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La importancia de los mercados privados para los inversores
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La importancia de los mercados privados para los inversores

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Comunicación de marketing. Exclusivamente para inversores profesionales.

Este artículo fue originalmente publicado en la web de M&G Investments. 

Los mercados privados se han asentado firmemente en las carteras de los inversores en los últimos años, y su potencial para mejorar las rentabilidades es bien conocido. No obstante, podrían jugar un papel adicional igualmente importante como herramienta de diversificación, un objetivo clave en la gestión de cartera. Simon Sharp examina si los mercados privados se disponen a trastocar los enfoques tradicionales de diversificación y potenciar más si cabe el atractivo de esta clase de activos en pleno crecimiento.

Históricamente, la construcción de una cartera de inversión equilibrada se ha basado en un principio esencial: para gestionar la volatilidad, la cartera debe estar diversificada, compuesta por una mezcla de acciones y bonos. Este planteamiento se basa en la correlación negativa mostrada por la renta variable y la renta fija en el pasado (es decir, que se han movido en direcciones opuestas entre sí), con lo que invertir en ambas clases de activos puede amortiguar la volatilidad de las rentabilidades de una cartera. El enfoque típico ha sido la llamada «cartera 60/40», donde en torno a un 60% de la misma se invierte en acciones y el 40% restante en deuda.

Esta correlación negativa se mantuvo en la mayor parte de las últimas dos décadas, hasta 2020, pero recientemente parece haberse quebrado: las acciones y los bonos han tendido a moverse simultáneamente en la misma dirección¹. ¿A qué se ha debido este desarrollo poco habitual? ¿Sigue siendo válido el enfoque tradicional «60/40»? ¿O acaso es hora de que los inversores busquen fuentes de diversificación alternativas?

¿Una nueva era para los mercados privados?

Las carteras de inversión, y en especial los fondos de pensiones, suelen requerir un perfil de rentabilidad estable debido al papel que juegan en la provisión de ingresos para la jubilación. En los últimos 20 a 30 años, las acciones han sido relativamente volátiles (tanto al alza como a la baja), mientras que los bonos han aportado de manera consistente rentabilidades fiables positivas, aunque moderadas¹. Este comportamiento menos volátil de la deuda reduce el nivel total de volatilidad y de riesgo de una cartera. 2022 fue un año excepcional, en el que las acciones y los bonos perdieron terreno a la vez debido a los shocks de oferta globales provocados por la guerra en Ucrania y el COVID-19.

«Las subidas de los tipos de interés pueden afectar negativamente tanto a las acciones como a los bonos.»

No obstante, 2022 ofrece un estudio de caso útil, al ilustrar el importante papel que juega la inflación a la hora de definir la correlación entre la renta variable y la renta fija. Ambas clases de activos perdieron terreno en tándem en dicho año, ya que los problemas de oferta a nivel global provocaron una fuerte subida de la inflación. Los bancos centrales respondieron elevando sus tipos de interés, y un mayor precio del dinero puede afectar negativamente tanto a las acciones como a los bonos.

Si la inflación es tan importante para la correlación entre estas dos clases de activos, ¿qué escenarios de inflación deberían hacer que las acciones y los bonos se muevan en la misma dirección, o que enfilen rumbos opuestos?  

Correlación negativa. Cuando la inflación se halla bajo control, la atención del mercado se vuelve hacia las expectativas de crecimiento económico. Cualquier sorpresa en las cifras de PIB, ya sea positiva o negativa, afectará a los beneficios de las empresas. Por ejemplo, si el PIB crece a mayor ritmo de lo previsto, cabría esperar una subida de la renta variable al aumentar las expectativas de beneficio; sin embargo, las cotizaciones de los bonos caerían ante la perspectiva de mayor inflación y de subida de los tipos de interés (y, por consiguiente, de la tasa de descuento). En este «escenario dominado por el crecimiento», la correlación entre la renta fija y la renta variable sería negativa.      

Correlación positiva. En cambio, cuando la inflación es elevada o volátil (como por ejemplo en 2022), el motor de correlación entre las clases de activos pasa claramente del crecimiento del PIB a las expectativas de inflación. Una inflación alta es perjudicial para los bonos, ya que tanto su capital principal como sus cupones se expresan en términos nominales. Al mismo tiempo, como vimos en 2022, tal escenario fomenta subidas de los tipos de interés, lo cual redunda negativamente en la cotización de las acciones al encarecer la financiación de las empresas y desalentar la nueva inversión. En este «escenario dominado por la inflación», la correlación entre la renta fija y la renta variable sería positiva.   

Ahora hemos atravesado un periodo sostenido de inflación elevada y volátil, lo cual plantea la siguiente pregunta: si la correlación tradicional negativa entre acciones y bonos ya no se cumple, ¿es posible realizar otras asignaciones en una cartera para abordar esta falta de diversificación de cartera?
 

Los mercados privados al rescate 

Los mercados privados llevan años siendo uno de los destinos favoritos de los inversores institucionales, y ahora representan en torno a un 12% de sus asignaciones (estudio sobre mercados privados de Aviva, 2024). Los inversores particulares y mayoristas les van muy a la zaga, con un mero 5% de sus inversiones en mercados privados (Bain, 2003) debido a restricciones de accesibilidad y de liquidez hasta la fecha.

