Gestión de patrimonio: la importancia de mantener la calma en un momento de volatilidad
Los aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han generado un clima de incertidumbre en los mercados internacionales. Por ejemplo, con la proclamación oficial de Trump, las diferentes bolsas mundiales se tiñeron de tiñeron de rojo. Las bolsas asiáticas cayeron en torno un 2,5%, las bolsas europeas descendieron un 2% y las bolsa australiana un 1,79%.
Este hecho pone de manifiesto que las decisiones tomadas por distintos actores políticos pueden tener consecuencias entre los inversores debido a la alta volatilidad del mercado. La incertidumbre sobre cómo los acontecimientos geopolíticos afectarán al mercado hace que sea imposible prever con certeza el futuro. Sin embargo, es fundamental actuar con cautela y no dejarse llevar por el temor a la hora de tomar decisiones que puedan afectar a un plan de inversión a largo plazo.
En este contexto, la figura del asesor financiero cobra especial relevancia. Aunque no puede controlar el devenir de los mercados, sí puede diseñar un plan de gestión personalizado según el nivel de riesgo que cada cliente esté dispuesto a asumir y ceñirse a estos objetivos.
La gestión patrimonial de la mano de un experto financiero puede contribuir a sacar todo el partido posible al capital o, para los perfiles más conservadores, preservarlo a pesar de los vaivenes del mercado, y a minimizar errores.
¿Cuál es el objetivo de la gestión patrimonial?
La gestión de patrimonio es un proceso estratégico que consiste en planificar, administrar y optimizar los bienes y activos económicos de una persona, familiar o entidad. El propósito fundamental es conservar y hacer crecer el patrimonio a lo largo del tiempo, ajustándose a las metas y necesidades personales de cada persona.
Más allá de impulsar el crecimiento financiero, la gestión patrimonial también se enfoca en reducir riesgos, adaptarse a las normativas vigentes y construir un legado estable y sólido.
Además, cuenta con un enfoque integral que incluye la diversificación de inversiones, la optimización fiscal y la planificación sucesoria, intentado garantizar la estabilidad y el desarrollo sostenible de los activos. “La clave está en cómo vamos a gestionar activamente nuestro patrimonio para que sea suficiente para mantener nuestro nivel de vida y poder cumplir nuestros objetivos, siempre adaptándose a las circunstancias y a las necesidades de cada uno”, señala Abante en este artículo.
Uno de los desafíos para cualquier inversor es controlar las emociones. En momentos de incertidumbre o crisis, como es el actual caso de los aranceles, muchas personas toman decisiones impulsivas, vendiendo en un momento no deseable. En este sentido, el apoyo de un experto financiero brinda una visión objetiva y una estrategia eficiente basada en datos.
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