Este proverbio popular africano, si quieres ir rápido, ve solo, pero si quieres llegar lejos, ve acompañado, podría bien asociarse con la opciones que tiene al alcance un inversor: entre el auge de los ETF (Exchange Traded Funds) / gestión pasiva (fondos indexados), o la gestión activa.
La simplificación máxima de un ETF y/o gestión pasiva, sería que los vehículos replican el comportamiento de un índice o un sector determinado. Los gestores compran las mismas compañías del índice que tratan replicar, con la misma ponderación. Se fundamenta en que a largo plazo, muy pocos gestores consiguen batir al índice de referencia de forma consistente. Por tanto es la opción más rápida y sencilla de entrar en el mercado.
La gestión activa por el contrario, se centra en analizar y seleccionar los valores que van a componer la cartera, con el objetivo de superar a un índice de referencia. Su política y estrategia de inversión debe estar definida de antemano en un folleto para que el inversor decida entrar o no en este vehículo. En mi opinión, éste es uno de los motivos por los que probablemente no se pueda superar al índice de forma consistente: el mercado no es estático. Se trata de ciclos, eventos coyunturales que afectan a la estrategia, y la falta de flexibilidad se ve penalizada con un menor rendimiento en ese período que la estrategia no encaja.
Ahora bien, la gestión activa no puede valorarse exclusivamente con el vehículo, porque entonces estaríamos comparando en términos absolutos, sin la variable 'acompañamiento' que ha llevado a decidir por el vehículo. En el ámbito bancario, la mala praxis comercial ha sido evidente: colocación de vehículos como si se tratara de la estantería de detrás del mostrador, que en román paladino sería algo así como para ese viaje no se necesitan alforjas.
De ahí el proverbio, si quieres llegar lejos, ve acompañado, con un gestor patrimonial que tiene el respaldo de un equipo de analistas, que se reunen periódicamente y ajustan carteras de acuerdo a los acontecimientos. O no se ajustan, cuando después del análisis, se puede tratar de movimientos intensos pero de corta duración, como lo sucedido hace unas semanas. En la gestión pasiva estás solo, excepto tu cuñado que sabe mucho de aranceles, bolsa y bitcoin.
Factores de decisión
Costes. No hay duda, la gestión pasiva es la opción más económica en cuanto a costes. Y la opción más cara cuando no se entra en el fondo en el momento adecuado, o se salió antes de tiempo tanto en mínimos como en máximos.
Riesgos. Todo inversor debería conocer cual es su umbral de insomnio. Si la caída de los mercados en las últimas semanas generó un clima de tensión en las finanzas personales, quizás no sea el producto más adecuado, o al menos convendría reducir exposición.
Ciclos y Geoestrategia. Al final resultó ser que la Europa de los PIGS o los patos feos del lago, ahora lo están haciendo mejor, con España a la cabeza. Seguir la situación cíclica y geoestratégica puede ser difícil para un inversor individual. En la gestión pasiva, el inversor simplemente elige exposición geográfica y sectorial. En la gestión activa, tener un equipo analistas haciendo su trabajo debería ser motivo de tranquilidad.
Conclusión
Deberíamos ser flexibles en la construcción de nuestras carteras, y el criterio de elección tiene más que ver con el perfil del inversor que con las características de los vehículos. Ambos estilos tienen ventajas e inconvenientes, que se explican mejor cuando miramos el mercado con el retrovisor, pero el verdadero reto está en mantener una planificación patrimonial sana para las siguientes temporadas.
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