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Los siete magníficos no son las únicas oportunidades de inversión en la bolsa estadounidense
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Los siete magníficos no son las únicas oportunidades de inversión en la bolsa estadounidense

Imagen: Shutterstock

El año pasado, la evolución del mercado estadounidense de renta variable estuvo dominada por el grupo de empresas conocido como los «siete magníficos», que acapararon la atención de los inversores. Si bien es cierto que estas siete empresas —Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla— pertenecen a diferentes sectores, todas ellas tienen modelos de negocio que dependen en gran medida de la tecnología y de la actual euforia en torno a la inteligencia artificial (IA). Durante la última temporada de publicación de resultados, muchas de estas empresas han vuelto a presentar beneficios extraordinarios, por lo que el S&P 500 ha alcanzado nuevos máximos históricos. 

Pese a este comportamiento excepcional, vemos necesario seleccionar prudentemente las empresas de este grupo, y tomar como base unas proyecciones realistas de beneficios. Asimismo, nos planteamos si las mejores rentabilidades a largo plazo no se esconderán en otra parte del índice.

Contexto de la concentración 

A lo largo del 2023, la creciente concentración del mercado de valores estadounidense ha suscitado tanto interés como preocupación. Cerca del 90% de la rentabilidad del S&P 500 en 2023 se debe a sólo siente valores: en un año donde el S&P 500 obtuvo un 24%, la mediana de los valores del índice obtuviero una rentabilidad de solo un 8,2%. Es decir, actualmente, el S&P 500 está más concentrado que durante la burbuja tecnológica de los 2000.

¿Debería preocuparnos esta concentración? 

Resulta tranquilizador que, en el actual mercado bursátil, en comparación con el de los 2000, las empresas de megacapitalización estén demostrando los beneficios récord que pueden conseguir. A pesar de que representan un gran porcentaje de la capitalización de mercado del S&P 500, también son las responsables de una buena cuota de los beneficios; mucho más que en la burbuja de las puntocoms. Dicho de otro modo: hoy las empresas de megacapitalización ya están generando beneficios de forma constante, en lugar de cotizar en base a la esperanza en el crecimiento de sus beneficios futuros.

En parte, el aumento de su contribución a los resultados del índice responde a la fortaleza de sus márgenes de beneficios: entre las diez mayores empresas, los márgenes de beneficios a finales del 2023 se acercaban al 20%, mientras que los del índice general se aproximaban al 12%. Si estas gigantes pueden mantener el crecimiento de sus beneficios en niveles tan por encima de los de sus rivales, es posible que, con el tiempo, sus altas valoraciones actuales estén plenamente justificadas.

El reto es que con cada informe de beneficio sólido, el mercado no deja de acrecentar sus expectativas futuras de crecimiento. Las diez principales empresas del S&P 500 se negocian a un múltiplo de 30 veces sus beneficios futuros; unos beneficios que se espera que crezcan mucho más rápido que los del resto del índice. En comparación, el múltiplo para los demás componentes del S&P 500 es de 18 veces, ya que sus previsiones de beneficios son más modestas.

Que estas expectativas se hagan realidad dependerá, en parte, del grado en que se cumpla la promesa de la IA. Aunque las empresas de megacapitalización operan en diversos sectores, comparten la visión de que la inteligencia artificial generará beneficios astronómicos en los años venideros. Es previsible que los fabricantes de chips deban hacer frente a una mayor demanda, que los anunciantes usen la IA para transformar la experiencia del usuario y que los fabricantes de automóviles desarrollen coches autónomos con esta tecnología.

Por mucho que la IA está evolucionando y adoptándose a una velocidad increíble, actualmente es complicado calcular su impacto final. Es bien sabido que, habitualmente, los «milagros tecnológicos» (como internet) no han alterado la productividad o los beneficios tanto como estaba previsto, ya fuera a nivel micro o macroeconómico.

Si la IA resulta ser decepcionante, los futuros beneficios de las empresas de megacapitalización podrían quedarse lejos de las actuales estimaciones. En este caso, el panorama podría asemejarse más al de la burbuja de las puntocoms, y la rentabilidad de estas gigantes se desinflaría hasta los niveles de otras compañías con previsiones de beneficios más moderadas.

