¿Solo inviertes en renta fija y renta variable? Pues estás peor diversificado de lo que crees, según este estudio

¿Solo inviertes en renta fija y renta variable? Pues estás peor diversificado de lo que crees, según este estudio

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Un análisis de Candriam plantea una revisión profunda del modelo 60/40 que durante décadas fue la piedra angular de la inversión equilibrada. La nueva propuesta: una cartera 40/30/30 con inversiones alternativas seleccionadas por su función real en el mercado.

Durante décadas, la receta fue simple: 60% de la cartera en renta variable, 40% en renta fija. La conocida asignación 60/40, fácil de implementar y respaldada por décadas de buenos resultados, ha sido durante mucho tiempo la base de la inversión institucional y minorista. Pero un nuevo estudio elaborado por la gestora Candriam pone en entredicho la vigencia de esta fórmula.

La advertencia es clara: confiar únicamente en acciones y bonos puede estar generando una falsa sensación de diversificación. El motivo, según el análisis, es que la correlación entre ambos activos ha aumentado de forma preocupante, alcanzando niveles históricamente altos —tan altos como 0,97— lo que indica que ambos se están moviendo en la misma dirección, incluso en momentos de crisis.

“Durante años, los bonos eran el colchón que amortiguaba las caídas de las bolsas. Pero desde 2022, esa relación se ha roto”, explican los autores del informe. La guerra en Ucrania, el repunte de la inflación, los ciclos de tipos de interés más agresivos o el giro hacia políticas proteccionistas han tensionado los mercados y trastocado las reglas tradicionales del equilibrio de carteras. En 2022, tanto acciones como bonos cayeron de forma sincronizada, desdibujando uno de los supuestos clave del modelo 60/40: que uno protegería al otro.

Un nuevo marco: 40/30/30 y más allá

Ante esta realidad, Candriam propone un replanteamiento estructural. En lugar de mantener el 60/40, sugieren una nueva asignación: 40% en renta variable, 30% en renta fija y 30% en estrategias alternativas. Pero no se trata simplemente de diversificar “añadiendo hedge funds”, como si todos respondieran igual ante el mercado. El enfoque va mucho más allá: Candriam propone clasificar las inversiones alternativas no por su etiqueta, sino por su función real en la cartera.

En concreto, el estudio agrupa las estrategias alternativas en tres bloques funcionales:

  • Direccionales long/short: diseñadas para ofrecer protección en entornos de estrés de mercado.
  • Market neutral: orientadas a ofrecer rentabilidades estables y poco correlacionadas.
  • Upside alpha: pensadas para capturar rentabilidad adicional en mercados alcistas, con riesgo controlado.

La tesis es que esta clasificación funcional —basada en el comportamiento real de las estrategias, no en categorías académicas o etiquetas comerciales— permite construir carteras más resilientes y más adaptadas a los cambios de régimen económico.

El informe de Candriam no se queda en la teoría. Utiliza un análisis de datos históricos desde 1999 hasta el primer trimestre de 2025 para comparar la evolución de carteras con diferentes modelos de asignación. Los resultados son contundentes: una cartera 40/30/30 que incluye un 30% de exposición a estrategias alternativas mejora notablemente todos los indicadores clave respecto al clásico 60/40.

Con esta combinación, el retorno anualizado sube del 4,5% al 5,0%, la volatilidad se reduce del 9,7% al 7,8% y el drawdown máximo se suaviza del 36% al 30%. Y eso sin añadir aún el elemento diferencial del estudio: la gestión dinámica.

Más allá de lo estático: gestión dinámica basada en el entorno de mercado

El gran salto de calidad viene cuando estas tres categorías funcionales se combinan con un sistema de gestión dinámica que ajusta la exposición según las condiciones del mercado. Candriam utiliza un indicador propio de riesgo —basado en la volatilidad cruzada de diferentes activos como acciones, bonos, divisas y crédito— para determinar si el entorno es expansivo, contractivo o transitorio.

En fases de expansión, la asignación favorece las estrategias de upside alpha, mientras que en entornos de riesgo (volatilidad al alza), se refuerzan las posiciones en estrategias direccionales y market neutral. En momentos de transición, se equilibra la exposición entre las tres categorías.

Este ajuste no es cosmético. En el backtest realizado por Candriam, la cartera con asignación dinámica logra un retorno anualizado del 8,9%, con una volatilidad reducida al 4,9% y un drawdown máximo del 8,9%. Frente a la media histórica de los hedge funds —un 6% anual con más riesgo y peores caídas—, la diferencia es notable.

La propuesta se aleja de soluciones exóticas o excesivamente técnicas. Se trata de una arquitectura sencilla en su estructura, pero sofisticada en su lógica: asignar el capital no por productos, sino por las funciones que estos cumplen dentro de una cartera.

Lo que demuestra este estudio es que diversificar ya no puede significar simplemente combinar acciones y bonos”, señala uno de los autores. “El contexto ha cambiado, y la forma de construir carteras también debe cambiar”. Según los autores, incluso una modesta asignación del 30% a estrategias alternativas, bien seleccionadas y gestionadas de forma activa, puede transformar la relación entre riesgo y rentabilidad de una cartera.


Este contenido se ha elaborado parcialmente con inteligencia artificial, bajo un criterio editorial y no constituye una recomendación ni propuesta de inversión. La inversión contiene riesgos. Las rentabilidades pasadas no son garantía de rentabilidades futuras.


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