¿Cuándo conviene acumular y cuándo es mejor obtener rentas? La historia de Isabel y Alejandro
En este ejemplo, Isabel, que trabaja como desarrolladora de software, decide invertir en fondos de acumulación para sacar el máximo partido de su inversión a largo plazo. Por otro lado, Alejandro, que trabaja a media jornada como administrativo, prefiere invertir en fondos de reparto para complementar sus ingresos actuales.
La decisión entre un fondo de acumulación o uno de reparto depende de la situación personal de cada inversor. Por eso, hemos creado dos perfiles ficticios que pueden servir de guía para ayudar a decidir cuál puede ser la mejor opción.
Isabel tiene 35 años y trabaja en el sector tecnológico. Su sueldo está por encima de la media. Es propietaria de su casa, aunque aún está hipotecada. Vive con su pareja y tienen dos hijos en edad escolar.
Alejandro tiene 53 años y trabaja a tiempo parcial como administrativo. Hasta hace poco tenía un empleo a jornada completa, pero ha reducido su jornada laboral para poder cuidar de sus padres, que ya son mayores. Antes de este cambio, trabajó durante muchos años en el sector público, por lo que, cuando se jubile, contará con una buena pensión.
Isabel y Alejandro: dos perfiles, dos formas de invertir
Isabel invierte en fondos de acumulación. Su salario le permite mantener su ritmo de vida cómodamente y, por eso, su objetivo es hacer crecer su capital pensando en el futuro, concretamente en el bienestar de su familia cuando llegue su jubilación.
Es consciente de las ventajas del interés compuesto: los beneficios que genera su inversión no los percibe al momento, sino que se reinvierten, generando así un efecto “bola de nieve” que incrementa su valor con el tiempo. Además, sabe que su capacidad de generar ingresos podría cambiar a lo largo de su carrera, por lo que quiere aprovechar ahora para aportar lo máximo posible. Su estrategia de inversión está claramente orientada al largo plazo.
Alejandro, en cambio, ha optado por fondos de reparto. La gran ventaja para él es que puede complementar su sueldo a tiempo parcial con los ingresos que obtiene de dichos fondos. Esto le permite mantener su nivel de vida actual sin necesidad de volver a trabajar a jornada completa, y le da margen para dedicar tiempo a cuidado de sus padres.
Por otro lado, es consciente de que, probablemente, el valor final de su inversión será inferior al que podría obtener con un fondo de acumulación, pero está dispuesto a asumir esa diferencia porque las rentas actuales le ayudan a cubrir sus gastos. Además, sabe que cuando se jubile contará con una pensión pública que cubrirá sus necesidades a largo plazo.
La estrategia de Alejandro está más enfocada al presente. Aunque, como Isabel, también ha tenido en cuenta su futuro, en su caso la inversión es una herramienta para cubrir necesidades inmediatas.
Elegir un fondo: una decisión que puede evolucionar
Como vemos en estos dos ejemplos, la elección entre acumular o generar rentas depende de la situación financiera del inversor: sus ingresos (ya sea por trabajo u otras fuentes), sus gastos, y sus objetivos. Pero lo importante es entender que esta elección no es inamovible: puede cambiar a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, si en algún momento Alejandro deja de tener responsabilidades familiares, podría decidir volver a trabajar a jornada completa. En ese caso, podría resultarle interesante mover sus inversiones a fondos de acumulación. De esta forma, aunque renunciaría a las rentas actuales, aumentaría el valor potencial de su inversión a largo plazo.
Por otro lado, si Isabel sufriese un revés profesional, como quedarse sin trabajo, podría hacer el movimiento inverso: pasar sus fondos de acumulación a fondos de reparto, con el objetivo de disponer de una renta extra mientras encuentra un nuevo empleo.
Desde este punto de vista, la decisión entre acumulación o reparto no debe verse como algo permanente, sino como un proceso flexible que debe adaptarse a los cambios en la vida del inversor.
¿Necesitas el dinero ahora o puedes permitirte esperar?
Al final, todo se resume en esta pregunta: ¿puedes permitirte reinvertir los beneficios de tu inversión, o necesitas ese dinero hoy?
Esta cuestión abre la puerta a otras decisiones personales: cómo se organiza el presupuesto, cuál es el estilo de vida del inversor, en qué situación laboral se encuentra… Todos estos factores son muy personales. Por eso, contar con el asesoramiento de un profesional puede ayudar mucho a tomar decisiones acertadas.
En líneas generales, los fondos de acumulación son ideales para quienes buscan maximizar el valor de su inversión a largo plazo. Los fondos de reparto, en cambio, pueden ser muy útiles para quienes necesitan una renta extra en el día a día. A veces es una necesidad, pero otras veces puede ser simplemente una forma de disfrutar más del presente. Aunque el valor final de la inversión sea un poco más bajo, el inversor puede empezar a disfrutar de su inversión desde ahora.