Al cierre de Wall Street, el pánico se desató entre los traders de criptomonedas con desplomes históricos en cuestión de minutos
Cuando el mercado tradicional cierra, estos activos se convierten en una vía para reducir riesgo ante una noticia inesperada
Hay una generación de inversores jóvenes que no ha vivido grandes desplomes del mercado, que además se apalancan en su trading
Pánico real. Poca broma. Para muchos traders la noche del pasado viernes 10 de octubre fue una auténtica pesadilla. Más de uno se arruinó. Y parece que hay incluso quien incluso se quitó la vida dentro de su propio Lamborghini. El flash crash del mercado cripto fue brutal. X y Telegram eran un valle de lágrimas.
En cuestión de minutos, un desplome salvaje. Lo ha explicado muy bien Antonio Villanueva en su post Qué está pasando con las criptomonedas, para quien quiera conocer mejor la película de la etapa. Yo en este post me quiero centrar en el análisis con luces largas, porque creo que lo tiene.
1 Sí, las cripto ya forman parte de los mercados tradicionales
Hay quienes siguen empeñados en considerar una cosa de frikies, una moda que ya pasará. Error. Invertir en criptomonedas ya se ha convertido en una activo más donde operan los mismos actores que en el resto: hedge funds, fondos tradicionales, traders, inversores de corto plazo, de largo plazo... El mercado.
El último en recomendar destinarle una parte de las carteras no ha sido Michael Saylor ni Bill Miller... Sino Morgan Stanley, uno de los mayores bancos de inversión del mundo. A principios de octubre sugirió tomar una posición de hasta el 4% a cripto en carteras de alto riesgo, basada en la condición de activo escaso, similar a un oro digital. Además, a partir de esta semana libera restricciones para meter cripto en sus carteras.
Pongo esto como noticia más reciente. Pero podría poner muchas parecidas que han ido saliendo en los últimos meses. El resultado: los ETFs de Bitcoin ya acumulan un patrimonio superior a los 156.000 millones de dólares. Acumulan 1,4 millones de bitcoin, el 6,45% de todos los que habrá cuando se llegue a minar el último. El ETF de Bitcoin de BlackRock tiene ya casi el 4%, valorados en más de 91.000 millones de dólares.
2 Y, además, herramienta para bajar riesgo cuando están cerrados
No sólo eso, sino que incluso se han convertido en una herramienta muy útil para los grandes traders del mundo tradicional: pueden utilizarlos para reducir drásticamente el riesgo de las carteras cuando hay una noticia negativa, aunque los mercados tradicionales ya estén cerrados.
Esto ocurrió el pasado viernes. Donald Trump puso el mensaje incendiario que reabría la guerra comercial con China a las 22.50 de la noche en su red social Truth. Ya había cerrado Wall Street. ¿Cómo podía alguien reducir riesgo ante esta noticia inesperada? Vendiendo el único activo de riesgo que cotizaba en ese momento porque nunca cierra: cripto.
Allí se concentraron las órdenes de venta que, con mercados abiertos, se habrían repartido entre otros activos.
3. Mucho trading algorítmico
Si los mercados están cada vez más dominados por sistemas técnicos y robots, me atrevería a decir que el de cripto aún más. En su propia naturaleza, entre los más activos en este sector, hay un corazón y una formación técnica, que facilita el diseño de estrategias basadas en algoritmos.
Cuando ocurre la tormenta perfecta del viernes a las 22.50, estas estrategias se convierten en un barrill llenos de explosivos a los que acaban de prender la mecha. El estallido desencadena oleadas de órdenes automáticas, saltan stop loss y margin calls por doquier y barre todas las posiciones hasta el final.
Con independencia de qué cause el tsunami, si un rumor o una noticia fundada, el latigazo se activa y no deja títere con cabeza. Cuidado los que operan así y no tienen experiencia de muchos años en mercados... Lo que parece un sistema que nunca ha fallado acaba saltando por los aires.
4. Tiempos de excesos...
Y si además el trading es apalancado, porque como nunca ha fallado el sistema por qué no aprovecharlo con más madera, el riesgo aumenta de manera exponencial. Lo que te ha servido para comprarte un lambo acaba costándote la quiebra.
Todas las generaciones de inversores hemos aprendido esto en algún momento de nuestras vidas, incluido el dinero que se suponía más listo, como los premios nobel detrás del hedge fund LTCM en 1998; como los fondos apalancados en subprime en 2007-2008...
Quizá a esta generación le puede llegar ahora. Quizá no. Pero siempre se producen estos eventos en momentos de gran optimismo, de mercados en máximos, de activos en los que se mira sólo la rentabilidad y se minusvalora el riesgo.
No todo es cripto, ni mucho menos. También lo hemos visto ahora con los préstamos privados con la quiebra del fabricante de autopartes First Brands y los fondos que se han quedado pillados, como uno de UBS, por más de 500 millones de dólares, y otro de Jefferies por unos 715 millones. Esto me lo dejo para otro día.
En fin, no sé si definirlo como exuberancia irracional, pero sí claramente de excesos. Quienes llevamos unos cuantos años en el mercado, vemos cositas que nos recuerdan a tiempos pasados.
5. ¿Pero hay que vender?
Ay, amigo, nadie lo sabe. Youtube está lleno de vídeos prediciendo el colapso del mercado que nunca ha llegado. Cuando lo haga, más de uno se apuntará el tanto sin rubor.
Y como nadie lo sabe, sólo hay una solución: carteras bien diversificadas y muy acordes al nivel de riesgo que podemos asumir. También con cripto, sin las consideras interesantes y su mayor volatilidad te lo permite. Creo que revaluar cuánto es eso lo sucedido el viernes es ideal: ¿Qué pasaría si viéramos un flash crash como el del viernes en bolsa? ¿Cómo te irías a dormir esa noche? ¿Te sentirías tentado a venderlo todo? Y, si pudieras, ¿lo harías?
Porque quienes lo hicieron, ya sea voluntariamente o porque el sistema les saltó, se han perdido además la fuerte recuperación que ha llegado tras la enésima marcha atrás de Trump. Cuidado, cabeza fría y buena planificación.
Este contenido se ha elaborado bajo un criterio editorial y no constituye una recomendación ni propuesta de inversión. La inversión contiene riesgos. Las rentabilidades pasadas no son garantía de rentabilidades futuras.
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