El escándalo de Madoff, el dinero fácil y las cajas negras
La avaricia no entiende de edad, ni de estatus social ni de prestigio.
Lo demuestra el último escándalo
que ha salpicado el mercado financiero y vuelve a dar la razón a
quienes cargan contra la falta de escrúpulos de Wall Street. Su
protagonista, Bernard Madoff, tenía la vida resuelta desde hace tiempo:
había sido presidente de Nasdaq, uno de los mercados más importantes del
mundo, y era toda una eminencia en Wall Street. Y no tenía el perfil del
joven agresivo, sino que era un "jubilado" de casi 70 años de
edad. Sin embargo, había montado toda una estructura piramidal, un caso
Afinsa a lo sofisticado, donde sus clientes no eran pequeños
ahorradores, humoristas ni tonadilleras, sino los cerebros más alabados
del mundo de la inversión, los gestores de "hedge funds".
Inversores que supuestamente valoran todos los riesgos estaban comprando
sus "sellos", sin preguntarse por qué obtenían tan altas
rentabilidades. Iban poniendo una carta más en el castillo de naipes.
Hasta que al final se ha desplomado. [caption
id="attachment_1070" align="alignright"
width="199" caption="Asi de feliz estaba Madoff antes de
ser arrestado"]
[/caption] El fraude de Madoff, si se confirma el tamaño de 50.000
millones de dólares, sería el segundo mayor de la historia, sólo
superado por Enron. Y va a afectar a grandes hedge fund que
"invertían" en sus productos. Por ejemplo, a los fondos de la
gestora Fairfield, que ya ha reconocido en su web que tenía varias
cuentas con Madoff "como otros muchos inversores". Y que
también va a afectar a España
. En las conversaciones en el sector de la inversión colectiva corren
de boca en boca nombres de entidades especializadas en banca privada y
hedge funds que estarían bien pilladas con "sellos" de los que
vendía Bernard Madoff, que irónicamente, había puesto su nombre a la
gestora ante la despersonalización de Wall Street y para reivindicar el
valor de las personas con prestigio. Madoff había venido registrando
unas impresionantes rentabilidades año tras año, sin fallo. Y muchos
gestores se habían dejado seducir por sus encantos. Aunque no todos:
La agencia Bloomberg cita a uno
, Jim Vos, que tras estar varios meses investigándolo en profundidad no
invirtió y recomendó a sus clientes que no lo hicieran. Vos critica en
el artículo a los gestores que no hicieron bien los deberes. Y bien
podría criticar también al regulador del mercado americano, la SEC. A
diferencia de otros productos sofisticados, Madoff era una firma
regulada. Es decir, que teóricamente pasaba las revisiones periódicas de
la policía de los mercados. ¿Cómo es posible que nadie se diera cuenta?
Porque a nadie le importaba. Muchos de estos inversores sofisticados
actúan como cajas negras. El esquema de oscuridad es el siguiente:
"Dame el dinero que ya lo administraré yo como convenga para lograr
altíiiiiisimas rentabilidades. Y no me pidas que te diga donde invierto
porque entonces no podría obtener estas rentabilidades... Y tu quieres
tener estas rentabilidades, ¿verdad?" El desaguisado se concretará
ahora en largo proceso legal, pero la confianza en Wall Street ha vuelto
a sufrir una nueva puñalada trapera desde dentro. "¿Tu también,
Bruto?"