El BCE mantiene su rumbo hacia un recorte de 25 pb
Michael Krautzberger, CIO Global de Renta Fija de Allianz Global Investors.
En 2025, el consenso de mercado anticipa otro año débil en la zona euro, con un crecimiento apenas superior al 0,7% registrado en 2024. La reciente escalada de tensiones entre EE.UU. y Europa ha ensombrecido aún más las perspectivas para 2025. Además de las amenazas arancelarias de EE.UU., Europa se encuentra en un segundo plano en las negociaciones entre EE.UU. y Rusia sobre Ucrania y enfrenta una creciente presión de la administración Trump para aumentar el gasto en defensa. En respuesta, los líderes europeos buscan modificar las reglas fiscales para destinar más recursos a esta partida. Sin embargo, las principales economías del euro enfrentan restricciones tanto por el lado de la oferta como de la demanda.
El resultado de las elecciones en Alemania ha generado ciertas expectativas sobre una política fiscal más proactiva. Sobre la mesa están iniciativas como un fondo extrapresupuestario para defensa, la reforma del freno de deuda o la emisión de deuda conjunta de la UE para financiar este tipo de gasto. No obstante, se requerirá una mayoría de dos tercios en el Parlamento alemán para aprobar estas reformas, algo difícil de alcanzar debido a la oposición tanto de la extrema izquierda como de la extrema derecha. Aun así, el recién elegido Canciller alemán parece dispuesto a negociar un aumento del gasto en defensa, lo que eleva las probabilidades de una política fiscal más expansiva en el futuro.
A pesar del complejo entorno político y regulatorio, los datos macroeconómicos de la zona euro y la confianza de los inversores han mostrado una notable resistencia desde principios de año. En general, los indicadores económicos han sorprendido al alza, aunque desde niveles bajos , impulsados por la relajación de las condiciones financieras. Las encuestas más recientes indican que la actividad económica en la región se ha estabilizado. En febrero, el PMI compuesto de la zona euro se mantuvo estable, con una mejora mayor de lo esperado en la actividad manufacturera, que compensó la desaceleración en el sector servicios, aunque este último mantiene su tendencia expansiva.
Mientras tanto, la deuda europea con grado de inversión y la renta variable europea han superado el desempeño de sus homólogas estadounidenses, en parte debido a la relajación de las condiciones financieras en la región, pero también porque los inversores comienzan a cuestionar las elevadas expectativas de crecimiento de EE.UU. que ya estaban reflejadas en las valoraciones de los activos estadounidenses.
En las últimas semanas, Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, ha defendido que las decisiones de política monetaria se adopten en cada reunión, en función de la evolución económica. Sin embargo, su postura parece minoritaria dentro del Consejo del BCE, dado el elevado nivel de incertidumbre en la región.
Al mismo tiempo, la mejora en la dinámica de la inflación (con un crecimiento salarial más moderado (el crecimiento salarial negociado en la zona euro cayó al 4,1% interanual en el cuarto trimestre, desde el 5,4% del trimestre anterior) y un mercado laboral cada vez más débil) deja abierta la posibilidad de que el BCE lleve el tipo de depósito al 2% o por debajo en los próximos meses.
Desde una perspectiva estratégica, el actual entorno macroeconómico y político en Europa favorecemos estrategias que se benefician de un “steepening” (o empinamiento) de la curva de tipos alemana a corto plazo, una posición que estamos reflejando en nuestras carteras.