Sin embargo, este universo de inversión ha crecido hasta tal punto que ningún inversor puede ya ignorarlo. Los mercados de acciones y bonos cotizados tienen un valor de 152 billones de dólares (JP Morgan, 2023). Con un volumen muy inferior, de 14,3 billones (UBS, 2025), la inversión en mercados privados crece mucho más rápido que la de los mercados de renta variable y de renta fija cotizados: Preqin considera probable que los mercados privados doblen con creces su tamaño de aquí a 2033, hasta los 30 billones de dólares.

«La rentabilidad de los mercados privados suele moverse con independencia de la de las acciones o los bonos cotizados»

La relevancia de los mercados privados para la construcción de cartera, y específicamente su papel para aportar ventajas de diversificación, radica en el hecho de que su rentabilidad suele moverse con independencia de la de las acciones y los bonos cotizados. Los siguientes gráficos ilustran su correlación baja o negativa con estas dos clases de activos (los treasuries estadounidenses se utilizan para representar la renta fija):

Una correlación positiva de +1,0 entre dos activos indica que sus rentabilidades se moverán en tándem, mientras que una correlación negativa de -1,0 indica que lo harán en dirección opuesta. En el caso de la renta variable global, el gráfico muestra una correlación positiva pero relativamente baja entre distintos mercados privados y las acciones cotizadas. No obstante, la cuestión relevante es si realizar una asignación en mercados privados aportará una diversificación superior frente a la renta variable cotizada que una asignación en bonos cotizados. Los datos sugieren que este no sería el caso: la correlación entre la renta variable y la renta fija (treasuries) cotizadas, de -0,04², es considerablemente inferior a la de las acciones con cualquier mercado privado individual.

Sin embargo, esto no es así respecto a la renta fija. Tal como ilustra el gráfico, cada mercado privado muestra una correlación negativa con la deuda cotizada mucho más pronunciada que la de -0,04 entre las acciones y los bonos cotizados. Esto sugiere que reducir parte de una asignación existente en renta fija y añadir cierta exposición a los mercados privados mejoraría probablemente la diversificación en una cartera de renta variable y renta fija.

Eso sí, cabe realizar una salvedad importante: es probable que una gran parte de la correlación baja/negativa entre los mercados privados y la renta fija o la renta variable obedezca a acontecimientos de mercado disruptivos o a periodos de recesión o crecimiento económico débil. En un eventual periodo de crecimiento económico sólido y sostenido, estas correlaciones podrían ser menos pronunciadas.

Diversificación dentro de los mercados privados 

Un factor que potencia más si cabe las ventajas de diversificación de una correlación baja/negativa respecto a las dos clases de activos principales es el hecho de que los mercados privados, lejos de ser un conjunto homogéneo de mercados, presentan una correlación baja entre sí: 

Esta tabla muestra que, pese a ser positiva, la correlación entre distintos mercados privados es baja, potenciando las ventajas de mitigación de riesgo de una asignación en mercados privados en el marco de una cartera equilibrada.

«Los mercados privados abarcan una diversa gama de estrategias»

Tal conclusión no debería sorprender a nadie, dado que los mercados privados abarcan una diversa gama de estrategias, sensibles a distintos acontecimientos y dinámicas económicas y de mercado. Es de esperar que cada una de ellas muestra una evolución diferente en distintos momentos.

Además de reducir el riesgo total, la combinación exacta de distintos mercados privados dentro de una cartera vendrá definida por los objetivos de inversión del mandato en cuestión. Dado que la clase de activos incluye formas de renta variable, crédito, inmobiliario e infraestructura, entre otros, las ponderaciones dependerán de si el inversor da prioridad al crecimiento o a la renta:

Objetivo de inversión:

Crecimiento:

  • Capital riesgo
  • Private equity
  • Recursos naturales

Renta:

  • Deuda no cotizada
  • Inmobiliario privado
  • Infraestructura privada

Potencial de rentabilidad adicional

Además de las ventajas de diversificación que pueden aportar los activos privados a una cartera equilibrada, ¿puede la clase de activos tentar a los inversores con otros atributos? Afortunadamente, la respuesta podría ser que sí, debido concretamente a las exposiciones económicas y corporativas a las que puede acceder.

«El capital privado es capaz de acceder al conjunto de la economía»

Cuando más amplio es el universo de inversión, mayor es la oportunidad de identificar oportunidades con cotizaciones anómalas y potenciar la rentabilidad de una cartera. En los Estados Unidos, un 87% de las empresas con un volumen de negocio superior a los 100 millones de dólares son compañías de capital privado, que no cotizan en bolsa (Capital IQ, 2023). Así, el capital privado es capaz de acceder a todos los segmentos de la economía, a diferencia de la inversión en acciones cotizadas, limitada a un conjunto de oportunidades mucho más pequeño.

