuales de algunos bancos que remuneran incluso más.
Las firmas financieras son conscientes del botín que supone este vehículo de ahorro en España. Los hogares españoles tenían almacenados en este producto casi un billón de euros a cierre de julio, un 5,8% más que un año antes, según datos del Banco de España. Una cifra récord en la serie histórica de la institución.
Sin embargo, no todos los bancos españoles juegan esa carta. Algunos se decantan por otros grandes productos de ahorro, como las cuentas corrientes remuneradas. Y entre los que los impulsan, no todos optan por ofrecer a sus clientes un depósito a plazo fijo. Por ejemplo, BBVA ofrece un depósito combinado (incluye una parte de productos de inversión) a 13 meses con una rentabilidad del 0,65% a la vuelta del verano.
La fórmula combinada también es la ruta que siguen Abanca y Sabadell, con rentabilidades similares a las del BBVA. Por su parte, Bankinter sí opta por un depósito a plazo fijo clásico (12 meses y un mínimo a depositar de 15.000 euros), que remunera un 2% TAE a un año. Algo menos para quienes mantengan el capital durante 6 meses (1,8% TAE).
La rentabilidad más alta, fuera de España
La guerra de las rentabilidades se está recrudeciendo entre los bancos españoles. Con todo, un actor sigiloso está ganando la partida en estos momentos, y está fuera de las fronteras nacionales.
Los depósitos europeos se sitúan a la cabeza de la rentabilidad para los clientes. Algunos de ellos ya remuneran por encima del 2% en plazos de 1 o 2 años. Un buen número de estos productos se pueden contratar desde Raisin, el supermercado de depósitos europeos. Algunos de ellos aparecen recogidos en el escaparate de depósitos de Finect.
"Los depósitos a plazo son el producto de inversión más seguro que existe hoy en día. Los fondos depositados están además protegidos legalmente por los Fondos de Garantía de Depósitos de todos los países miembros de la Unión Europea, que garantizan hasta los 100.000 euros por cliente y banco", explica un portavoz de Raisin.
Entidades de varios países europeos ofrecen en varios mercados depósitos que ya remuneran alrededor del 2% TAE. Se trata de una rentabilidad impensable hasta hace escasos meses. El banco italiano Banca Progetto estrenó septiembre con un aumento de la rentabilidad de sus depósitos a distintos plazos: 2% a 12 meses, 2,3% a dos años y 2,5% a tres años. Siempre con una inversión mínima de 10.000 euros.
La entidad francesa Younited Credit ofrece una TAE más discreta, aunque exige depositar menos capital (desde 2.000 euros). El depósito a 12 meses ofrece un 1,42% y a 24 meses sube hasta el 1,8% TAE.
El banco portugués Haitong Bank es otro de los referentes del sector de los depósitos a plazo fijo. En la modalidad de más corto plazo (nueve meses), ha elevado la remuneración al cliente durante las últimas semanas hasta el 1,1%, tres décimas más a un año (1,4%) y hasta el 1,5% en la modalidad de más largo plazo (tres años), siempre a condición de depositar más de 10.000 euros.
Por último, el banco letón Blue Orange Bank se ha hecho un hueco en el sector por su enfoque de bajo coste. Ofrece las condiciones más favorables desde el punto de vista del dinero exigido para contratar sus productos a plazo fijo. Tan solo exige un euro para adquirir alguno de sus depósitos, con un rango que va de un año y 1,32% de remuneración hasta tres años y un 1,1% TAE.
¿Cuánto ganaría invirtiendo mis ahorros en un depósito?
La versión original de este artículo se publicó en elEconomista.
