¿Se puede invertir sin asumir ningún riesgo?
Los inversores españoles no son muy amigos de asumir riesgos. La mayoría continúa presentando un perfil conservador, según el VI Barómetro del Ahorro de Inverco. Y muchos de ellos sueñan con una inversión en la que no exista la más mínima posibilidad de perder el dinero. ¿Es eso posible? La respuesta rápida es que no. Cualquier tipo de inversión implica asumir algún riesgo, por improbable que éste sea. No obstante, es cierto que existen productos que permiten obtener una cierta rentabilidad con niveles de riesgo muy pequeños. La cuestión es ¿merecen la pena?
Riesgo versus rentabilidad
Lo primero que hay que tener claro es qué entendemos por riesgo. A priori, es la posibilidad de que se produzca un evento no previsto o perjudicial. Y esta es la razón por la que es prácticamente imposible invertir el dinero sin asumir riesgo alguno. Hasta los activos considerados libres de riesgo, como la deuda pública alemana, están sujetos a la posibilidad de quiebra del país. Una posibilidad muy remota, pero aun así real.
Por otro lado, en el mundo de la inversión, el riesgo está muy ligado al concepto de volatilidad, que mide las oscilaciones (al alza o a la baja) que puede experimentar el precio del activo/producto en el que estamos invirtiendo.
Y esto nos lleva a la segunda derivada. A menudo, cuanto mayor es el riesgo que presenta la inversión, mayor es el potencial de rentabilidad que ofrece. Son las dos caras de una misma moneda. Desde esta perspectiva, el riesgo se perfila no tanto como una magnitud absoluta, y que haya que evitar a toda costa, sino como una variable que es necesario modular. Por tanto, lo ideal no siempre es asumir riesgo cero (o casi cero), puesto que en ese caso la rentabilidad también será reducida.
Esto es importante cuando tu meta financiera requiere obtener unos retornos determinados. Por ejemplo, si pretendes batir la inflación en el medio plazo, la rentabilidad obtenida después de impuestos debería ser superior al aumento del IPC. De lo contrario perderás poder adquisitivo. En otras palabras, el mismo dinero te permitirá comprar menos cosas. Y ese también es un riesgo muy real con el que tienes que bregar.
Inversiones con protección del capital
Si eres de aquellos ahorradores que prefieren no poner en riesgo su dinero aunque eso suponga obtener rentabilidades muy modestas (incluso por debajo de la inflación), tienes varios productos a tu disposición.
Letras del Tesoro. El activo sin riesgo por excelencia es la deuda pública de los países desarrollados. La única posibilidad de que no recuperes tu dinero (o los intereses prometidos) es que el país emisor de la deuda entre en quiebra o default. El riesgo es aún más bajo, cuanto menor es el plazo del bono que compras. Por tanto, la opción más segura es la deuda a un plazo igual o inferior a 12 meses, como las Letras del Tesoro español. La buena noticia es que este tipo de activos está ofreciendo rentabilidades cada vez más jugosas, gracias a las últimas subidas en los tipos de interés. En la última subasta, las Letras a 12 meses ofrecían un retorno cercano al 3%. ¿Suficiente para batir a la inflación? No lo sabremos hasta dentro de un año. Lo que sí podemos decirte es que las expectativas de Funcas apuntan a que el IPC subirá el 5,3% en 2023.
¿Dónde adquirirlas? Puedes hacerlo directamente en el Banco de España, de forma tanto presencial como online, aunque como pudimos ver hace unos meses, la elevada demanda puede llegar a provocar colas kilométricas.
Una opción es adquirirlas a través de un bróker. En ese caso, comprueba qué comisiones te cobra (tanto por la compra como por el mantenimiento), ya que algunos ofrecen unas condiciones mucho más competitivas que otros.
Depósitos y cuentas remuneradas. Otra posibilidad es meter el dinero en un depósito o cuenta remunerada de un banco español, o de la Unión Europea. En ese caso, la única posibilidad de que no recuperes tu dinero es que la entidad financiera quiebre. Y aún en ese caso, tus ahorros estarían protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos español (o del país correspondiente), hasta 100.000 euros por entidad y titular.
No obstante, hoy por hoy la mayoría de las entidades se muestra reacia a trasladar la subida de los tipos de interés a la remuneración de sus cuentas y depósitos. Sólo unas pocas llegan a ofrecer el 2% TAE.
Las cuentas tienen algunas ventajas frente a los depósitos (y las Letras del Tesoro) y es que no tienen vencimiento y tu dinero está siempre disponible sin penalización alguna. Eso sí, comprueba si incorpora algún tipo de comisión de apertura, mantenimiento o cancelación.
Garantizados: Una tercera opción es invertir en un fondo de inversión de la categoría de garantizados. El grado de seguridad de estos productos es elevado, ya que el fondo contrata los servicios de un tercero (normalmente, una entidad bancaria) que garantiza que los partícipes recuperarán el capital invertido en la fecha de vencimiento.
Existen tres categorías de garantizados: los de renta fija garantizan la protección del capital más una rentabilidad preestablecida, que vendrá condicionada en buena medida por el contexto de tipos de interés; los de renta variable garantizan el capital más la posible revalorización de un determinado activo/índice; y los de garantía parcial sólo aseguran la recuperación de un porcentaje del capital.
Ojo: La garantía del capital sólo se aplica siempre y cuando el partícipe no retire el dinero durante un determinado plazo. Si reembolsa antes de tiempo, es posible que lo haga con pérdidas. Además, los fondos garantizados suelen penalizar el reembolso antes del vencimiento con una comisión de salida de hasta el 5% (a menos que se produzca dentro de una ventana de liquidez).
Por otro lado, los garantizados presentan otro problema y es que requieren una estructura de costes que deja muy poco margen para la rentabilidad. Eso hace que los garantizados de renta fija ofrezcan retornos mínimos (a menudo inferiores a cuentas y depósitos).
En cuanto a los garantizados de renta variable, la rentabilidad está vinculada al comportamiento de diversos activos, de acuerdo con fórmulas de cálculo a menudo bastante complejas que el inversor no siempre entiende. Y si la evolución de esos activos no es la esperada, corre el riesgo de no obtener rentabilidad alguna, con el coste de oportunidad que eso supone.
¿Por qué entonces este tipo de fondos ha sido tan popular en España? Para las entidades financieras supone un producto muy ventajoso. Les permite captar el dinero de los ahorradores y mantenerlo durante años (como mínimo, hasta el vencimiento), por lo que la gran banca ha incentivado al máximo su venta en las sucursales. En cuanto a los inversores, la protección del capital supone un reclamo muy poderoso. Esto, unido a la falta de cultura financiera, les ha llevado a entrar en estos fondos, a menudo sin ser conscientes de las verdaderas características del producto.