O al menos uno de los mejores, en mi opinión. No se me ocurrieron muchos más que traducir, que no lo estuvieran ya. Se trata del discurso de graduación pronunciado por Charles T. Munger en junio de 1986. No se trata de una traducción literal, por contra he tratado mantener el espíritu de lo que he entendido que quería decir. No soy traductor profesional por lo que es posible que haya cometido errores. Estoy más que abierto a vuestras sugerencias. El original lo podéis consultar aqui en este link.
Las únicas maneras que he encontrado de mejorar semejante obra maestra han sido:
1. Traducirlo al castellano.
2. Incorporar imagenes y links a la Wikipedia.
Era el mejor regalo que podía hacer a todos los amigos que formamos Unience, eso si, con un día de retraso. Nada más. Les dejo con el Maestro:
Discurso dado por Charles T. Munger el 13 de Junio de 1986
Ahora que el director Berrisford ha seleccionado a uno de los patronos más antiguos y veteranos para hacer un discurso de graduación, corresponde al orador responder a dos preguntas presentes en cada mente de los asistentes:
1) ¿Por qué he sido seleccionado?
y,
2) ¿Cuánto va a durar?
Voy a responder a la primera pregunta. Conozco a Berrisford desde hace muchos años. Está intentando mejorar la reputación de nuestra escuela en la manera en la que un hombre muestra con orgullo su caballo que puede contar hasta siete.
Sabe que contar hasta siete no es una gran hazaña matemática, pero que espera el reconocimiento del público, ya que él sabe contar es un caballo.
En cuanto a la segunda pregunta, en cuanto a la duración de mi discurso, no la voy a responder con antelación. Les privaría de la viva curiosidad y expectación entusiasta en sus rostros, que prefiero mantener a toda costa.
Pero os diré una cosa. Determinar la duración de mi discurso me ayudó a definir sobre lo que os quería hablar. Cuando fui invitado a hablar me quedé sin palabras. Aunque no tengo mucha experiencia en hablar en público sí que tengo un cinturón negro en audacia, e inmediatamente consideré a Demóstenes y Cicerón como modelos a seguir. Trataré de ganarme un cumplido cómo el que dio el propio Cicerón cuando se le preguntó cuál era de entre todos los discursos de Demóstenes su favorito. Cicerón respondió: El más largo.
Sin embargo, y afortunadamente para esta audiencia, también pensé en famoso comentario de Samuel Johnson sobre el poema de Milton, El paraíso perdido, y correctamente afirmó: "Nadie lo deseo más largo”.
Todo ello me hizo considerar cuál de los veinte discursos de
graduación de la escuela de Harvard de los que había oído me hubiera gustado que fuera más largo. Sólo
hay uno, el dado por Johnny
Carson, en el que ofrecía sus recomendaciones para garantizarnos
una existencia miserable. Por lo tanto, decidí repetir el discurso de
Carson pero añadiendo algunas recomendaciones propias.
Después de todo, soy mucho más mayor que Carson cuando dio su discurso y he fracasado, y sido desgraciado más veces (y de más maneras diferentes) de las que un joven humorista podría haberlo sido. Estoy claramente cualificado para profundizar sobre la temática de Carson.
Lo que Carson dijo es que no podía decir a la clase cómo ser feliz, pero podía garantizarles por su experiencia personal cómo tener una vida miserable. Las recomendaciones de Carson incluían:
1) La ingestión de productos químicos en un esfuerzo para alterar el estado de ánimo o la percepción;
2) Envidia
3) Resentimiento
Aún puedo recordar la convicción absoluta de Carson mientras contaba cómo cuando había permitido que todas estas cosas entraran en su vida siempre había acabado de un modo miserable.
Es fácil comprender la primera recomendación de Carson para garantizarnos una existencia miserable: la ingestión de productos químicos para alterar nuestro estado de ánimo y percepción. Estoy 100% de acuerdo. Mis cuatro mejores amigos de mi juventud eran inteligentes, de buen humor, y desde un punto de vista ético tenían un comportamiento intachable. Tenían tanto una personalidad como entorno que jugaba a su favor.
Dos de ellos hace tiempo que murieron, con el alcohol como un factor determinante en tan triste desenlace. Un tercero es un alcohólico viviente –si es que a ese estado se le puede llamar vivir.
Aunque la propensión varía entre personas, desarrollar una adicción es algo que puede pasarnos a cualquiera de nosotros, mediante proceso sutil, demasiado ligero para ser sentido hasta que es demasiado fuerte para ser roto. En cualquier caso, aún no he conocido a nadie, en más de seis décadas de vida, que haya visto empeorada su calidad de vida por temer y evitar tan decadente proceso de autodestrucción.
