MAPFRE Inversión
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Gestión activa en fondos de inversión: ventajas en el actual escenario de mercado

Gestión activa en fondos de inversión: ventajas en el actual escenario de mercado

 

Tras un final de 2023 con rally en la renta variable y con la renta fija volviendo a ser rentable, el camino para los inversores en este 2024 es optimista. El plano macroeconómico parece que podría acompañar. Las previsiones de MAPFRE Economics para este ejercicio sugieren un panorama económico global con un crecimiento que, aunque moderado, podría alcanzar el 2,3%, con una inflación que seguirá su senda bajista y una política monetaria encaminada hacia una tendencia más laxa.

En conjunto, las expectativas para el presente ejercicio plantean un horizonte en el que se podría esquivar la recesión y en el que los riesgos estarían más equilibrados y controlados por los bancos centrales.

No obstante, este escenario, aunque positivo, no está exento de desafíos. La volatilidad se ha instalado en los mercados financieros y los riesgos geopolíticos siguen muy presentes. La guerra en Ucrania, el enfrentamiento armado en Oriente Medio, los ataques en el mar Rojo… Son diversos los focos de tensiones que se están desarrollando y que podrían influir en el devenir económico y de los mercados. A ellos se añade la incertidumbre que brindan las numerosas citas electorales de 2024, que llevarán ante las urnas a buena parte de la población mundial. La atención está puesta en las votaciones para el Parlamento Europeo en junio pero, sobre todo, en las presidenciales de Estados Unidos de noviembre.

En un panorama financiero global caracterizado por la volatilidad en toda clase de activos y la incertidumbre, la gestión activa en fondos de inversión se desmarca como una estrategia clave para enfrentarse a los vaivenes del mercado. Este enfoque, que contrasta con la gestión pasiva o indexada, implica una selección cuidadosa de activos y una constante reevaluación de la cartera.

A continuación, repasamos cómo la gestión activa en fondos de inversión puede ofrecer ventajas significativas en el actual contexto de mercado.

 

Selección de activos

La gestión activa de fondos de inversión implica una supervisión y selección constante de activos por parte de las gestoras, con el objetivo de superar el rendimiento del mercado o de un índice de referencia. Es por esto que un pilar fundamental de la gestión activa es la investigación exhaustiva. Los equipos dedican recursos significativos al análisis de empresas, sectores, y tendencias económicas globales. Se trata de un proceso único en el que se trabaja por comprender en profundidad el modelo de negocio y la situación financiera de una compañía o de un país, se analizan de manera exhaustiva factores como la solvencia o los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG).

Esta aproximación dinámica permite identificar activos infravalorados con potencial y ‘saltar’ sobre ellos, al tiempo que ayuda a evitar aquellos con perspectivas menos prometedoras. En el momento actual, en el que por ejemplo no podemos apostar por un rumbo futuro claro de los tipos de interés o en el que las disrupciones tecnológicas y los cambios en el comportamiento del consumidor redefinen industrias, es una filosofía particularmente valiosa.

Por su parte, el inversor delega toda la operativa en profesionales, por lo que lo único que tendrá que hacer es asesorarse para seleccionar el fondo que mejor se ajuste a sus necesidades.

 

Adaptabilidad y agilidad

La gestión activa ofrece una alta flexibilidad en la asignación de activos y en la estrategia. Aunque cada fondo tendrá una clasificación específica (renta fija, renta variable, mixto, por temáticas, por áreas geográficas…), los equipos gestores pueden recalibrar las exposiciones a las distintas clases de activo, su ponderación o peso dentro de la cartera y su duración, según su visión del mercado y los ciclos económicos. Esta capacidad de maniobra es crucial en un entorno donde los rápidos cambios pueden transformar rápidamente los perdedores en ganadores y viceversa. Por ejemplo, ante señales de recesión, un gestor activo puede adoptar un enfoque más defensivo en el que incremente la exposición a bonos de alta calidad y reduzca la inversión en acciones.

En un entorno tan cambiante como el actual, la gestión activa puede adaptarse de forma rápida a las variaciones del mercado, ajustando la cartera en respuesta a los desarrollos económicos, políticos y sociales.

 

Potencial de superación

El objetivo principal de la gestión activa es generar rentabilidades superiores al mercado o a su benchmark, mientras que la gestión pasiva se limita a replicar el comportamiento de un índice. La flexibilidad del enfoque activo permite aprovechar las oportunidades que el pasivo podría pasar por alto, al subirse a tendencias de mercado o detectarlas antes que nadie, o al aprovechar las ineficiencias de mercado y obtener rendimientos.

Aunque la gestión activa puede conllevar costes más altos en comparación con las estrategias pasivas, el potencial de obtener rendimientos superiores justifica esta inversión para muchos inversores. En inversores tendrá siempre en cuenta que rentabilidades pasadas no garantizan ganancias futuras y que, antes de decantarse por un fondo, lo óptimo es evaluar de manera cuidadosa los gestores, considerando su historial, su estrategia de inversión y su capacidad para generar alfa (rendimientos ajustados al riesgo por encima del mercado).

 

Gestión de riesgos

Además de buscar superar al mercado, la gestión activa prioriza la mitigación del riesgo de forma proactiva para proteger el capital de los partícipes. De forma general, los gestores se enfocarán en anticiparse a los cambios del ciclo económico para posicionar su cartera de forma correcta y estar preparados. Además, emplean técnicas avanzadas de gestión de riesgos que ayudan a reaccionar ante eventos imprevistos como la diversificación, la cobertura o el ajuste de la duración de la cartera.

En momentos de alta incertidumbre, la infraponderación de sectores o regiones vulnerables puede marcar la diferencia, por lo que un enfoque activo puede ser decisivo para preservar el valor de la inversión y evitar pérdidas significativas o compensarlas en el largo plazo.

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