Además, el potencial de rentabilidad de los mercados privados está respaldado por su posición de cara a importantes tendencias de crecimiento global que se prolongarán durante décadas, alineadas con los horizontes de inversión prolongados de muchas carteras, en particular los fondos de pensiones. Es probable que los mercados privados figuren entre los principales beneficiarios de varias tendencias globales destacadas:  

Ahora que muchos gobiernos ven limitada su capacidad de acción por niveles de endeudamiento público sin precedentes, es casi inevitable que la inversión en infraestructura esencial se «subcontrate» al sector privado, y que el capital privado desempeñe un papel protagonista en este ámbito. Al mismo tiempo cabe esperar una aceleración de la revolución tecnológica liderada por la IA, pero también una digitalización más profunda de la sociedad con empresas más pequeñas e innovadoras (y no cotizadas) a la vanguardia.

Aunque muchos inversores se concentrarán en la capacidad de los mercados privados para diversificar y reducir el riesgo total de sus carteras, no puede pasarse por alto su capacidad para elevar de manera significativa las rentabilidades. Dada la naturaleza a largo plazo de muchas inversiones en mercados privados, como el private equity y los activos reales, su perfil de rentabilidad potencialmente superior podría ser más atractivo si cabe para los fondos de pensiones. Además, la volatilidad a corto plazo de las valoraciones de una cartera al ajustarse a precios de mercado (probable en ciertas coyunturas en el caso de las inversiones cotizadas) no tiene por qué ser un problema en el caso de los activos no cotizados.

Consideraciones importantes

Pese a las ventajas que, como hemos visto, pueden obtenerse incorporando a los mercados privados en una cartera equilibrada, la clase de activos tiene características únicas de las que los inversores deben ser conscientes:

Liquidez

Los mercados privados son, por definición, privados: se trata de activos no cotizados en bolsas. Sin embargo, esto no significa que sean del todo ilíquidos, obligando al inversor a periodos de bloqueo de varios años. De hecho, ciertas partes de estos mercados pueden negociarse con frecuencia diaria. Las consideraciones de liquidez son importantes para los inversores institucionales, que deben ser capaces de liquidar posiciones para atender a solicitudes de reembolso, por ejemplo. No obstante, ello puede lograrse mediante una gestión eficiente de cartera, asegurando que existe suficiente liquidez en la porción de renta variable/renta fija, o en la combinación de inversiones en mercados privados.

La situación es más compleja para los inversores particulares y mayoristas, al tener menos opciones. La aparición del Fondo de Inversión a Largo Plazo Europeo (ELTIF, por sus siglas inglesas) en la eurozona y del Fondo de Activos a Largo Plazo (LTAF) en el Reino Unido es un desarrollo favorable a este respecto, ya que estos vehículos ofrecen liquidez parcial a través de ventanas de negociación periódicas.  

Accesibilidad

El crecimiento meteórico de los mercados privados los ha convertido en una opción cada vez más viable para los inversores institucionales, como los grandes fondos de pensiones. Cuanto mayor es el tamaño total del universo de los activos no cotizados, más fácil resulta lograr el tamaño de inversión necesario.

Mientras que las instituciones han sido el inversor predominante en los mercados privados, esta no es un área completamente desconocida para los inversores minoristas: los particulares de alto nivel patrimonial llevan muchos años invirtiendo en ellos. Sin embargo, la situación es más compleja para otros inversores particulares y mayoristas, muchos de los cuales dependen de los vehículos mencionados (ELTIF/LTAF) para lograr cierto acceso. 

Diligencia debida

Por su naturaleza, la inversión en mercados privados requiere una labor más exhaustiva de diligencia debida de las posibles operaciones que la inversión en activos cotizados. Una gran cantidad de la información financiera necesaria no es de dominio público, con lo que un diálogo estrecho y continuado con los equipos directivos de las compañías en que se invierte suele ser esencial. De esta manera, el análisis de inversiones potenciales puede ser complejo y requerir mucho tiempo.

Por último, la selección de gestoras en este ámbito es crucial para tener éxito, debido a la elevada dispersión de rentabilidades entre estos fondos. Esto quizá sea inevitable, dada la dificultad a la hora de comparar la rentabilidad de las gestoras en distintas añadas de inversión, exacerbada por la falta de índices de referencia en los mercados privados.

Una fuerza disruptiva

Los mercados privados, ahora ampliamente aceptados por muchos inversores institucionales, han demostrado ser una fuerza disruptora que ha cuestionado el enfoque tradicional 60/40 de construcción de una cartera equilibrada. No obstante, ha habido buenas razones para ello. Ante el nerviosismo de las gestoras en torno a la reciente ruptura de la correlación negativa tradicional entre la renta variable y la renta fija, los mercados privados han pasado a un primer plano como una solución creíble.

Los activos privados han demostrado su valía con su baja correlación con las acciones y los bonos, su alineamiento con horizontes de inversión a largo plazo y su orientación a temas seculares de crecimiento global elevado. Con el creciente interés en lograr una verdadera diversificación de cartera, unido a la expansión continuada de la clase de activos, todo apunta a que ciertos mercados privados van a convertirse en un componente más grande y permanente de las carteras de muchos inversores.


 

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