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La normalización de las economías podría implicar rentabilidades moderadas - Colin Moore, Director Global de Inversiones

La normalización de las economías podría implicar rentabilidades moderadas - Colin Moore, Director Global de Inversiones

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Tras diez años de bonanza, los mercados parecen retornar, por fin, a los niveles previos a la crisis. Nuestro análisis sugiere que esta normalización podría traducirse en rentabilidades de la inversión mucho más modestas que las obtenidas en los años posteriores a la crisis financiera, cuando los precios de los activos se vieron impulsados por una política monetaria extraordinariamente acomodaticia.

En el universo de renta variable, las rentabilidades futuras dependerán del ciclo económico, así como de los beneficios y los ingresos de las compañías. Si considera que el ciclo puede durar unos cuantos años más y que los beneficios corporativos seguirán creciendo, entonces las acciones
generarán probablemente una escasa rentabilidad real positiva. 

Así pues, parece poco probable que los mercados de renta fija y los mercados de renta variable deparen rentabilidades tan elevadas como en los años posteriores a la crisis financiera. Las rentabilidades revelarán a buen seguro un signo positivo, pero se observará una mayor volatilidad. Los inversores tendrán que decidir qué grado de volatilidad pueden tolerar. Si usted está seguro de que puede obtener una rentabilidad real en un periodo de tres a cinco años, entonces debería poder mantener su inversión en renta variable, pese al repunte de la volatilidad.

Analizar la volatilidad con perspectiva

Conforme aumenta la volatilidad, resulta crucial mantener el sentido de la perspectiva. Solemos pensar que las tensiones geopolíticas y los problemas económicos de hoy son peores que los de ayer, pero, a lo largo de mi vida, he sido testigo de algunos acontecimientos de igual trascendencia. Por ejemplo, asistimos al final del régimen del apartheid en Sudáfrica y a la disolución de la Unión Soviética. Además, la creación del euro suscitó un enorme nerviosismo en el Viejo Continente, lo que puede compararse con las preocupaciones actuales sobre el brexit y la posibilidad de que
otros países decidan abandonar también la UE.

Todos los mercados financieros presentan un cierto nivel de volatilidad. Se trata de una sana representación del debate sobre la economía, la política y los beneficios. La diversidad de opiniones provoca variaciones en los precios. La clave radica en determinar hasta qué punto se considera normal. Es igual de peligroso tener muy poca que demasiada volatilidad, ya que una escasez de volatilidad induce a la gente a una falsa sensación de seguridad. Y esto no es normal, porque pasan muchas y diferentes cosas en el mundo (ya sean problemas a escala de las empresas individuales o conflictos comerciales en el plano político), por lo que cabe esperar un cierto grado de incertidumbre, y dicha incertidumbre es lo que la volatilidad representa.

Por el contrario, un exceso de volatilidad probablemente significa que existe un enorme nivel de incertidumbre: el riesgo de que se desate un guerra o que nos adentremos en una enorme recesión. Por lo tanto, existe un equilibrio óptimo. No obstante, el mercado debería presentar un cierto nivel
de volatilidad, de lo contrario se corre el peligro de haber interpretado erróneamente los riesgos que descuenta.

El problema con la volatilidad es que representa incertidumbre, lo que puede llevar a la gente a adoptar decisiones de inversión nefastas. En mi opinión, la mayor parte de la volatilidad que se observa en la actualidad es mero ruido provocado por el giro acometido en la política monetaria
de Estados Unidos y Europa.

Los tipos de interés regresan a niveles normales

En la actualidad, la cuestión principal es si la subida de los tipos de interés perjudicará la economía. Tras la espectacular crisis financiera que sacudió el mundo hace diez años, los bancos centrales de todo el planeta fijaron los tipos de interés en niveles ultrabajos durante un larguísimo periodo de
tiempo. Sin embargo, hoy en día, la economía está retornando a la normalidad, y los bancos centrales están retirando tales políticas acomodaticias. La Reserva Federal estadounidense está liderando el camino, pues ha comenzado a subir de nuevo los tipos de interés. El Banco Central Europeo también está retirando algunas medidas extraordinarias que adoptó tras la crisis. Podríamos compararlo con la conducción de un vehículo: si la velocidad se reduce demasiado, entonces se pisa el acelerador (política monetaria laxa), pero cuando se recobra una velocidad de crucero adecuada, se levanta el pie del acelerador para mantener la velocidad (normalización de la política monetaria). Esto no es lo mismo que frenar bruscamente para evitar un obstáculo.

En general, los inversores perciben con recelo las subidas de tipos de interés, al suponer que los bancos centrales están poniendo el pie en el freno para evitar determinados problemas, como un repunte de la inflación. No obstante, si se trata realmente de una normalización de los tipos después
de un periodo de crisis, los inversores deberían confiar en que el crecimiento resulta más sostenible ahora que hace unos años. Si el actual aumento de los tipos señala el retorno a los niveles normales, entonces se trata de algo positivo.

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