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Trump anuncia un arancel universal del 10%: ¿qué efectos tendrá en la economía?

Trump anuncia un arancel universal del 10%: ¿qué efectos tendrá en la economía?

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“La palabra más bonita del diccionario es arancel”. Esas fueron las palabras de Donald Trump el pasado 15 de octubre, poco antes de que se celebrasen las elecciones presidenciales en las que logró la victoria. Y este 2 de abril, conocido como “Día de la liberación”, el presidente estadounidense ha dado a conocer lo que él miso denomina “aranceles recíprocos”.

Trump lleva ya meses anunciando aranceles a distintos socios comerciales, especialmente a China, Canadá y México, con el objetivo de atajar la crisis de fentanilo que sufre el país. La cuestión migratoria también ha entrado en juego en los últimos meses, con la amenaza de aplicar unos aranceles del 25% a Colombia por rechazar el aterrizaje de dos vuelos con migrantes deportados. Ahora, el presidente estadounidense espera reducir su déficit comercial, por lo que se verán más afectados aquellos países que tengan una mayor relación comercial con Estados Unidos.

En concreto, Trump ha anunciado un arancel mínimo universal del 10% aplicable a partir del próximo 5 de abril, combinado con otros tipos más altos que llegan al 50%, como en el caso de Lesoto y San Pedro y Miquelón, seguidos muy de cerca por Camboya (49%), Laos (48%), Madagascar (47%) y Vietnam (46%). Sri Lanka y Myanmar han sido gravados con el 44%, y Siria con el 41%. Los aranceles a China, por su parte, ascenderían al 34%, a lo que hay que sumar el 20% que ya se estaba imponiendo hasta ahora, en tanto que, para los socios de la UE, los aranceles serán del 20%.

La estructura ideológica detrás de esta ofensiva se encuentra en el pensamiento del economista Stephen Miran, exasesor del Tesoro, cuya propuesta ha sido bautizada como la “Doctrina Miran”. Miran propone corregir el desequilibrio creado por un dólar estructuralmente sobrevalorado, condicionar el acceso al mercado estadounidense a factores estratégicos y de seguridad nacional, utilizar aranceles como herramientas de negociación, no como fines en sí mismos, y forzar ajustes monetarios y regulatorios en países con comportamientos desleales.

En el informe ‘Panorama Económico y Sectorial 2025’, MAPFRE Economics identificaba la guerra de aranceles y el proteccionismo como un riesgo emergente debido a esa implementación de una nueva política proteccionista por parte de Estados Unidos. “Esta política busca proteger las industrias nacionales frente a la competencia extranjera. Sin embargo, los países afectados por estos aranceles seguramente responderían con medidas similares, lo que resultaría en una escalada de tensiones comerciales”, destaca el Servicio de Estudios de MAPFRE.

A corto plazo, dicha guerra arancelaria provocaría un aumento en los precios de muchos productos, ya que los aranceles se trasladarían a los consumidores, y la disponibilidad de ciertos bienes podría verse seriamente afectada, generando escasez en algunos sectores. Asimismo, MAPFRE Economics insiste en que “es materialmente imposible restaurar la base industrial en un periodo de cuatro años sin enfrentar numerosos desafíos”.

“Si bien los últimos anuncios brindan algo más de claridad, la incertidumbre sigue siendo una variable que persiste, como muestra, ciertos detalles fueron negociados tan solo unas horas antes del anuncio, lo que deja la puerta abierta a más modificaciones”, destaca Eduardo García Castro, economista experto de MAPFRE Economics.

Para García Castro, los efectos de la reconfiguración de las cadenas de suministro en respuesta a los aranceles implicarían una contracción del comercio global de las importaciones de EE. UU. del 15 % a dos o tres años vista, afectando especialmente a las economías más expuestas a EE. UU como son China, Mexico, Canadá o la UE. En términos de actividad económica, el crecimiento del PIB mundial podría debilitarse hasta el 2,5% en 2025 y un punto porcentual en 2026. Esto se situaría cerca de los niveles más bajos desde la crisis financiera global.

El efecto inmediato de los aranceles en la inflación, por su parte, implica un cierto efecto escalón en los precios y un riesgo al alza para las expectativas, aunque García Castro destaca que se trata de una dinámica que enfrenta muchas corrientes cruzadas. Por ejemplo, los efectos sobre la propia actividad sugieren que también pueden desencadenarse factores desinflacionarios explicados en la propia adaptación de las empresas y consumidores al nuevo marco comercial. Además, queda por ver si también se aplicarán medidas compensatorias y de apoyo a la demanda interna

“La estrategia de Liberation Day Tariffs marca el inicio de una nueva era geoeconómica: Estados Unidos prioriza la soberanía industrial, el control estratégico de cadenas de valor y la presión económica como herramienta de política exterior. Sin embargo, los costes sistémicos pueden ser altos: inflación sostenida, debilitamiento del crecimiento global, parálisis inversora, ruptura de reglas multilaterales y tensiones diplomáticas crecientes”, destaca el economista de MAPFRE Economics.

Por último, recuerda la Smoot-Hawley Tariff Act, aprobada en 1930 con fines proteccionistas, y que provocó una caída del 66 % en el comercio mundial entre 1929 y 1934, un desplome del 61 % en las exportaciones estadounidenses y una cadena de represalias globales que agravó la Gran Depresión.

 

Otros riesgos para la economía estadounidense

El impacto de una guerra comercial en la economía estadounidense no es el único riesgo para el país. De hecho, MAPFRE Economics destaca especialmente la situación financiera y de deuda del país, con un déficit que asciende hasta el 7% del PIB. La Administración Trump rechaza la posibilidad de aumentar los impuestos directos a los ciudadanos y pretende generar esos ingresos adicionales mediante la imposición de aranceles.

Asimismo, el aumento de los rendimientos de los bonos gubernamentales, que llegaron a alcanzar el 4,5%, obliga al Ejecutivo a refinanciar parte de su deuda a tipos más altos, lo que aumenta significativamente los costos anuales del servicio de la deuda y pone más presión sobre el déficit. Hasta el momento, el comportamiento de los bonos ha cumplido con el papel de activo refugio, de hecho, la referencia a 10 años se suavizado hasta el entorno del 4,00%, sin embargo, existe el riesgo de que se produzcan salidas de capital también de la deuda y cierta dinámica de repatriación de activos, lo que implicaría una vuelta a los aumentos de la prima por plazo y sería indicativo de una crisis de confianza mucho más amplia.

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