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Las claves semanales del 2 al 6 de octubre de 2023
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Las claves semanales del 2 al 6 de octubre de 2023

Durante la semana pasada, los temores sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas de varios países, incluido Estados Unidos, tomaron un papel protagonista. Aunque no son afortunadamente muy comunes, los episodios de turbulencias en los mercados de deuda motivados por estas causas, suelen ser muy severos. Hace algo más de 10 años, las tensiones en la deuda soberana de los países periféricos europeos fueron extraordinarias, en medio de una crisis de confianza en la sostenibilidad del euro.


Monitor de Mercado 

Este mismo año, la crisis presupuestaria en Reino Unido nos dejó movimientos violentos en las rentabilidades de los bonos soberanos del país y, de manera menos dramática, el reciente aumento no sólo de los rendimientos soberanos italianos sino también de los de Estados Unidos, constituyen el último episodio de incertidumbre sobre las dinámicas fiscales en estos países.

Después de aceptar finalmente el mensaje de la Reserva Federal sobre la evidencia de que los tipos se mantendrán elevados durante un periodo de tiempo prolongado, a la luz de la resistencia de la economía estadounidense (como nuevamente evidenciaron los datos de gasto personal de la semana pasada), los mercados están empezando a prestar atención a la cuestión fiscal y lo que esto significa para las emisiones de deuda del Tesoro estadounidense.

El hecho es que mucho después de la pandemia de COVID, durante la cual el déficit fiscal se amplió al 14,7% (2020) y al 12,1% (2021), Estados Unidos tuvo un déficit del 5,4% en 2022 y probablemente llegue al 5,7% en 2023, con una economía en pleno empleo y un crecimiento por encima del potencial. Esto lleva a preguntarse a muchos inversores qué pasará cuando la actividad económica pierda fuerza y se resientan los ingresos fiscales. Además, la creciente polarización política hace improbable una consolidación fiscal significativa.

A este lado del Atlántico, no se alcanzó la generosidad fiscal de Estados Unidos durante la pandemia, pero el crecimiento de la región también fue menor, con lo que los ratios de deuda se estabilizaron exclusivamente por el impulso de la inflación sobre el PIB nominal. Más allá, los anuncios presupuestarios de Italia y Francia durante los últimos días, muestran esfuerzos limitados de consolidación fiscal, combinados con supuestos de crecimiento sorprendentemente optimistas. Las proyecciones italianas suponen que el PIB crecerá un 1,2% en 2024, en comparación con la estimación del consenso de Bloomberg del 0,7%. Del mismo modo, el presupuesto francés prevé un crecimiento en 2024 del 1,4%, mucho más fuerte que el 0,8% esperado por el consenso. Por lo tanto, es probable que los déficits sean mayores que los previstos en los objetivos oficiales de ambos países.

En respuesta, los tipos soberanos italianos a 10 años repuntaron hasta el 4,8% durante la semana, en un momento en el que el BCE podría acordar una reducción más rápida de su balance (adelantar el fin de la reinversión completa del PEPP o vender activamente la cartera APP). De hecho, dos miembros del BCE se sumaron la semana pasada a las demandas para reducir la reinversión de la cartera del programa PEPP. En definitiva, los aspectos fiscales serán cada vez más importantes en la agenda política europea.

Pasando ahora al ámbito de los precios, durante la semana pasada se produjeron buenas noticias: tanto el IPC armonizado preliminar de septiembre en la eurozona como el deflactor del consumo privado de agosto en Estados Unidos, salieron por debajo de las expectativas de los analistas. En la zona del euro, tanto la inflación general como la subyacente de septiembre sorprendieron a la baja, con caídas en la tasa interanual de 0,9 y 0,8 puntos porcentuales, respectivamente. Los cuatro componentes principales contribuyeron a un menor crecimiento de los precios. Especialmente alentadoras fueron las señales de desaceleración gradual de los precios en el mundo de los servicios. En Estados Unidos, el deflactor subyacente del consumo personal de agosto fue un poco más suave que las expectativas que manejaba el consenso, gracias a la caída de los precios en el componente de bienes básicos. Del mismo modo, se registró una caída en la llamada inflación “supercore”, la métrica de precios más seguida por la Fed.

La pregunta es si esta tendencia puede durar, en un momento en que los precios del petróleo Brent empezaron a coquetear con el nivel de 100 dólares por barril. Ya la semana pasada, los datos de inflación mostraron un repunte en el componente energético, que podría intensificarse en los próximos meses si se mantiene la presión al alza en los precios del petróleo. Por supuesto, cuanto más tiempo se mantenga el barril en estos niveles tan elevados, mayor será la probabilidad de que los precios energéticos se trasladen a la inflación subyacente.

La demanda de China desempeñará un papel fundamental en las perspectivas del petróleo. El gigante asiático ya ha aumentado significativamente sus importaciones de crudo desde el pasado mes de mayo, como resultado de la mejora de la actividad de transporte durante la temporada de verano. Una mejora económica, que parece probable tras la debilidad del segundo trimestre, podría aumentar la demanda de forma adicional.

Terminamos el comentario de apertura con un vistazo a la actividad económica en Estados Unidos. Los datos sobre ingresos y gastos personales del mes de agosto, subrayaron nuevamente la solidez del consumo estadounidense. Esto, a su vez, mantiene la resistencia del mercado laboral, que podría incluso acelerar en septiembre, sobre todo en términos salariales.

En cuanto a los riesgos que afronta la actividad estadounidense, afortunadamente se moderaron durante el fin de semana. En efecto: en la madrugada del domingo, pocas horas antes de que venciera el plazo, los congresistas estadounidenses lograron esquivar el cierre del gobierno federal, que parecía inevitable. El acuerdo entre republicanos y demócratas, que pasó por ambas cámaras en un tiempo récord de 12 horas, extiende hasta el 17 de noviembre el funcionamiento del gobierno.

Por el contrario, el sindicato UAW intensificó el alcance de su huelga y otros 7.000 trabajadores se unieron a los 18.000 que ya estaban en huelga la semana pasada. No obstante, sigue siendo poco probable que las consecuencias sobre el PIB norteamericano sean severas, teniendo en cuenta la pequeña proporción de trabajadores que secunda la huelga (un 17% de los miembros del sindicato) y la escasa importancia de la industria de automoción en el PIB estadounidense, que representa tan solo un 0,7% del mismo.

Descarga aquí las claves de la semana: 

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