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Cuáles son los tres indicadores clave para invertir en bolsa
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Cuáles son los tres indicadores clave para invertir en bolsa

 
Sólo hay una receta para invertir en bolsa: comprar barato y vender caro. Claro que lo complicado es llevar esto a la práctica. Encontrar aquellas compañías que presentan un mayor potencial de revalorización no es tarea sencilla. Existen multitud de estrategias orientadas a localizar las compañías que lo van a hacer que el mercado. Pero lamentablemente, no siempre funcionan. El reto puede llegar a ser tan complicado, en palabras de John Bogle, gurú financiero y responsable de la gestora Vanguard, como encontrar una aguja en un pajar.

Con todo, hay tres indicadores que te pueden ayudar a conocer un poco mejor las compañías que te interesan y las perspectivas de crecimiento que pueden tener en bolsa. Ninguno de ellos es suficiente en sí mismo. Los inversores profesionales suelen tener en cuenta una combinación de todos ellos, junto con muchas otras variables que sería imposible incluir en este post. Pero aunque conocer estos indicadores no sea una garantía de éxito, te pueden servir de orientación a la hora de determinar en qué aspectos deberías fijarte a la hora de invertir en bolsa.


PER (Precio /Beneficio por acción)

Es uno de los indicadores más populares a la hora de valorar una empresa ya que pone en relación el precio al que cotiza y los beneficios que obtiene. Para calcular el PER (siglas en inflés de Price Earnings Ratio o, lo que es lo mismo, ratio de Precios / Beneficios) sólo hay que dividir el precio entre el beneficio por acción. Por ejemplo, si la compañía ha obtenido un beneficio en el último ejercicio de 10 millones de euros y tiene un millón de acciones en circulación, el beneficio por acción es de 10 euros. Y si cotiza a 30 euros, el PER sería por tanto de tres veces.

Grosso modo podríamos decir que el PER indica el número de años que tendríamos que esperar para recuperar nuestra inversión. Pero en esta afirmación caben muchos matices. Para que eso fuera así sería imprescindible que la compañía siguiera ganando lo mismo año tras año. Por esta razón, los analistas no sólo calculan el PER en función de los últimos resultados obtenidos, sino que realizan estimaciones en función de los beneficios que prevén que la compañía va a tener en el futuro. Por ejemplo, el PER 2023 estaría calculado en función del beneficio por acción que el analista considera que la compañía va a tener en ese ejercicio.

Por otro lado, beneficio por acción y dividendo no son exactamente lo mismo. De hecho, lo habitual es que las compañías no repartan el total de sus beneficios entre sus accionistas, sino sólo un porcentaje (también llamado pay out). El resto suelen reinvertirlo en la propia empresa para potenciar su crecimiento o fortalecer los fondos propios.

Una de las grandes ventajas del PER es que supone una variable homogénea con la que comparar unas empresas y otras entre sí, así como con la media del sector y del mercado en el que cotizan.


P / BV (Precio / Valor contable)

Otra manera de evaluar si una empresa está cara o barata en bolsa es comparar el precio al que cotiza con su valor contable. Esto es precisamente lo que mide la variable P/BV, siglas en inglés de Price/Book Value. Para calcularla se toma la capitalización de la empresa (es decir, el precio al que cotiza multiplicado por el número de acciones) y se divide entre el valor que figura en los libros de la empresa, esto es, en sus estados financieros. Cuanto más bajo sea este resultado, más barata estaría cotizando la compañía.

Esta magnitud se calcula a partir del balance de situación, que es la diferencia entre el total de activos de la empresa y los pasivos totales, es decir, el patrimonio neto. Y aunque se trata de un indicador muy útil, hay que ser conscientes de que no siempre refleja el verdadero valor de la compañía ni sus perspectivas de futuro. Sólo aquellas cuantificables desde el punto de vista contable, a cierre de un ejercicio determinado.

Al igual que ocurre con el PER, los analistas calculan esta magnitud tanto en función de ejercicios pasados como basándose en sus estimaciones para ejercicios futuros.


Rentabilidad por dividendo

Esta es posiblemente la magnitud más conocida y quizá más intuitiva para el inversor final. No en vano es la que más le toca el bolsillo. La variable pone en relación el precio al que cotiza un valor y el dividendo que paga. Y como en los casos anteriores, se puede tomar como referencia el último dividendo abonado (siempre en términos anuales) o las estimaciones para los próximos ejercicios.

Imagina una empresa que obtiene un beneficio neto de 10 millones de euros. Y que decide repartir la mitad a sus accionistas (pay out del 50%) y reinvertir el resto. De este modo, abonaría 5 millones de euros. Si tiene un millón de acciones en circulación, cada acción recibiría 5 euros. Y si la empresa cotiza a 30 euros, la rentabilidad por dividendo rondaría el 17%.

Invertir en bolsa con vistas a cobrar dividendos es una estrategia perfectamente válida y que resulta muy atractiva para muchos inversores. No obstante, es importante que tengas en cuenta tres factores. El primero, que la rentabilidad por dividendo pone en relación el precio y el dividendo. Por tanto, la rentabilidad puede ser muy elevada porque el dividendo es muy generoso (señal de la buena marcha de la compañía), pero también porque el precio al que cotiza es muy bajo, algo que puede indicar que las perspectivas para la compañía no son exactamente positivas. En este sentido, recuerda que de nada sirve cobrar un dividendo muy sustancioso si el precio de las acciones está en caída libre. Lo que ganamos con una mano lo perdemos con la otra.

Además, aquí entraría el segundo factor en juego: la sostenibilidad de ese dividendo. La mayor parte de expertos en estas cuestiones (como lo son, por ejemplo, los gestores de fondos de reparto) prefieren una rentabilidad por dividendo más modesta a cambio de que la compañía sea solvente y tenga visos de que puede mantener su política de remuneración al accionista sin sustos. Y es que el hecho de que una compañía haya repartido dividendos en el pasado no quiere decir que los vaya a seguir repartiendo en el futuro. O no por ese importe.

Finalmente el tercer factor a considerar es la fórmula de pago. Algunas compañías optan por abonar el dividendo a sus accionistas en acciones de la propia empresa (scrip dividend), lo que a menudo supone una dilución del beneficio. Por tanto, puede interesarte más una empresa con una rentabilidad por dividendo más reducida, pero que sólo pague en efectivo, sin que se vea obligada a emitir nuevos títulos.

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