Cada semana destacamos la valoración de un experto financiero sobre un producto de inversión en las fichas de Finect. Esta semana Daniel Pérez (MAPFRE Inversión) opina sobre el fondo de inversión BNY Mellon Global, un producto de BNY Mellon Fund Management.
⭐️⭐️⭐️⭐️ Daniel Perez (MAPFRE Inversión): "Este fondo de inversión aprovecha el efecto del interés compuesto vía dividendos"
BNY Mellon Global Equity Income es uno de esos fondos que, a primera vista, puede pasar desapercibido en un entorno donde la narrativa la dominan las grandes tecnológicas y las estrategias de crecimiento más agresivas. Sin embargo, cuando se analiza con calma, nos encontramos con una estrategia coherente, muy bien construida, y con una visión clara: invertir en empresas de calidad que repartan dividendos sostenibles y crecientes, con un enfoque prudente y global.
El fondo está gestionado por Newton Investment Management, una boutique británica especializada en renta variable, integrada dentro del grupo BNY Mellon. Estamos ante un equipo amplio, estable, con más de 20 años de experiencia media y un proceso totalmente basado en análisis propio. Aquí no hay "gestor estrella", sino un trabajo colaborativo y bien estructurado.
La filosofía del fondo se basa en una idea sencilla pero potente: el dividendo, cuando está bien entendido, puede ser una fuente estable de rentabilidad. Pero ojo, no se trata de buscar las empresas que más reparten, sino aquellas que lo hacen con sentido. El equipo pone el foco en compañías con balances sólidos, márgenes elevados, bajo endeudamiento y capacidad de generar caja en distintos entornos. Negocios de calidad que, además de pagar dividendos, tienen una base que les permite seguir haciéndolo durante años.
El proceso es exigente. Solo entran en cartera aquellas compañías que cumplen tres requisitos a la vez: dividendo sostenible, negocio robusto y valoración razonable. A partir de ahí, el equipo plantea diferentes escenarios a cinco años, midiendo tanto el potencial de revalorización como el riesgo de caída. El resultado es una cartera diversificada, con entre 40 y 70 compañías, donde la convicción y la prudencia van de la mano.
A nivel de resultados, el fondo no ha conseguido batir al mercado en los últimos años, especialmente en un entorno tan favorable para el growth como el que hemos vivido. Desde su lanzamiento, ofrece una rentabilidad del 8,70% frente al 10,87% del FTSE World. Pero si bajamos al detalle, hay matices importantes. En años como 2022, el fondo cayó sólo un -3,54%, mientras el índice se dejaba más de un -17%. Esa capacidad para proteger en caídas es uno de sus principales atributos.
El perfil de riesgo es claramente más moderado. Volatilidad más baja que el mercado, beta de 0,70, y una cartera pensada para suavizar los vaivenes. El ratio de Sharpe a 3 años es de 0,26, modesto, sí, pero coherente con su enfoque. Tampoco se le puede exigir generar alfa en un entorno liderado por compañías que este fondo evita por principios. Y, aun así, el Active Share supera el 95%, con un Tracking Error del 5,10%, lo que deja claro que la gestión activa es real.
¿Es para todos los perfiles? Probablemente no. Este no es un fondo para quien busca exprimir al máximo cada subida del mercado.
Su objetivo es otro: ofrecer una trayectoria estable, aprovechar el efecto del interés compuesto vía dividendos y construir valor a lo largo del tiempo. Funciona mejor en mercados volátiles o bajistas, y puede ser un buen complemento defensivo en carteras de renta variable global.
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Este contenido se ha elaborado bajo un criterio editorial y no constituye una recomendación ni propuesta de inversión. La inversión contiene riesgos. Las rentabilidades pasadas no son garantía de rentabilidades futuras.
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