La envidia, también se une a las
drogas como una vía rápida para acabar en la miseria. Ya causaba
estragos mucho antes de que adquiriera mala prensa en las
leyes de Moisés. Si queréis mantener la contribución de la
envidia a una vida llena de sufrimiento no os recomiendo leer la
biografía de aquel buen cristiano,
Samuel Johnson
, ya que su vida demuestra de un modo seductor los beneficios de
no dejarse caer por esa clase de sentimientos.
El resentimiento funcionó para mí exactamente tal y como lo hizo para Carson. No puedo recomendároslo lo suficiente si se desea una vida llena de momentos miserables. Estoy 100% de acuerdo con Carson: la vida ya es suficientemente difícil de tragar como para además morder la piel amarga del resentimiento.
Para aquellos ustedes que deseen la miseria, les recomiendo se abstengan de una práctica curiosa de Benjamin Disraeliv, especialmente recomendado para aquellos a quienes les resulte especialmente difícil liberarse de los resentimientos. Disraeli a medida que iba creciendo en su carrera profesional hasta convertirse en uno de los mejores Primeros Ministros de su época, aprendió a renunciar a la venganza. Por el contrario escribía el nombre de cada persona que le había agraviado en pequeños papelitos que guardaba en un cajón. Entonces, de vez en cuando, pasaba revista a estos nombres y se deleitaba en ver de qué modo el mundo había puesto en su lugar a sus enemigos sin su asistencia.
Bueno, hasta aquí las tres recomendación de Carson. Ahora vienen las cuatro de Munger:
En primer lugar, no seas una persona de fiar. No hagas aquello que te has comprometido a hacer. Con que sólo domines este hábito vas a más que contrarrestar el efecto combinado de todas tus otras virtudes, sean las que sean. Si disfrutas siendo relegado y excluido de las mejores compañías esta recomendación es para ti.
Distínguete en este hábito y siempre podrás jugar a ser la liebre en la fábula, con la excepción de que en vez de ser dejado atrás por una tortuga, lo serás por hordas y hordas de tortugas mediocres e incluso por algunas tortugas mediocres en muletas. Debo advertirte que si no sigues mi primera recomendación puede que sea difícil para ti terminar de un modo miserable, incluso si comienzas en desventaja.
Tuve un compañero de habitación en la universidad que sufría (y sufre) dislexia severa. Es quizás el hombre más fiable que nunca he conocido. Ha tenido una vida maravillosa hasta el momento, con una esposa e hijos excepcionales, y es el director ejecutivo de una corporación multimillonaria. Si quieres evitar resultados como estos siempre puedes apoyarte en tus otros defectos siempre y cuando persistas en ser una persona en quien poder confiar.
No puedo dejar de remarcar como he hecho referencia a su vida como
"maravillosa hasta ahora", sin poner énfasis en el factor "hasta el momento" que
tiene la condición humana. Podemos recordar la historia de Creso, uno de los reyes más ricos del
mundo en su tiempo. Más tarde, cuando aguardaba en cautiverio y se
preparaba para ser quemado vivo afirmo: “Bueno, ahora recuerdo las
palabras de Solón: “La vida de
ningún hombre debe ser calificada como una vida feliz hasta que haya
terminado ".
Mi segunda recomendación para la miseria es aprender todo lo que sea posible de tu propia experiencia personal, minimizando lo que se puede aprender de experiencias previas, buenas y malas, de otros, vivos y muertos.
Esta recomendación es un tiro seguro hacia una vida miserable.
Puedes ver los resultados de no aprender de los errores de otros con sólo mirarte a ti mismo. Que poco original es el género humano a la hora de hablar de desgracias comunes: muertos por conducir borracho, mutilaciones por practicar una conducción temeraria, enfermedades sexuales incurables, estudiantes brillantes que se convierten en zombis gracias a cultos autodestructivos, quiebras de empresas por repetición de los errores evidentes cometidos por predecesores, etc.
La otra cara de evitar la sabiduría de aquellos que pasaron antes que nosotros es tratar de no aprender los mejores trabajos realizados antes que el tuyo. La recomendación es volverte tan poco cultivado como razonablemente te sea posible.
Tal vez veas mejor el tipo de resultados no-miserables, y por tanto a evitar si te retrato una pequeña anécdota. Hubo una vez un hombre que con recurrencia dominó los mejores trabajos de sus predecesores, a pesar de un comienzo poco afortunado y alguna mala experiencia en geometría analítica. Con el tiempo, su propio trabajo atrajo la atención de la comunidad científica de su tiempo y refiriéndose a sus descubrimientos afirmó:
“Si he visto un poco más allá que otros hombres es porque estaba apoyado sobre hombros de gigantes”.
