¿Qué implicaciones tiene el último colapso del precio del petróleo para los inversores?
Hemos empezado esta semana con más volatilidad en el mercado, esta vez originada en el mercado del petróleo. El Brent ha caído desde 46 USD por barril (pb) a 31,7 USD pb en la mañana del 9 de marzo tras las noticias de que Arabia Saudí aumentará la producción a más de 10 millones de barriles en abril. Esto supone en torno a un 10% de la oferta global y es un aumento desde los 9.700 millones de barriles que producía hasta ahora. Arabia Saudí también ofrecerá nada menos que un 20% de descuento a los compradores. Y lo más importante es que, este cambio ha roto la cooperación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con Rusia en los últimos años para sostener los precios de la energía a base de limitar la producción, y ha desencadenado los temores de una guerra de precios del petróleo. A consecuencia de la caída de los precios de la energía, la renta variable asiática empezó el 9 de marzo otra ronda de correcciones significativas de en torno al 3-5% durante la mañana. Las rentabilidades del bono del Tesoro a 10-años cayeron hasta por debajo del 0,5%.
Los precios del petróleo ya estaban bajo presión debido a los temores sobre el crecimiento de la demanda desde la aparición del COVID-19 en Europa y EEUU. Esta sorprendente ruptura de la cooperación entre la OPEP y Rusia simplemente ha sumado presión desde el lado de la oferta. El nivel actual de 30- 40 USD pb implicaría una pérdida operacional para muchos productores de alto coste de todo el mundo, lo que haría que se redujera la oferta. Al final, esto haría que los precios volvieran a un nivel más sostenible, que creemos que estaría entorno a 50-60 USD pb a medio plazo. De todas formas, el shock provocará que el mercado siga evitando el riesgo a corto plazo.
En términos de impacto económico, los precios de la energía más bajos son problemáticos para las compañías energéticas y los mercados emergentes que exportan materias primas. Hay algunos que podrían beneficiarse de esta bajada de precios. Por ejemplo, el sector del transporte podría ver una reducción de los costes del combustible, aunque ahora mismo lo que temen son problemas de escasez en las cargas, ya que la epidemia ha afectado mucho a los viajes por avión. Los consumidores podrían también tener más renta disponible si se reducen los costes de combustible, pero la epidemia puede debilitar la demanda si la gente se queda en casa. Los mercados que importan energía con déficits por cuenta corriente persistentes, como India, también podrían beneficiarse de una factura de importación más baja, que conlleva a un déficit por cuenta corriente menor.
La bajada de los precios de la energía también supone rebajar la presión inflacionaria y esto proporcionaría más espacio para que los bancos centrales relajaran la política monetaria, aunque no necesiten muchos más ánimos para hacerlo, como se ha visto con los agresivos recortes de tipos de la Reserva Federal y el Banco Central de Canadá de la semana pasada para proteger sus economías de la debilidad del crecimiento.
Implicaciones para la inversión
Los últimos acontecimientos del mercado han hecho bajar los precios de la energía a un nivel que no es probable que sea sostenible a medio y largo plazo. Los países y compañías productores de energía de alto coste tendrán que reducir la producción y esto restauraría el equilibrio entre la demanda y la oferta.
De todas formas, probablemente veamos que la renta variable en el sector de la energía sigue bajo presión ya que los beneficios se verán perjudicados por los temores tanto de la demanda como de la oferta. En Asia, las compañías energéticas están cotizando entorno a 9,3x su ratio precio/beneficios de los próximos 12 meses, sólo ligeramente por debajo de la media a 10 años de 10,6x, lo que refleja la actual revisión a la baja de los beneficios. Globalmente, el sector de la energía está cotizando a 12,2x su ratio precio/ beneficios de los próximos 12 meses, frente a la mediana de 10 años de 13,5x. Por tanto, están cotizando con un descuento, pero podrían seguir siendo vulnerables si la perspectiva de beneficios sigue sufriendo revisiones a la baja.
Probablemente esto también se reflejará en el mercado de bonos corporativos high yield de EEUU, en el que las compañías energéticas representan más del 10% del índice y sus diferenciales de crédito corporativo son muy sensibles a los precios de la energía. Este sector ya ha tenido una rentabilidad inferior en los dos últimos meses y el último descenso puede afectar al sentimiento aún más. Como muestra la DIAPOSITIVA 1, el desplome de los precios del petróleo probablemente va a ampliar los diferenciales de crédito aún más, a medida que los inversores estén más preocupados por el alza en los impagos en este sector.
Al haberse reforzado la aversión al riesgo con los últimos acontecimientos del mercado de la energía, creemos que los inversores deberían permanecer en posiciones defensivas. Dado que las tires del bono del Tesoro de EEUU a 10 años están sólo en el 0,5%, la búsqueda de rentabilidad probablemente seguirá. Entre la renta fija con una correlación negativa o baja frente a la renta variable, pero que todavía sigue ofreciendo income, se encuentran los bonos corporativos de alta calidad de EEUU y Europa, los títulos garantizados por hipotecas y la deuda soberana de mercados emergentes.