Ovidio, las comedias y la desregulación financiera, por Álex Fusté
A veces pienso que la especie humana, después de la papada de los
pelícanos, es la cosa más absurda bajo la capa del sol. Ovidio ya nos
advirtió de que necesitamos aprender, aunque sea del enemigo. (Mi lema
pedagógico preferido). Si levantase cabeza, volvería a esconderse sin
pensarlo en el agujero del que haya salido. Sí señores/as. Al parecer
vuelve a estar de moda la desregulación financiera; y lo más
descabellado es que los inversores lo celebran con inmoderada pasión,
pues desde la victoria de Trump, y sus primeras indicaciones sobre la
desregulación, los inversores han llevado al DJI y el S&P hasta
los cielos fractales; por supuesto, con los bancos subiendo un 26%
desde entonces. ¿Qué pienso? No lo hago. No pienso. Solo sé,
siguiendo las indicaciones de Ovidio, que tras una deplorable comedia
viene una magna tragedia. Todo esto es demasiado obtuso para someterlo
al arte de la lógica, pero una simple reflexión me induce a pensar que
el mercado, tan aficionado al lucro como una termita a la madera, solo
ve el beneficio, y no los peligros, de una desregulación. Cosas de la
especie.
Dicho todo esto, odio tener que ser yo quien arroje un
jarro de agua fría a las desenfrenadas expectativas de los inversores.
Bueno, en realidad no lo odio tanto. Digo esto porque creo
que la esperada desregulación puede caer muy por debajo de
lo que se espera. Veamos:
1. Si bien es cierto que la
administración Trump ha sugerido repetidamente su intención de
simplificar las 2.300 páginas de la regulación financiera vigente, no
debemos caer en el error de confundir los verbos 'simplificar' con
'desregular'.
2. El texto propuesto como alternativa a
la regulación Dodd Frank, recogido en el llamado Financial Choice
Act (FCA), contiene sus propias restricciones en materia de riesgo
sistémico, Stress Testing y de 'Too big to fail', si bien es
cierto que algunas metodología podrían suavizarse.
3. La FCA
ofrecería un régimen regulatorio simplificado para bancos
que quedarían exentos de la reglamentación Dodd Frank y Basilea, pero
este mismo régimen exigiría como contrapartida presentar un
Suplementary Leverage Ratio (SLR) del 10%. Dicho SLR es la ratio entre
Capital Tier 1, dividido por la suma de los activos totales más los
derivados fuera de balance. Deben ustedes saber que la regulación
actual exige un nivel mínimo en SLR del 3% y del 5% para bancos
pequeños y grandes respectivamente, y que en la actualidad, el
promedio que la banca presenta en este ratio es del 6%. En
consecuencia, quien quiera acogerse al régimen simplificado deberá
aumentar los estándares de capital, lo que invita a pensar que un auge
en los préstamos subprime de escasa documentación es poco probable. Va
a ser difícil, pues, que todo esto se traduzca en un gran ciclo de crédito.
4. Deben saber también que el nuevo régimen simplificado exige una
mejora substancial de los llamados 'CAMELS' bancarios. Una familia de
métricas que se corresponden con los siguientes conceptos: Capital
adequacy, Asset quality, Management, Earnings quality, Liquidity
ratios y Sensitivity risk to market volatility.
Admito que es
más que probable que veamos la derogación de algunas reglas de la
actual regulación (por ejemplo, la Volcker Rule), pero tengo mis dudas
de que la FCA pueda traducirse en un importante ciclo de crédito y,
en consecuencia, deba leerse en clave de factor impulsor importante
para los bancos y las bolsas. Observando en detalle esta
acta, queda clara la voluntad de simplificar la regulación,
pero no tanto que ello suponga desregular, pues en verdad se siguen
exigiendo unos elevados estándares de solvencia y liquidez.
Después está la cuestión política, pues aunque pueda parecer
que todo está dispuesto para que Trump y sus chicos materialicen sus
deseos en el Congreso y el Senado, me explican que esa súper mayoría
es difícil de comandar por la existencia de 'obstruccionistas' dentro
de las filas republicanas, lo que obliga
al partido del elefante
a entenderse con la minoría demócrata. Eso nos deja ante un único
camino posible. Dado que los demócratas ofrecerán una
férrea resistencia a destruir su legado regulatorio, vislumbro ante
nosotros un largo proceso de negociaciones. Olvídense, pues, de una
desregulación exprés. Y no menos importante; la 'criatura' que salga
de esta negociación deberá satisfacer a ambas partes (digo yo), lo que
significa que a los demócratas les debe cuadrar el resultado final. Lo
que garantiza, de alguna manera, que no estaremos hablando de una
desregulación absoluta, como así parece esperar hoy gran parte del
mercado. Parece, pues, que la capacidad de la administración
para reformar la regulación financiera es limitada, por muy
amigos que sean Mike Pence y Jeb Hengarling –presidente del House
Financial Services Committee.
En definitiva, por el
momento vería este intento de simplificar la regulación como algo
neutral-favorable para los bancos y los índices de bolsas, sin
que deba representar un gran impulso para los beneficios de los
bancos. Recuerden que la legislación vigente está
implementada sólo al 77% después de 6 años de ser promulgada, lo que
significa que cualquier reforma puede tardar otros tantos en ser
aplicada. Mucha de la regulación vigente ha sido incorporada en
la infraestructura y el core business de los bancos, lo que hace muy
difícil su eliminación. No esperen, pues, una gran reforma
desreguladora. ¿Y las bolsas? Pueden mantenerse sostenidas
mientras el mercado siga esperando esa desregulación.
Álex Fusté
Economista jefe