Una de las principales amenazas para los beneficios son las leyes antimonopolio. Con estas medidas, que se han multiplicado considerablemente en los últimos cinco años, se pretende evitar que ciertas empresas creen un monopolio o se confabulen. En el momento de la redacción de este artículo, cuatro de los siete magníficos estaban inmersos en juicios antimonopolio o recurriendo las correspondientes sentencias. Si los jueces fallan en su contra, es probable que mermen la sostenibilidad de sus márgenes y sus beneficios.

Los inversores también deben tener presente que, en épocas de optimismo tecnológico, el impulso suele propagarse entre todos los participantes en el sector, pero resulta muy difícil determinar quiénes ganarán realmente gracias a las tecnologías nuevas y en rápida expansión. Por ejemplo, en el punto álgido de la burbuja de las puntocoms, Microsoft se negociaba a 51 veces sus beneficios futuros. Intel, que en aquel momento era una de las mayores empresas en EE. UU., se cotizaba relativamente más barata, a 40 veces. Desde el apogeo de las puntocoms, la rentabilidad de Microsoft ha sido del 1.100% hasta finales de enero de 2024, muy superior a la del S&P 500, cuyo rendimiento ha sido del 400%, y formidable en comparación con la rentabilidad total de Intel, de tan solo el 13%. Es crucial tener la experiencia y los medios para predecir acertadamente los beneficios futuros. Desde el estallido de la burbuja de las puntocoms, los beneficios por acción de Microsoft han incrementado incluso más de diez veces su valor, mientras que los de Intel ni siquiera se han duplicado.

¿Cuáles son las perspectivas del S&P 493? 

Aunque no es seguro que la IA vaya a estar a la altura de las expectativas, no vemos muchos indicios de que las cotizaciones de los siete magníficos puedan «desinflarse» hasta los niveles del mercado general, como ocurrió durante la década del 2000. Ahora bien, ¿sería posible entonces que las demás empresas (lo que llamaríamos el S&P 493) recuperaran terreno? 

Desde el plano teórico, se podría defender que, si la IA llega a ser tan rompedora como sugieren las valoraciones de algunas gigantes, el auge en los beneficios y en la productividad se manifestará también en otros sectores. Llegado este momento, sería posible que el resto del índice recuperase terreno (al menos, parcialmente), cuando los inversores se dieran cuenta de que otros valores también podrían beneficiarse enormemente de la IA.

Este fenómeno de recuperación tiene antecedentes históricos. Después de periodos de alta concentración y amplia dispersión de las valoraciones, las empresas más pequeñas y menos caras suelen comportarse mejor. En los cinco años posteriores a una alta dispersión de las valoraciones entre las diez principales empresas y el resto del S&P 500, son los demás componentes (medidos con una ponderación equivalente) los que baten a aquellos con mayor capitalización. Es decir, después de una concentración tan elevada, las empresas más pequeñas suelen conseguir mejores resultados que las de megacapitalización.

Sin embargo, la historia también nos avisa de que esta convergencia puede demorarse muchos años. En el corto plazo (por ejemplo, al año siguiente de una alta dispersión de las valoraciones), no hay ninguna garantía de que las pequeñas empresas vayan a batir al mercado. No obstante, los inversores que construyan carteras con un horizonte a medio plazo podrían mejorar sus probabilidades buscando oportunidades en el mercado general.

Conclusión 

Los siete magníficos son demasiado grandes dentro de las bolsas estadounidenses (y del mundo entero) como para ignorarlos y llevan tiempo demostrando su capacidad para generar beneficios sólidos. Sin embargo, recomendamos que los inversores seleccionen con cautela las empresas de megacapitalización, apostando por aquellas que tengan más probabilidades de hacer realidad sus elevadas previsiones de beneficios futuros. 

En cualquier caso, la historia nos enseña que es probable que la rentabilidad se generalice pasados los años, y el presente nos ofrece una buena oportunidad para reequilibrar nuestras carteras y asegurarnos de que los resultados no dependen de un puñado de empresas, por muy magníficas que sean.


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