Con o sin capital riesgo: la IA es la cuestión
Equipo de Allianz GI
La actual revolución impulsada por la inteligencia artificial (IA) se diferencia de los otros ciclos anteriores en dos aspectos clave: Las startups que desarrollan IA necesitan un gran volumen de recursos para desarrollar su tecnología, pero las compañías de capital riesgo (venture capital, VC) no están facilitando la financiación suficiente.
- A causa de la escasez de recursos y al acceso limitado al capital, las startups de IA tienen que hacer frente a desafíos operativos significativos, en comparación con los gigantes tecnológicos.
- Microsoft tuvo un papel clave a la hora de resolver la disputa interna en OpenAI, gracias a su participación en el accionariado y a su apoyo en infraestructuras.
- Las bolsas de valores ofrecen oportunidades para beneficiarse del potencial de crecimiento de las aplicaciones relacionadas con la IA.
Desde su lanzamiento hace un año, ChatGPT de OpenAI ha llamado la atención de los inversores y de todo el mundo. De hecho, la gente ha podido comprobar por sí misma cómo funciona y se ha dado cuenta cómo la inteligencia artificial (IA) empezará a revolucionar los sectores, solucionando problemas complejos y mejorando la productividad humana.
En este contexto, algunos inversores se preguntan si tiene sentido invertir en IA a través de valores de renta variable o si podrían encontrar más oportunidades en el ámbito del capital riesgo. Este razonamiento es comprensible, teniendo en cuenta los múltiples ciclos de innovación a lo largo de la historia, en los que nuevas empresas emergentes y más ágiles han puesto en jaque a las más grandes. No hace falta remontarse muy atrás en el tiempo para encontrar ejemplos: las redes sociales vs los medios de comunicación tradicionales; el comercio online vs el comercio minorista tradicional; el streaming de vídeo vs la televisión "online", el transporte VTC vs los taxis... y así podríamos seguir con una lista muy amplia de casos.
Sin embargo, creemos que este ciclo de innovación puede ser diferente, porque las startups de IA operan hoy en gran desventaja en comparación con sus homólogas de gran capitalización:
Una de las razones es que los gigantes tecnológicos cuentan con un acceso más fácil a los recursos esenciales, como la infraestructura necesaria para la computación de alto rendimiento, una gran capacidad de ventas empresarial e inmensos repositorios de datos. Por ello, las startups no pueden competir contra esto, a menos que tengan acceso a un gran volumen de capital o financiación, lo que nos lleva al siguiente punto.
En el actual entorno de política monetaria, muchas startups no pueden acceder fácilmente al capital que necesitan para impulsar sus ideas innovadoras. Esta situación ha planteado a las startups de IA la necesidad de asociarse con grandes operadores de la tecnología, lo que crea oportunidades en empresas que cotizan en bolsa.
Un ejemplo: pensemos en la tensa situación que ha vivido recientemente OpenAI, con sede en San Francisco. En noviembre, el actual consejo de administración de la empresa despidió a su consejero delegado, Sam Altman. Sin embargo, y tras una oleada de quejas internas, la compañía y Altman llegaron a un acuerdo, en el que acordaron su restitución y la configuración de un nuevo consejo de administración inicial.
Microsoft desempeñó un influyente papel entre bastidores en la resolución de esta batalla por el control. El gigante del software empresarial tenía una influencia considerable, ya que contaba con una participación del 49% en la división con ánimo de lucro de OpenAI. OpenAI también depende en gran medida de Microsoft en cuanto a infraestructura informática, oportunidades de monetización y capital. Así pues, con Microsoft en una posición privilegiada para ejercer una presión significativa sobre el consejo de OpenAI, la historia se resolvió finalmente a favor de Microsoft. Altman fue readmitido y Microsoft fue recompensada con un puesto en el renovado consejo.
Es evidente que la relación entre Microsoft y OpenAI ha dado mejores resultados que si las dos empresas hubieran actuado por separado. Actualmente, OpenAI tiene más estabilidad que antes de la crisis, gracias a Microsoft. Y Microsoft dispone de muchas nuevas oportunidades de comercialización gracias a las innovaciones de OpenAI. De hecho, un reciente estudio realizado por nuestro equipo interno Grassroots Research indica que el 67% de los trabajadores del sector educativo están muy interesados en Copilot, el chatbot de Microsoft basado en IA, y el 69% cree que lo necesitará con el tiempo. Por otra parte, los ingenieros de software que emplean Copilot informaron de una mejora de la productividad del 30-50% casi inmediatamente después de la implementación.
También hemos visto a otras empresas tecnológicas formar alianzas importantes. Amazon, firma tecnológica activa en todo el mundo, es un importante inversor en Anthropic, competidor de OpenAI. Amazon Web Services (AWS) es también el principal proveedor de servicios en la nube de Anthropic, que pondrá sus modelos básicos a disposición de los desarrolladores en AWS. Oracle, empresa estadounidense de tecnología informática que opera en todo el mundo, invirtió en otra startup de IA, Cohere, que ofrece servicios de IA generativa basados en la infraestructura en la nube de Oracle.
Cada vez está más claro cómo las megacapitalizaciones con visión de futuro se han posicionado para captar el creciente conjunto de beneficios que surgirán de las aplicaciones relacionadas con la IA. Esto significa que los mercados de renta variable pública pueden ser una excelente forma de buscar una creación de valor como la que ofrece la IA generativa. De hecho, existen interesantes oportunidades de crecimiento escondidas a plena vista.