Fidelity: El nuevo orden económico - Escenarios económicos de la crisis de la COVID-19 parte I
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A lo largo de las próximas semanas compartiremos diferentes partes de nuestro último informe "El nuevo orden económico". En el que explicamos que la crisis de la COVID-19 desencadenará un profundo cambio en las políticas de las autoridades, acelerará las tendencias actuales y transformará los marcos de inversión. Las intervenciones de los estados, el activismo fiscal, el gobierno corporativo, la sostenibilidad y la persistente fortaleza económica de Asia caracterizarán este nuevo orden, que hará surgir oportunidades de las perturbaciones.
Nuestra hipótesis de referencia para el desenlace de la crisis de la COVID-19 es una recuperación en forma de U, definida como un levantamiento progresivo de las medidas de confinamiento conforme nos acercamos al verano, pero con distanciamiento social durante el resto del año y ciertas restricciones en diferentes momentos durante al menos doce meses. De este modo, la mayor parte del mundo se sumirá en la recesión en 2020.
La magnitud del problema en EE.UU. podría suscitar riesgos sistémicos que reduzcan los ahorros de los hogares, aumenten el endeudamiento y erosionen la demanda de consumo.
La inflación sufrirá presiones a la baja por la caída del consumo y los bajos precios de la energía y podría tardar en volver a subir. Cuando las economías comiencen a recuperarse, la inflación podría asentarse a medida que la demanda contenida se libere, los precios de las materias primas se recuperen y las cadenas de suministro sigan estando alteradas.
No obstante, la dirección de la inflación y si se mantiene bajo control (ni demasiado alta ni demasiado baja) depende en gran medida de las políticas y estímulos de las autoridades. Los datos en tiempo real sobre precios en Internet, precios de las materias primas, expectativas de inflación, pedidos de bienes duraderos y funcionamiento de las cadenas de suministro serán indicadores importantes sobre la trayectoria de la inflación.
Esperamos que esta crisis afecte gravemente al empleo en todo el mundo. El paro está aumentando rápidamente de forma generalizada, sobre todo en EE.UU., que se caracteriza por un mercado laboral flexible, una ausencia de subsidios y un empleo más dependiente de las pequeñas y medianas empresas. La magnitud del problema en EE.UU. podría suscitar riesgos sistémicos que reduzcan los ahorros de los hogares, aumenten el endeudamiento y erosionen la demanda de consumo. La voluntad política y la capacidad del gobierno estadounidense para poner en marcha un programa de reconstrucción y creación de empleo serán claves para evitar un periodo prolongado de deterioro económico.
Conforme vayamos superando la pandemia para centrarnos en las estrategias de desescalada del confinamiento, será importante hacer un seguimiento exhaustivo de los datos cuantitativos y cualitativos para identificar qué escenario económico está desarrollándose: nuestra hipótesis de referencia, o algo mejor o peor.
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Hipótesis alcista
Aunque es el menos probable, un desenlace más positivo es una recuperación en V por la que la economía mundial rebote en el segundo semestre de 2020 gracias a los estímulos. Este escenario optimista requiere que la pandemia esté prácticamente superada en mayo de modo que las economías puedan salir del confinamiento en una sucesión rápida y retomar la actividad completamente en el segundo semestre.
En este escenario podría intervenir una vacuna eficaz con amplia disponibilidad a medio plazo, pero es crucial que las medidas de las autoridades sean rápidas y efectivas. Los mercados deberían funcionar con fluidez, favorecidos por las condiciones financieras expansivas, y los estímulos fiscales actuales deben ser ejecutados y distribuidos adecuadamente para amortiguar las repercusiones de la pandemia y acelerar la recuperación. Para minimizar los riesgos en la región, la Unión Europea debe acordar un amplio paquete de medidas utilizando todos los instrumentos a su alcance y las organizaciones internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, tendrán que coordinar programas para ayudar a gestionar las crisis sanitarias en los mercados emergentes.
Hipótesis bajista
Pensamos que el escenario bajista es relativamente más probable que la hipótesis alcista y le otorgamos una probabilidad del 30%. Los inversores deberían mantener la guardia alta. En este escenario, los nuevos casos de la enfermedad empiezan a descender en mayo, pero cuando las economías reabren se producen oleadas posteriores de contagios que resultan difíciles de controlar. Los mercados emergentes que carecen de los recursos para contener infecciones adecuadamente podrían plantear un riesgo para otros países. Estas amenazas ulteriores podrían hacer descarrilar el retorno a la actividad normal y provocar nuevos confinamientos.
Estos sucesos dan lugar a una contracción profunda en todo el mundo, ya que las continuas restricciones económicas asfixiarían cualquier atisbo de recuperación. En este escenario, podría generarse una crisis de liquidez, lo que, sumado a los problemas de insolvencia, desencadenaría una oleada de impagos en los bonos emitidos por empresas y estados. El riesgo de crisis encadenadas es especialmente elevado en los países emergentes. Los estragos económicos podrían agravarse si los bancos centrales se quedan sin munición y los políticos no consiguen consensuar las medidas oportunas.