La importancia de mantener el rumbo
La historia de los mercados financieros está llena de ejemplos de excesos y de tragedias; de subidas y de bajadas. La primera burbuja que viví en mis carnes fue la del sector tecnológico en el año 2000. El 3G iba a cambiar la economía y permitir unas ganancias de productividad nunca vistas. Casi siempre hay una narrativa detrás que incluye la frase “esta vez es diferente”. Luego no lo es. También desde entonces hemos sufrido varios momentos de fin del mundo: quiebra de Lehman, crisis de la deuda soberana europea, Covid-19, … Solo por citar algunos. Luego el mundo no se acaba.
Los inversores somos humanos y tenemos derecho a ponernos nerviosos. A la baja, por la aversión a las pérdidas; y al alza, por lo que denominan los anglosajones como FOMO: Fear of missing out, miedo a perdérselo. La economía conductual nos propone numerosos ejemplos de comportamientos irracionales que tenemos que tratar de evitar: la aversión a las pérdidas, la contabilización individual de las inversiones, la sobreconfianza en lo que controlamos, … No es fácil, pero aumentar la educación financiera es esencial para poder afrontarlo.
Aquí les dejamos algún consejo:
· Conocerse a sí mismo. Lo primero es indagar un poco es que características tenemos como inversores. Nuestras fuentes de recursos, gastos, necesidades, objetivos, preferencias, … Hay que considerar tanto la capacidad de asumir riesgos como la voluntad de asumirlos. Dos personas con rasgos financieros parecidos pueden ser psicológicamente muy distintas a la hora de afrontar una inversión. La importante siempre es poder dormir tranquilo.
· Ser realista con las rentabilidades esperadas y los riesgos asumidos. Un conocimiento mínimo del mercado financiero, aunque nos dejemos asesorar, es imprescindible para poder tomar las decisiones adecuadas. Las rentabilidades altas sin riesgo no existen.
· Invertir, no solo ahorrar. Ahorramos cuando gastamos menos de lo que ingresamos. Invertimos cuando ponemos a trabajar ese dinero para obtener una rentabilidad que nos ayudará a hacer frente a gastos futuros. Hay que usar la diversificación tanto por clase de activo como geográfica como temporal. No meter todos los huevos en la misma bolsa ni meterlos todos a la vez. El asesoramiento y la gestión profesional aportan valor en este proceso.
· Fijar un plan y seguirlo en el largo plazo. Si revisamos los resultados de las carteras que hemos gestionado en los últimos años, las que han mantenido una estructura relativamente estable a largo plazo han obtenido rentabilidades mejores a su competencia. Además, en la mayoría de los casos, las que han tenido un nivel de riesgo medio más elevado han obtenido rendimientos superiores. Es decir, a más riesgo, más rentabilidad si podemos soportar los malos momentos. Si adecuamos nuestra voluntad de asumir riesgos con nuestra capacidad, que normalmente es superior, los resultados a largo plazo de nuestras inversiones serán mayores. El error más fácil de cometer es cambiar de plan a mitad de camino, bien por avaricia o por miedo; y es el que tenemos que evitar.
Disfruten del Día del Ahorro (¿o debería ser de la Inversión?) y felices inversiones.
Oscar del Diego
Director Técnico y de Análisis
Ibercaja Gestión