Los huesos de aquel hombre están enterrados, en la abadía de Westminster, bajo una inscripción un tanto inusual:
“Aquí yacen los restos de todo lo que había de mortal en Sir Isaac Newton.”
Mi tercera recomendación para una vida miserable es hundirte y permanecer hundido cuando tengas tu primer, segundo o tercer revés en la vida. El mundo está lleno de adversidades, incluso para los afortunados y sabios, y esta actitud te garantizará, llegado el momento, que te encuentres hundido permanentemente en la mísera. Ignora a toda costa la sabiduría contenida en el epitafio que escribió para su propia tumba Epicteto:
“Aquí yace Epicteto, un esclavo, con el cuerpo mutilado, pobre entre los pobres, y favorecido por los Dioses.”
Mi recomendación final para una vida llena de divagaciones inútiles e infelicidad es ignorar una historia que me contaron de joven sobre un campesino que dijo:
“Ojalá supiera donde voy a morir, para así nunca ir allí”.
Mucha gente empezó a reír (tal y como han hecho ustedes) ante la ignorancia del campesino, e ignoraron la sabiduría contenida en sus palabras. Si mi experiencia es de alguna ayuda, el enfoque del campesino debe ignorarse a cualquier costa por quien esté decidido a vivir una vida miserable. Para garantizar su fracaso, deben desestimar el método del campesino, que es el mismo que uso Carson en su discurso.
Lo que hizo Carson fue abordar el estudio de cómo crear “X” dándole la vuelta a la pregunta, esto es, estudiando cómo crear un “no-X”. El gran algebraico Jacobi, seguía el mismo método que Carson y era conocido por la repetición constante de una frase “Invierte, busca siempre la función inversa”. Está en la naturaleza de muchas cosas, como bien sabía Jacobi, muchos problemas complejos son resueltos de mejor manera sólo cuando son enfocados al revés.
Por ejemplo, cuando prácticamente todo el mundo estaba revisando las leyes electromagnéticas de Maxwell para que fueran coherentes con las leyes de movimiento de Newton, Einstein elaboró la teoría de la relatividad, dando un giro de 180 grados, y haciendo necesario revisar las leyes de Newton para que encajaran con las de Maxwell.
En mi opinión, como un fanático de las biografías, Charles Robert Darwin hubiese
obtenido un expediente académico que hubiera estado a la mitad de la tabla en
la lista de graduados en la promoción de Harvard-Westlake de 1986.
Aun así, es ahora famoso en la historia de la ciencia. Es precisamente el tipo de ejemplo del que no deberían aprender nada, si están decididos a minimizar los resultados de su propia vida. Los avances de Darwin fueron en gran medida cosechados gracias a su método de trabajo, que violaba todas mis reglas para tener una existencia miserable, es más, daba una vuelta de tuerca adicional, ya que daba mayor relevancia a aquellas pruebas y test que pudieran poner en evidencia cualquier teoría en la que hubiera estado trabajando.
Por el contrario, muchas personas pronto desarrollan y más tarde perfeccionan un mecanismo para procesar cualquier información que no esté alineada con sus propias ideas, de tal modo que sus ideas originales queden intactas.
Se convierten en personas de quien Philip Wylie dijo:
“No podrías insertar ni un céntimo entre lo que ya saben y lo que nunca aprenderán.”
La vida de Darwin es una demostración de cómo una tortuga puede ganar a una liebre, ayudado por una objetividad extrema, que asiste a la persona que la busca en acabar siendo el único jugador sin los ojos vendados en el juego de la piñata. Si minimizas la objetividad, ignoras no sólo una lección de Darwin, sino también una de Einstein. Einstein afirmó que sus teorías más exitosas venían de:
“…curiosidad, concentración, perseverancia y autocrítica...”
y por autocrítica se refería a la prueba y destrucción de sus propias más amadas ideas.
Por último, minimizar la objetividad te ayudará a disminuir tus compromisos y posibilidades de tener bienes materiales, porque ser una persona objetiva no sólo les funciona a grandes físicos y biólogos. También genera valor añadido al trabajo de un jefe de obra en Bemidji. Por lo tanto, si interpretas ser fiel a ti mismo con mantener todas las ideas de tu juventud, estarás en el buen camino no sólo de maximizar tu propia ignorancia, si no también para obtener todo tipo de experiencias miserables a raíz de situaciones desagradables en el mundo los negocios.
Es de recibo ahora, que un discurso hecho del revés termine con un brindis dado la vuelta, inspirado por la historia que contaba Elihu Root sobre como el perro llegó a Dover, “paso a paso”.
A la promoción de 1986:
Caballeros, que cada uno de ustedes llegue alto viviendo cada día de una larga vida deseando cosas sencillas.