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El poder duradero de los dividendos
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El poder duradero de los dividendos

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Comunicación de marketing. Exclusivamente para inversores profesionales.

Este artículo fue originalmente publicado en la web de M&G Investments. 

Valoradas por su capacidad para generar renta, su resiliencia y su potencial de crecimiento a largo plazo, las estrategias de dividendo representan una disciplina consolidada en el mundo de la inversión. Sin embargo, en el reciente entorno de inversión dominado por el atractivo de fuertes revalorizaciones bursátiles (lideradas por las acciones tecnológicas estadounidenses), los inversores han dado la espalda a los dividendos.

En un mercado cada vez más impredecible y ante la baja probabilidad de que las rentabilidades de los últimos años vayan a repetirse, las grandes ventajas de los dividendos podrían pasar nuevamente a un primer plano en las carteras de los inversores.

Las acciones con dividendo presentan varios atributos clave que les permiten añadir valor potencial a toda cartera de inversión. Para empezar, pueden proporcionar al inversor un flujo de ingresos estable, un aspecto especialmente atractivo durante fases de volatilidad en los mercados. Por otra parte, los dividendos crecientes pueden ofrecer protección frente a la inflación, y su reinversión permite sacar partido al poder de la capitalización compuesta a largo plazo. Un aspecto importante es que el crecimiento del dividendo también puede propiciar subidas de cotización. En su conjunto, creemos que estos factores convierten a la inversión en dividendo en una estrategia de inversión atractiva a largo plazo.

Es hora de que las estrategias de income vuelvan a imponerse

En un entorno de creciente inestabilidad geopolítica e incertidumbre macroeconómica, las estrategias de dividendo están ganando protagonismo en el marco de la búsqueda de seguridad por parte de los inversores.  

Los dividendos pueden aportar cierta tranquilidad cuando los mercados pasan apuros, ya que esa renta puede amortiguar el efecto de eventuales caídas de cotización. Además, las acciones que reparten dividendo suelen ser de empresas estables, defensivas y bien gestionadas, y por ello menos volátiles que el mercado en general.  

En nuestra opinión, la naturaleza fiable de los dividendos se pone de manifiesto en coyunturas complicadas. El dividendo aporta certidumbre en un mundo en que el crecimiento del capital está a la merced del sentimiento bursátil. Como reza el dicho, «más vale pájaro en mano que ciento volando», sobre todo durante fases difíciles. 

Cambios en la dinámica de mercado

Tras dos años de subidas bursátiles excepcionales, sobre todo en los Estados Unidos, es improbable que los mercados sigan mostrando una evolución tan favorable.

“En un mundo de menores rentabilidades, la renta cobra una importancia creciente y los dividendos representarán seguramente una mayor proporción de la rentabilidad total de las acciones en el futuro.”

Un nuevo giro en los mercados podría potenciar el valor del reparto de dividendo. En los dos últimos años, el avance de las bolsas ha estado liderado por las tecnológicas estadounidenses de megacapitalización, y en particular por las «Siete Magníficas» (7M). Las estrategias de income han pasado apuros en un entorno de mercado tan estrecho, pero si el conjunto de acciones al frente del mercado se ensancha más allá de las 7M, las estrategias de dividendo (que tienden a ser más defensivas) podrían ofrecer ventajas de diversificación a los inversores. 

Cabe afirmar que la actual incertidumbre en los mercados representa un entorno favorable para que los dividendos vuelvan a imponerse. Además de ofrecer seguridad potencial en mercados volátiles, el crecimiento consistente de los dividendos protege a los inversores de los estragos de una inflación persistente.  

Los dividendos son importantes en el largo plazo

Además de ofrecer resiliencia a corto, la inversión en acciones con dividendo puede constituir una base sólida para la rentabilidad de la renta variable a largo plazo. Con el tiempo, un pequeño flujo de renta a día de hoy puede convertirse en una fuerte corriente de ingresos en el futuro. Reinvirtiendo los dividendos y aprovechando el poder de la capitalización compuesta, los inversores pueden conseguir ganancias significativas. La historia nos muestra que el dividendo es un importante motor de rentabilidad de la renta variable en el largo plazo. 

En los últimos 25 años, la reinversión de dividendos ha representado más de la mitad de la rentabilidad total (la combinación de crecimiento del capital y renta) de las acciones globales, ilustrando las ventajas de la capitalización compuesta a lo largo del tiempo (gráfico 1). Un 56,1% de la rentabilidad del índice MSCI ACWI ha procedido de los dividendos, y un 43,9% de subidas de cotización1. Esto pone de relieve la importancia de los dividendos para los inversores con horizontes a largo plazo.

 

El dividendo como señal de calidad

Los repartos también son importantes porque denotan la calidad de una empresa. Elevar el dividendo de manera consistente no es tarea fácil, ya que una compañía debe hacer crecer su negocio para soportar un flujo creciente de distribuciones a sus accionistas.

Así, el crecimiento del dividendo es una clara señal de disciplina de capital, de solidez financiera y de confianza del equipo directivo en las perspectivas de la compañía. Las empresas con dividendos crecientes suelen tener modelos de negocio sólidos, balances saneados y convicción en su crecimiento futuro. Asimismo, una política de dividendos crecientes demuestra el compromiso de la dirección con el valor para el accionista. Estas características son por lo general muy atractivas para los inversores.

Históricamente, los dividendos y la cotización de las acciones han ido de la mano

Aunque los dividendos suelen considerarse principalmente en términos de income, también pueden conducir a otro resultado menos reconocido: la subida de la cotización.

Los inversores tienden a distinguir entre la inversión de reparto (en busca de renta) y la inversión de crecimiento (que persigue la revalorización o crecimiento del capital), pero estos resultados no son incompatibles. Invirtiendo en empresas con dividendos crecientes, los inversores podrían capturar ambos y, con el tiempo, lograr excelentes niveles de rentabilidad total (la combinación de renta y crecimiento).

Históricamente, las compañías que han elevado de manera consistente sus repartos durante muchos años han visto premiada su disciplina con fuertes subidas de su cotización. En los Estados Unidos, por ejemplo, existe un selecto grupo de empresas conocidas como «dividend achievers», que llevan más de 25 años elevando su dividendo anual.

En los últimos 25 años, las acciones estadounidenses han aportado rentabilidades positivas y superiores a la inflación, tanto en términos de revalorización como de rentabilidad total. Los dividend achievers, sin embargo, han superado con creces al mercado: su mera revalorización ha batido a la rentabilidad total del índice S&P 5001.

Esto no debería verse como una mera coincidencia; de hecho, denota que los dividendos y la cotización de las acciones van de la mano. Los inversores concentrados en el potencial de una empresa para repartir dividendos crecientes en el futuro (y no en su rentabilidad por dividendo, que es una medida estática y retrospectiva) podrían sacar partido a este potente motor de rentabilidad a largo plazo.

Los dividendos son un elemento fundamental en las carteras de los inversores desde hace muchos años, debido a sus características diversas y al papel que juegan en la rentabilidad. Aunque recientemente se han visto eclipsados por otros factores, los inversores podrían redescubrir su valor a medida que evoluciona la dinámica de mercado. Concentrándose en empresas que elevan sus dividendos, los inversores podrían beneficiarse de un motor favorable y duradero: la combinación de dividendos crecientes y su impulso a la cotización, junto a las ventajas de la capitalización compuesta a largo plazo.

1 Bloomberg, 31 May 2025.
 

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Por Stuart Rhodes, gestor

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