Fidelity: Nos acercamos a un momento clave
Durante los últimos años, EE.UU. ha liderado la economía mundial y los mercados de capitales gracias a unas políticas monetarias y presupuestarias favorables. En 2020 podríamos tener más de lo mismo y podría surgir un momento clave con un trasvase claro de capitales desde EE.UU. hasta otras áreas como los mercados emergentes. Creo que lo segundo es más probable, debido a las inquietudes en torno a las elecciones estadounidenses. Todo depende en gran medida de la confianza de los consumidores y las empresas estadounidenses y la evolución del dólar, pero los activos no estadounidenses, las inversiones alternativas y las apuestas por las rentas podrían brindar una forma útil de abordar este entorno.
Las empresas estadounidenses manifiestan menos confianza que los consumidores
El consumo estadounidense mantiene su fortaleza a pesar de que el sector industrial está en recesión, pero como muestra el gráfico 1, las empresas no comparten la confianza de los consumidores. Tras un periodo con un alto volumen de emisión de deuda para recomprar acciones y un escaso crecimiento real de los ingresos, las empresas (salvo en un puñado de áreas, como la tecnología) están menos dispuestas a pedir prestado. Podrían incluso empezar a reducir las emisiones y a retirar liquidez del mercado. Aunque eso podría reforzar los balances de las empresas, de cara al mercado se podrían crear tensiones de liquidez que endurecerían las condiciones para las empresas más apalancadas.
La emisión de préstamos apalancados se ha reducido considerablemente en 2019, mientras que el mercado de salidas a bolsa ha tenido dificultades ante la asignación deficiente del capital a algunas de las empresas más nuevas y disruptivas, cuya capacidad de generar beneficios es meramente especulativa. Eso podría reducir aún más el interés de las empresas por captar nueva financiación. Si las emisiones descienden de forma más general, el temor a los impagos y la recesión se contagiará del mercado high yield al mercado investment grade, lo que presionará los diferenciales.
El principal riesgo para los inversores en 2020 es que Elizabeth Warren se convierta en la candidata del Partido Demócrata y los mercados se replieguen cuando las condiciones de liquidez comiencen a deteriorarse. Los capitales privados probablemente se conviertan también en un objetivo de Warren, que hace hincapié en la fiscalidad empresarial.
El riesgo relacionado con las elecciones estadounidenses podría mermar aún más la confianza
Aunque la política de la Reserva Federal probablemente siga siendo expansiva, no puede prolongar el ciclo indefinidamente. En este entorno, el miedo a subidas de impuestos (y más regulación) después de las elecciones podría animar a más empresas a buscar liquidez.
Así pues, el principal riesgo para los inversores en 2020 es que Elizabeth Warren se convierta en la candidata del Partido Demócrata y los mercados se replieguen cuando las condiciones de liquidez comiencen a deteriorarse. Los capitales privados probablemente se conviertan también en un objetivo de Warren, que hace hincapié en la fiscalidad empresarial.
Aunque el consumo estadounidense mantuvo a la economía a salvo de la recesión en 2019, se observan indicios de que el empleo podría estar tocando techo. Las nuevas ofertas de empleo entraron en territorio negativo en 2019 y podrían seguir así en 2020. Si los consumidores, al igual que las empresas, empiezan a creer que se verán obligados a pagar más impuestos, el consumo podría frenarse en seco.
Los activos no estadounidenses podrían destacar
Lo anterior podría parecer una visión un tanto pesimista, pero desde la perspectiva de las inversiones multiactivos ofrece una oportunidad para generar rentabilidades a través de asignaciones tácticas y para protegerse frente a los riesgos. También demuestra las ventajas de la diversificación. Si se produce la rotación de los capitales, surgirán más oportunidades fuera de EE.UU., especialmente en los mercados emergentes y Europa. La mejora del gobierno corporativo de Japón también es interesante. La reciente subida de impuestos en el país podría crear mejores condiciones para los inversores por primera vez en 20 años. Si la gente empieza a creer que los precios ya no van a bajar, Japón entrará en una senda diferente de la de casi cualquier otra gran economía.
La influencia de China no va a desaparecer
La evolución del dólar sigue siendo clave para los mercados emergentes. La posible debilidad del dólar a raíz de la incertidumbre estadounidense podría provocar un mejor comportamiento relativo de varias economías. En mi opinión, la dinámica de países como Indonesia resulta más atractiva que, por ejemplo, Singapur. Países como Vietnam o Camboya, que se han beneficiado de los cambios en las cadenas de suministro, no se deberían pasar por alto tampoco.
China está atravesando una transición natural desde una economía en desarrollo hasta otra desarrollada. Existen riesgos en lo que respecta a la relación entre activos y deuda y la cantidad de empresas zombis, pero las autoridades siguen teniendo margen para usar la moneda y las reservas de capital para compensar las emisiones de deuda. Sigue sin convencerme que quieran algo diferente de un acuerdo puramente manufacturero con EE.UU. mientras madura la dimensión de consumo de su economía. Durante la próxima década, la generación de riqueza en China y Asia va a continuar y la influencia general de China no va a desaparecer.
Inversiones alternativas: energías renovables y cánones
Otra forma de transitar por un entorno más complejo en 2020 consiste en un posicionamiento más defensivo a través de coberturas, estrategias largas en volatilidad e inversiones alternativas que generan rentas. Algunos ejemplos son las infraestructuras sostenibles, como las energías renovables, y posiblemente inversiones que ofrezcan rentas a través de cánones seguros. Los niveles de liquidez podrían aumentar, pero solo para reorganizar y reasignar las exposiciones con el fin de aprovechar mejores puntos de entrada.
Conclusión
Nos acercamos a un momento clave. O el ciclo se gira o prosigue hasta las elecciones estadounidenses. Aunque en 2019 todo giró en torno a las negociaciones comerciales entre EE.UU. y China, el Brexit y la reactivación de los estímulos monetarios, 2020 podría marcar un punto de inflexión para los beneficios y la liquidez. La preocupación de las empresas en torno al crédito aumentará si los Demócratas tienen probabilidades de ganar las elecciones estadounidenses y los bancos centrales podrían disponer de pocas herramientas para luchar contra esta dinámica de final de ciclo. Si a consecuencia de ello el dólar cae, podría haber oportunidades para los activos no estadounidenses.