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El crédito no cotizado demuestra su utilidad en un entorno volátil
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El crédito no cotizado demuestra su utilidad en un entorno volátil

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Comunicación de marketing. Exclusivamente para inversores profesionales.

Este artículo fue originalmente publicado en la web de M&G Investments. 

Los acontecimientos geopolíticos y la incertidumbre macroeconómica plantean retos para los inversores en busca de renta. Con tantos activos diferentes entre los que elegir, ¿cómo puede el crédito no cotizado ofrecer las ventajas de flexibilidad y diversificación que desean?

A los inversores con horizontes a largo plazo, como los fondos de pensiones, les cuesta asegurarse flujos de renta estables en entornos de volatilidad de mercado elevada y desarrollos macro disruptivos como el actual. Ello los lleva a evaluar todo el espectro de fuentes de ingresos, y el crédito no cotizado está emergiendo como una opción potencialmente interesante.

En los últimos años, una serie de acontecimientos disruptivos han trastocado a los mercados: la pandemia de COVID-19, las tensiones geopolíticas (desde Ucrania hasta Oriente Medio) y la inestabilidad del sector bancario. Estas conmociones han venido acompañadas de giros espectaculares de política monetaria y fiscal, creando un entorno complejo para los inversores.

El fin de la era de tipos de interés «más bajos por más tiempo» ha conllevado nuevos desafíos, marcados por una inflación todavía elevada, el descenso (si bien lento) del precio del dinero y una volatilidad persistente en los mercados. Pese a esta incertidumbre, no obstante, los fondos de pensiones han mejorado sus ratios de financiación, ya que los mayores tipos de interés han reducido el valor actual de sus pasivos. Ahora, la cuestión clave es cómo preservar estas ganancias y continuar generando rentas fiables.

El papel del crédito no cotizado

El crédito no cotizado ofrece un enfoque flexible y diversificado para generar ingresos. Abarca una amplia gama de tipos de activos (desde préstamos corporativos y financiación de consumo hasta préstamo de activos reales y crédito estructurado) con perfiles de riesgo/rentabilidad diferenciados. Esta diversidad permite a los inversores personalizar su exposición en base a sus necesidades de renta y tolerancia de riesgo específicos.

«Muchos instrumentos de deuda corporativa no cotizada son a tipo flotante, con lo que se ajustan a la inflación y al precio del dinero, ayudando a preservar la renta real.»
 

Una de las principales ventajas del crédito no cotizado es su potencial para aportar renta real en entornos con tipos de interés tanto altos como bajos. Muchos instrumentos de deuda corporativa no cotizada son a tipo flotante, con lo que se ajustan a la inflación y al precio del dinero, ayudando a preservar la renta real. Al mismo tiempo, atributos como suelos de tipos de interés pueden proteger al inversor frente al riesgo de caídas, asegurando que su renta no se ve erosionada durante periodos de tipos bajos o negativos.

En cambio, a los activos de renta fija tradicionales como la deuda pública y el crédito con grado de inversión (IG) suele costarles aguantarle el ritmo a la inflación, sobre todo en entornos de tipos de interés elevados como el actual. El crédito no cotizado, en cambio, puede ofrecer mayores rentas y mejor protección frente a la inflación.

Gestión de riesgo y liquidez

Los inversores no tienen por qué aceptar riesgos excesivos para beneficiarse del crédito no cotizado, ni necesitan sacrificar liquidez. Por ejemplo, los préstamos apalancados ofrecen liquidez diaria y cotizan de manera similar a la deuda corporativa tradicional. La deuda de infraestructura y las titulizaciones de activos (ABS) pueden proporcionar exposición al crédito con grado de inversión o «crossover» (con calificación entre IG y high yield) junto a potencial de rentabilidades al vencimiento (TIR) atractivas, a menudo superiores a las de bonos HY cotizados de menor calificación.

El crédito no cotizado también tiende a mostrar menos volatilidad que los mercados de deuda cotizada: dado que estos activos suelen mantenerse en cartera hasta su vencimiento y se ven menos influidos por el sentimiento de mercado a corto plazo, pueden generar rentabilidades más estables. 

Complejidad y oportunidad

Dicho esto, el crédito no cotizado no está exento de riesgos, como por ejemplo los de crédito, de liquidez y de rescate anticipado. Así, las capacidades y experiencia de una gestora para gestionar estos activos son esenciales. El atractivo de esta propuesta es que ciertos segmentos del universo del crédito no cotizado tienen potencial de ofrecer «lo mejor de ambos mundos»: mayores rentabilidades con una liquidez manejable.

Los mercados de préstamos y ABS, por ejemplo, ofrecen una activa cotización secundaria y tienen un tamaño comparable al de los de deuda HY desarrollada. Estos instrumentos suelen incluir cláusulas de rescate, para un reembolso más rápido y oportunidades de reinversión. Esta «tendencia hacia el valor nominal» puede potenciar la rentabilidad, especialmente durante periodos de confusión en los mercados.

Una solución estratégica a largo plazo

En épocas de incertidumbre, el crédito no cotizado representa una valiosa herramienta para los inversores con horizontes a largo plazo que buscan rentas estables y con protección frente a la inflación. Su flexibilidad permite a las gestoras virar hacia las oportunidades más atractivas, adaptándose a cambios en las condiciones de mercado sin dejar de concentrarse en sus objetivos a largo plazo.

Con la persistencia de la inflación y de los temores de recesión, la capacidad de asignar capital de manera paciente y estratégica cobra más importancia si cabe. La combinación de generación de renta, adaptabilidad y menor volatilidad convierte al crédito no cotizado en una excelente opción para los inversores interesados en asegurarse un futuro financiero estable.

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